n X'Caret genera 18 millones de dólares anuales por concepto de entradas


Tulum y el sur agrícola encarnan los extremos que el turismo quiere unir en Quintana Roo

n Cancún se inventa como un país dentro de otro, con sus 120 hoteles y 24 mil habitaciones

n La avidez de los inversionistas se concentra en la zona arqueológica de Kohunlich

Hay dos Quintana Roo: el turístico del norte, donde en el aprovechamiento de la zona arqueológica de X'Caret se generan, sólo por entradas al parque eco-arqueológico, 18 millones de dólares anuales; el otro del sur es agrícola por el momento, en el que se gestan proyectos comunitarios de fortalecimiento de la identidad, apoyados por la Unión Europea, donde sin embargo la avidez turística ya empieza a sonar en la zona arqueológica de Kohunlich.

La invención de Cancún, hace tres décadas, sorprendió a la entonces floreciente protección patrimonial. Quintana Roo de suyo formaba parte de un gran centro regional del INAH con sede en Mérida, Yucatán, y las zonas de mayor estudio eran Coba, con su pirámide de 42 metros que aún se divisa impresionante entre la selva, así como Kohunlich y Dzibanche, al sur del estado. Y, por supuesto Tulum, que coronaba un corredor de zonas pertenecientes al posclásico, que recorrían la costa del Caribe: Cancún El Meco, Playa del Carmen, Paamul, Chakalal, Xaac, Xelha, Tancah, Chamax, San Gervasio, en la isla de Cozumel, y X'Caret, sitio del que se había desarrollado un estudio para registrar su importancia como puerto de enlace con Cozumel, pero también como lugar de primeros contactos con los españoles.

Cancún se inventa como un país dentro de otro país. La población emigra de todas partes para convertirse en un ejército destinado a los servicios turísticos para sus 120 hoteles y 24 mil habitaciones. En 1997 la Secretaría de Turismo realizó un estudio: ''Cancún necesita localizar áreas de actividad turística fuera del centro urbano y de la zona hotelera. En este contexto, se prevé el desarrollo de nuevos atractivos turísticos en las áreas adyacentes a Cancún".

El análisis hecho por Pacific Consultants International System y Science Consultants Inc., reconocía que el sector turístico participaba en 1992 en 58 por ciento del producto interno bruto del estado, por lo que además del desarrollo de otros sitios de recreo destacaba la opción denominada ''turismo arqueológico".

Y se enunciaba: ''El turismo arqueológico es el más importante producto turístico para la región de Cancún, jugando un rol similar al que juega la naturaleza y la vida silvestre en el turismo de la región de Los Cabos y también similar al que juegan los aspectos culturales mexicanos en la región de Puerto Vallarta. Los productos primarios son el circuito Mundo Maya, que el equipo de estudio evalúa como uno de los mejores circuitos turísticos del mundo... también se proponen algunas rutas adicionales de viaje para recorridos de un día y para aquellos que tienen un itinerario de viaje corto, esto es la ruta Cancún-Tulum-Coba-Chichén Itzá y la ruta Puuc al sur de Mérida. Kohunlich, Xpujil y Calakmul son las áreas donde el turismo arqueológico puede ser combinado con el ecoturismo".

 

La encomienda del INAH

 

En el estado se cuenta con un presupuesto central de un millón de pesos para proyectos, cantidad que debe ser suficiente para que el Centro INAH realice el mantenimiento de Tulum y Coba, zonas que recibieron, respectivamente, 323 y 58 mil visitantes durante el primer semestre de este año.

La arqueóloga Adriana Velázquez Morlet, directora del centro INAH Quintana Roo, explica que además con esa cantidad se trabaja en la zona de San Gervasio, en la isla de Cozumel, donde hay hallazgos del clásico tardío, en El Meco y Oxtankah, y se da mantenimiento menor a la zona sur.

Por apoyos extraordinarios, el INAH Quintana Roo recibe 600 mil pesos de la promotora X'Caret, para trabajos en las zonas cercanas, con lo que se completa el millón y medio de pesos aportados por terceros. Se trata de trabajar, asimismo, el catálogo arqueológico del estado que tiene 11 zonas abiertas al público, algunas de ellas como San Miguelito, en Cancún, cerradas al público y otras, como San Gervasio, con un promedio de más de 10 mil visitantes diarios.

El proyecto fuerte, por el momento, se centra en la zona sur cercana a Kohunlich, donde se tiene el antecedente de un convenio por 2 millones de pesos con la Unión Europea: museo comunitario, taller de reproducciones, proyecto de integración de la comunidad de Nicolás Bravo para el manejo de guías. Un nuevo compromiso se acaba de signar por 5 millones de pesos.

