Ť El hábito, un espacio de libertad, dice Luis Sepúlveda


Los planes de lectura, males que interrumpen la educación

Ť Cómo desarrollan los autores su escritura, el último tema en

el cuarto Foro Internacional por el Fomento del Libro

Adriana Malvido /III y última, Resistencia, El Chaco Ť Penetrar sin permiso al escritorio de un escritor. Preguntarles a su mesa, su pluma, su computadora y su silla a qué hora escribe, cómo lo hace, qué lo mueve a jugar con el alfabeto. Saber si cuando desarrolla esa actividad es de día o de noche, si toma vino o cerveza, en qué momento se detiene. Sumergirse para saber qué ha leído, qué autores lo formaron y en qué momento se contagió. Si sufre o goza. Si vive o muere al hacer literatura. Ese privilegio fue el último de los regalos que recibieron en esta ciudad argentina los asistentes al cuarto Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura.

Luis Sepúlveda, narrador chileno radicado en Gijón, España, autor de Un viejo que leía novelas de amor, El mundo del fin del mundo, Nombre de torero, Patagonia express e Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, abre las puertas de su estudio:

''Leo como una persona más, porque tuve la fortuna de un entorno familiar que me acercó al libro como una forma de hacer más grata la existencia y ampliar la posibilidad de soñar.

''Mi educación fue muy buena, hasta que la interrumpió la escuela. Entre los genios del mal me topé con los 'planes de lectura' lanzados por imbéciles en casi todos los países del mundo. ƑCómo obligar a leer a un niño de 12 años El Lazarillo? ƑCómo a un joven de 15 El Quijote? Son dos metáforas terribles respecto de la condición humana, y hay que tener cancha existencial para poder descifrarlas.

''Este es sólo un paralelepípedo de papel y cartulina. El momento mágico se da cuando el lector lo abre y emprende una aventura sensual y única, un viaje por sus páginas. Entonces sí se convierte en un libro. La lectura está llena de secretos y parte de su encanto es que no se pueden explicar.

''Ya está la Declaración universal de los derechos del hombre y del ciudadano. Hay que promulgar los derechos del lector y que éstos incluyan el derecho a decir 'este libro no me gusta', el derecho a dejar un libro a la mitad. Basta ya de la lectura obligada. La lectura es uno de los espacios de libertad más amplios. Ampliar ese espacio es una tarea que emprendemos todos aquellos obsesionados por llenarnos de palabras, de belleza, de poesía".

"ƑCómo me acerqué a la poesía? Antes de los 16 no conocía ese placer ni fue un maestro el que me acercó. Un día estaba en el parque cuando descubrí un camión de mudanzas con nuevos vecinos. Descubrí a la muchacha más hermosa, más bella que había visto. Nos presentamos. Se llamaba Gloria. Pensé: 'Yo con esta Gloria voy a conocer la gloria misma'. La invité a un partido de futbol. 'Te voy a dedicar un gol', le dije. 'A mí no me interesa el futbol', contestó. Días después me invitó a su fiesta de cumpleaños. 'ƑQué le doy?'. Yo tenía un tesoro, lo más preciado de mis pertenencias: un banderín firmado por los cracks de la selección de futbol. Cuando se lo di me miró fijamente y me dijo: 'no me interesa el futbol'. 'ƑQué te gusta?'. La poesía, me dijo. Y me convertí en devorador de libros de poesía.

''Todos los días me enfrento al escritorio con una alegría enorme: šQué afortunado soy, voy a empezar la jornada en el mejor oficio del mundo! No hay nada más hermoso que contar historias, sentir las palabras pasando por el flujo sanguíneo hasta llegar a los dedos. Sólo tengo tres consejos: ni un trago antes o durante el trabajo, no parar hasta no saber cómo sigue la historia y no apurarse jamás al final. Mi amigo Oswaldo Soriano era noctámbulo, yo prefiero las mañanas después de hacer ejercicio y hablar con mi perro en Gijón.

''ƑDónde trabajo? No tengo ni quiero un escritorio. Escribo sobre una tabla que me regaló un viejo panadero en Hamburgo. Es una tabla que tiene granos de masa y que conserva el olor a pan. Junto a la tabla tengo la foto de mis amigos más queridos. Entre ellos está Mempo (Giardinelli).

''Escribo por placer. Para dejar de ser voyeurista o mirón de mí mismo. Me veo como escritor de novelas que habla de otros personajes. El oficio de escritor es un oficio solitario. Estar solo es bueno, contribuye a reordenarse. En cambio, la soledad es lacerante.

Lo más terrible es poner el punto final. Sé que a partir de ese momento algo se va definitivamente, ese mundo del que fui dueño durante meses o años. Se inicia mi pequeña propuesta. Y el primer paso es reintegrarse a la vida. El punto final es la experiencia más grande de la soledad".

