La Jornada viernes 10 de septiembre de 1999

EL QUINQUENIO PERDIDO

SOL Como un hecho excepcional, un alto funcionario del sector económico del presente gobierno externó algo parecido a una autocrítica. Tal acontecimiento tuvo lugar ayer, cuando el secretario de Hacienda, José Angel Gurría, en el marco de su comparecencia ante la Cámara de Diputados, admitió que este año los salarios reales llegarán apenas a los niveles que tenían en 1994. Sin embargo, lejos de asumir la calificación negativa que este dato representa para la gestión zedillista, Gurría lo presentó como argumento para defender la pertinencia y la vigencia de la política económica que ha causado tal desastre salarial y, por supuesto, social. Las expectativas y esperanzas de millones de personas han sido pospuestas un lustro para imponer un orden de prioridades que coloca en primer lugar la preservación de los bancos privatizados, y en último el bienestar de la población.

En su presentación ante los legisladores, el secretario de Hacienda repitió el triunfalismo y las omisiones de temas capitales que caracterizaron el mensaje del quinto Informe de Gobierno; así, enumeró resultados satisfactorios y medidas providenciales que colocan a México en mejores condiciones que otros países, pero rehusó abordar las múltiples dudas, sospechas e inconformidades que sigue generando el asunto del Fobaproa, sobre el cual la sociedad continúa esperando un esclarecimiento pleno.

Con la mención del crecimiento del producto interno bruto, las tasas de inflación e interés, el déficit de la cuenta corriente, la inversión extranjera directa, el aumento de la calidad crediticia del país, los ingresos fiscales, el tipo de cambio promedio, el gasto público, el ahorro interno y la reactivación de flujos crediticios, Gurría construyó, ante los legisladores, un escenario económico que las realidades sociales del país se empeñan en desmentir. Para mencionar sólo un ejemplo de este contraste entre la percepción gubernamental y los hechos, baste citar las cuentas alegres oficiales en materia de crecimiento del empleo y los alarmantes cálculos sobre el incremento sostenido del sector informal.

Un aspecto particularmente exasperante del discurso oficial -que se repitió en el de Gurría- es su insistencia en atribuir a "la crisis", en abstracto, o a los factores externos, los graves quebrantos económicos padecidos por el país desde diciembre de 1994, y en reclamar para sí y para sus propias estrategias el crédito por la sobrevivencia nacional en tales circunstancias.

Finalmente, el desempeño económico gubernamental puede medirse por la distancia entre el "bienestar para la familia", prometido hace cinco años, y la frase "queda mucho trabajo por hacer para llegar a los niveles de vida a los que legítimamente aspira la sociedad", pronunciada ayer por el secretario de Hacienda, y cabe preguntarse si la tarea aludida es realizable en los quince meses que le quedan a la presente administración.