La zona de Tulum es el centro de atracción, hacia el sur, del turismo que inunda las playas de Cancún. Puerto importante en el posclásico, ejemplo relevante de una arquitectura denominada de la costa oriental, Tulum tiene un problema para ser apreciada.

La impresión que produce la muralla frente al mar, el edificio del Castillo, el Templo del Dios Descendente, obvian al visitante buena parte de la riqueza del lugar que se haya por ejemplo en el Templo de los Frescos. Pareciera que el visitante decidiera, por el efecto visual, que lo más importante de Tulum pasa en ese límite con el acantilado, frente a las aguas transparentes del mar Caribe, o en los llamados túneles.

La distribución lógico-histórica de las casi 60 estructuras registradas pasa a un segundo plano, o la belleza de los mascarones como suele ocurrir en Xel-Ha, quizá el más grande puerto de la zona, que destaca por sus posibilidades de exploración submarina. O como sucede, más evidente aún, en X'Caret, donde la muralla característica de la zona pasa inadvertida.

Como acontece con sus verdaderos atractivos, los nombres de las zonas son engañosos: la majestuosa Tulum equivale en su nombre a ''trinchera, cerca", mientras se supone que el nombre prehispánico debió ser Zamá, evocador de un sentido poético: ''mañana" (o lugar en el que se divisa primero el mañana).

 

Kohunlich, ''lugar de corozos''

 

Enrique Nalda es el arqueólogo a cargo del proyecto de rescate y conservación de las edificaciones en la zona de Kohunlich, ubicada en el sur selvático del estado. ''Lugar de corozos", significa el nombre, en alusión al árbol característico de la región. El sitio tiene un templo con mascarones, hallado a partir de una denuncia de saqueo en 1968, de Ignacio Ek, uno de los habitantes de la cercana población de Francisco Villa.

La plaza de la Acrópolis la componen tres estructuras. Siempre serán curiosos los nombres que se le atribuyen a las piedras viejas: estructura B5 o B6, que nada dicen de los conjuntos. En todo caso, la Plaza Merwin, a un costado del juego de pelota, hace referencia al primer arqueólogo que investigó el sitio a principios de siglo. Las piedras viejas esconden su magia al lego y las palabras de Nalda no hacen aparición alguna, cuando explica que fue en el 600 dC, cuando la ciudad alcanza su esplendor y se convierte en urbe de intercambios regionales, y señala en la pared de un conjunto habitacional en ''los 27 escalones" los diferentes estilos y la marca que deja cada arqueólogo.

De repente irrumpe una tromba que obliga a permanecer durante 5 minutos debajo de un dintel. El edificio que Nalda imagina aparece cuando la vista se fija en un detalle de la entrada, un pequeño hueco roto entre las piedras que forman el arco, por el que se filtra un rayo de sol que marca el final de la lluvia. El ruidoso silencio al que había obligado la lluvia o que efectivamente la tierra pareciera soltar un suspiro hacen que el momento sea revelador: el truco de los arqueólogos es que el fragmento de piedra, de vasija, la esquina superpuesta por otra de un periodo posterior, es la escama de otra realidad, y a ellos les toca penetrar la realidad vigente, para evocar aquélla: ''Aquí se puede decir que convivieron habitantes mayas de un estrato alto, posiblemente comerciantes provenientes de diferentes regiones, convencidos de que el enfrentamiento no traía ya beneficios".

Cerca de Kohunlich se encuentra Dzibanche, donde una sensación de encierro entre la Pequeña Acrópolis, frente al Templo del Búho -que es también recinto funerario- invade la conciencia como el santo y seña del lugar, en el que dinteles de madera con escritura calendárica refieren la existencia del centro al que se le atribuye un carácter ceremonial entre los años 300 y 900 de nuestra era. Y de esta historia se enteraron durante el primer semestre, apenas un promedio de 66 personas por día, si se suman los visitantes de Kohunlich y Dzibanche y se supone que quien fue a una de las zonas no visitó la otra.

Nalda también recupera un edificio que supone otra gran plaza en la parte colindante con Kohunlich. Todos los días, de mañana, a la hora en que se hacen los trabajos en la zona de selva, mientras Nalda y la veintena de albañiles y arqueólogos hacen la faena, un grupo exclusivo de turistas, a un par de kilómetros, llega al hotel de lujo construido en una colina cercana. Han llegado en avioneta desde Playa del Carmen. Son apenas la avanzada.