Luisa Valenzuela, narradora argentina, abre las páginas de su historia como lectora desde que era niña, cuando adquirió el ''hábito goloso'' por la lectura. Pero ella, como las personas que cuidan de su alimentación diaria, elige qué "comer" para no convertirse en una obesa o anoréxica de la literatura. Le gusta el reto de lo difícil, así sean lecturas acerca de las matemáticas.

"Hay quienes escriben para que los quieran. Yo escribo para que no me quieran. Quiero inquietar, clavar la pluma allí, donde la complacencia no tiene cabida. Pienso que la verdadera literatura sirve para dirigir la mirada hacia otra insospechada región, despertar la felicidad del pensamiento y ver el mundo como un texto que clama por ser descifrado".

Francisco López Sacha, presidente de la Asociación de Escritores de la Unión de Artistas Cubanos, desnudó su vida como escritor en el transcurso del foro. Primero, cuando leyó su cuento ''Un largo y sinuoso camino o la tragedia de un joven cubano cuando supo de la separación de Los Beatles'', y luego, con la narración de un episodio que lo marcó cuando fue a Sarajevo y se reunió con un grupo de niños en medio de la guerra que escucharon su cuento ''El caballo transparente''. Esa vuelta de tuerca lo lleva a narrar el mágico cuento, y como si el relato tuviera efectos de encantamiento, las mujeres del público parecen caer a sus pies. Entre los mensajes de amor salta uno que le pregunta: Ƒcómo se es poeta en Cuba?

''Nunca es fácil ser escritor en ninguna parte. Es un oficio difícil. A unos se les caen los dientes, a otros el pelo. Uno cambia el tiempo, que es precioso, a cambio de un papel. Se trata de un esfuerzo extraordinario para vivir en pos de expresar la vida. Como en Argentina o como en Italia, pasamos el mismo sudor y las mismas vicisitudes, es decir, transitamos por un camino desangrado similar. La diferencia es que el mercado literario no existe en Cuba, así que escribimos sin pensar en las ventas y quizá por eso la libertad es poco mayor".

Fernando Operé, poeta y crítico español, director del Programa de Estudios Hispánicos en la Universidad de Virginia, en la que además dirige grupos de teatro, habla de la ''poesía imposible, poesía necesaria'', y comparte su pasión por la lectura de textos coloniales: ''Son las bases de la literatura que se rebelan a la historia oficial. Crónicas que trataban de explicar lo inexplicable, crónicas que se literalizan y que pueden leerse como las cartas de un hijo perdido a un padre ausente. García Márquez, como muchos otros, las considera como la semilla de la actual literatura latinoamericana, como la base del realismo mágico".

Rodolfo Godino, poeta nacido en Córdoba, Argentina, autor de A la memoria imparcial y Premio Nacional de Poesía, echa a andar la memoria, "esa gran maquilladora que siempre sobrevuela paraísos", para compartir lo que ha leído: desde las tiras cómicas en los diarios, que eran su "cielo semanal" cuando niño, hasta Bradbury, Ballard, Le Guin y Tolkien, a quien propone como lectura obligatoria como un exorcismo contra la televisión.

Hijo de un matrimonio deshecho, "destinado a una soledad usual pero inmerecida, gracias a los libros, que fueron mi centro y mi jaula, nunca estuve perdido". Su lista de autores es inmensa, pero de pronto Godino se detiene para describir: "Así leo hoy: aprendiz de una lista siempre multiplicada que deseo interminable, prescindiendo de cualquier ajuste a la época, ciego y sordo a manipulaciones ideológicas, sólo atento a la poesía, descubriendo mi riesgo, en el centro de una celebración inacabable, sin estrategias, en el más puro desorden, en libertad y anarquía creadoras; en el ojo de la tempestad, porque ųsegún aprendí con Wallace Stevensų en el mundo de las palabras la imaginación es una de las fuerzas de la naturaleza.

"Sucede que cuando trabajo tengo la sensación, siempre la misma, de navegar en aguas no totalmente conocidas. ƑPor qué escribo? Vuelvo a Wallace Stevens para responder: porque la poesía es una purificación de la pobreza del mundo, el cambio, la maldad y la muerte. Es un presente que se perfecciona, una satisfacción en la irremediable pobreza de la vida".

Así termina este foro. Las conclusiones cobran forma de un relato en voz de María Azucena Villoldo y rematado por Luis Sepúlveda ante el público multitudinario: "Este encuentro demuestra que la cultura no la hacen los banqueros, ni los funcionarios con Rolex de oro, sino gente como ustedes, como nosotros, que le apostamos a la sensibilidad, con el único interés de que nuestra memoria no se pierda jamás".