A firma el doctor Frey** que el principal compromiso clínico de la especialidad en Medicina Familiar es con la persona y después con la tecnología. De cara a la excitación que despierta el siempre renovado arsenal de recursos diagnósticos y terapéuticos, su práctica fortalece la relación interpersonal con el paciente, lo que sólo se logra estando con él. La naturaleza del encuentro demanda, pues, tiempo y, sobre todo, responsabilidad del generalista frente al paciente que, de entrada, examina su competencia profesional. Esa responsabilidad es una intervención crucial para todo el proceso de atención. Pero el paciente nunca deja de esperar más.
Esta curiosa reacción azota a todos los sistemas de salud del orbe. Sorprende que debiendo contrarrestarla con políticas clínicas, en México se recurra a ella más bien para hacer patente el grado de insatisfacción del usuario. Después de lo cual, puede escucharse con frecuencia, el reiterado discurso sobre la ``urgencia de reformar'' el sistema de salud. ¿Y cómo? Pues simplemente otorgando al usuario capacidad para elegir otro médico familiar, como si el nuevo generalista elegido no fuera a enfrentar la misma reacción.
Sin tanta alarma reformista, pero sin duda con más eficacia, lo que las políticas clínicas podrían atender es un ejercicio médico contextual, donde ``todo es información'' respecto al mundo en que vive el paciente.
El doctor Fuster, afamado cardiólogo de cepa catalana, presidente de la Asociación Americana del Corazón y avecindado en el neoyorkino hospital Monte Sinaí, no cabe de contento desde que inauguró una clínica en la que no existe diferencia de trato entre los pacientes por sus posibilidades económicas o las de sus seguros: ``me siento orgulloso, ilusionado y apasionado. El paciente es el mismo en todos los países. Quiere que lo cures. En cardiología hay un problema socioeconómico porque la tecnología es muy cara. Me encontré con que quien tenía un infarto y podía pagar tenía acceso a tecnología muy buena, pero quien tenía un seguro bajo no lograba acceder a buena tecnología. Después de muchos años de luchar, finalmente inauguramos un sistema ambulatorio: nadie, excepto el personal de administración, sabrá el tipo de seguro que tiene el enfermo y se utilizará exactamente el mismo tratamiento para todos. No distinguiremos a los pacientes por su situación económica'' (El País, 4/08/99).
La comprensión del contexto vivencial del paciente lo condujo a la certeza de que la psicología es el 50 por ciento de la enfermedad cardiaca: ``por esto es realmente importante captar el aspecto emocional dentro de las manifestaciones que presenta el paciente. Pero hay una parte mucho más importante, que creo se aplica en general: el paciente ha de tener confianza en el médico. Cada individuo quiere ser claramente el mejor para el médico, quiere saber que representa algo importante para él. Creo que el paciente quiere pensar que el médico no tiene más pacientes en el mundo. Esto es básico. De otra manera no se dará la transferencia que es fundamental para la curación''.
Lamentablemente, las políticas clínicas que sí urgen al sector salud no acaban aún de caminar por esa tierra firme. Como señalan los budistas: construyen la casa en el puente. Dice Fuster: ``lo grave es que esto no se explica en las escuelas de Medicina. Educamos a los médicos de una manera muy tecnológica y esto es una gran tragedia. Parece que no hay tiempo para educar a los jóvenes en esa transferencia, esa individualidad, esa parte emocional. Hay demasiada frialdad. La tecnología avanza tan rápido que no deja tiempo para esa otra parte, no hay emoción, no hay contacto''. El diagnóstico de Frey es adecuado: ``mucho más es lo que el generalista discurre para orientar el proceso de la atención, que aquello que realmente hace''.
Claro, en México, como en el mundo, aún es preciso anteponer el problema del tiempo de acceso a los servicios. Los que pueden pagar la medicina privada o aquéllos que, integrados al mundo informal, recurren, pagando, a los servicios localizados en las periferias de las grandes ciudades, pueden no tener que esperar demasiado para el encuentro clínico. Pero la gran mayoría de los asegurados (IMSS, ISSSTE, Sedena, ISSFAM, Pemex, CFE), así como los que no cuentan con ninguna protección y son atendidos por la SSA (población abierta), no tienen más que esperar.
* Investigador de la UAM-Xochimilco
** ``The Clinical Philosophy of Family Medicine'', The American Journal of Medicine, April 1998, Volume 104, pp.327-329