n Culminó el cuarto Foro Internacional de Fomento al Libro y la Lectura
Giardinelli: cada lector aporta su ladrillo a la gran muralla del saber
n La literatura es indagación, pura búsqueda y no sólo para alcanzar revelaciones, sostiene
n Soñar con imposibles, destino y drama de los poetas, señala el escritor argentino
Adriana Malvido/ I, Resistencia, El Chaco n Un estacionamiento lleno, largas filas para entrar a un auditorio colmado con 2 mil personas y mil más afuera buscando un lugar cercano a las bocinas, técnicos de sonido afinando micrófonos, adultos, jóvenes y niños en busca de un sitio hacían pensar que en el Domo del Centenario de esta ciudad argentina estaba por realizarse un concierto de rock o una final de basquetbol. Nada de eso. Iba a comenzar el cuarto Foro Internacional de Fomento al Libro y la Lectura que preside el escritor Mempo Giardinelli. Y en el escenario, no eran ni U2 ni Michael Jordan los convocantes a esa multitud, sino narradores, poetas, bibliotecarios, periodistas, educadores y animadores a la lectura procedentes de diversos países que, luego de tres días en el reino de los insólitos, se sintieron todo menos solos en la convicción de que, como diría Borges, ''la lectura es una forma de la felicidad".
Un peligro para el poder
La preocupación generalizada, con expresión en estadísticas y realidades, en torno de los cada vez más bajos índices de lectura en el mundo y en la metamorfosis de lector-ciudadano a televidente adicto, se enfrentó con otra cara de la realidad: 3 mil maestros, bibliotecarios, estudiantes, jóvenes y padres de familia de poblados, ciudades y países vecinos, que asistieron puntual y de manera participativa a cada una de las mesas, páneles y tertulias narrativas y poéticas para expresar su avidez por el libro y la lectura, y su búsqueda de estrategias para contagiar la pasión por leer en sus localidades.
El foro que organiza Giardinelli cada año, con apoyo de la Universidad Nacional del Nordeste, superó no sólo el número de asistentes sino las expectativas de ponentes y lectores. Caída la noche, luego de largas plenarias e intensos talleres, aún permanecían las personas para escuchar poesía en voz alta. Afuera, los esperaba un regalo: calles repletas de lapachos (árbol característico de la región), tan insólitos como un invierno de 30 grados, como los pájaros que confundieron al domo con el cielo para sobrevolarlo y como el nombre del equipo de futbol local, Chaco Forever.
Giardinelli inauguró en días pasados el foro con una reflexión sobre la lectura como acto creativo: ''ƑSe lee un escritor a sí mismo como lo hace un lector?, Ƒdónde lee el autor ese libro que escribe?, Ƒen que rincón de su mente quedará?, Ƒcómo funciona su memoria?, Ƒa partir de lecturas, lugares y tiempos se despierta su imaginario?, Ƒcómo funciona la memoria de la lectura en el escritor?, Ƒcuándo y cómo el escritor finalmente encontrará su texto y lo verá en su imaginación, para poder escribirlo?..."
Respecto del lector, cuando lee un libro, ''Ƒdónde deposita el contenido y los resultados de su propia lectura?, Ƒpor qué razón profunda lee y de qué manera va escribiendo él también su propio libro, ese libro que es todos los libros y que se llama conocimiento, saber, cultura?, Ƒde qué modo nos transforma la lectura de cada libro?"
Con base en esas preguntas el foro devino intenso diálogo en el que los narradores abrieron a los asistentes los cajones de su escritorio y de su memoria para contar su propia historia como lectores y las motivaciones que los llevan a expresarse mediante la escritura; los poetas fueron escuchados, los especialistas bombardeados con preguntas de qué estrategias seguir, en la casa, en las aulas, en las bibliotecas, para que las personas se acerquen a la lectura y la gocen.
El placer de leer y expresarse en la escritura tiene un sentido más amplio. De eso habla el autor de Luna caliente, El santo oficio de la memoria (Premio Rómulo Gallegos, 1993), El décimo infierno, El género negro, Qué solos se quedan los muertos, entre otros libros, Mempo Giardinelli:
''La literatura es una indagación, es pura búsqueda y no necesariamente para alcanzar revelaciones. Escribimos para saber por qué escribimos, pero también para ser leídos, porque todo texto está dormido, provisoriamente muerto mientras nadie lo lee".
Recuerda las palabras de Juan Rulfo, ''escribimos para no morirnos", para confesar que se escribe para huir de la muerte. Y lee para convocar la vida. ''Porque al lector lo rige Eros y no Thanatos, por eso la lectura es desarrollo, crecimiento".
Leer y escribir, afirma, implican compromisos. ''Para los que vivimos en este adolorido continente, sobreviviendo a las políticas de ajuste y asqueados por la impunidad de algunos monstruos, el compromiso excluyente con la propia obra también produce una fuerte rebelión interna.
''La literatura no está para dar respuestas. Muy bien, pero suele darlas. La literatura, se dice, no sirve para nada. Muy bien, pero no es tan inútil. La literatura, se afirma, no hace revoluciones, pero ha contribuido a algunas de ellas y a todas las ha escrito. Cada escritor se pregunta lo que no comprende, lo que no sabe, lo que duda; cada escritor que cuestiona su propio infierno nos cuestiona a todos, como bien sentenció Quevedo hace cuatro siglos." Ahora, dice, ''podemos agregar que además el buen lector lo cuestiona todo y es por eso que la lectura representa un peligro para el poder".
Leer, Ƒcasi una extravagancia?
Recuerda Giardinelli los dolorosos años de las dictaduras en América Latina, para decir que, cuando ''recuperamos la democracia, también recuperamos el uso de la palabra y volvíamos a ser dueños del pensamiento y de nuestra voz. Sin embargo, el triunfo ideológico de las dictaduras fue tan grande que aún pagamos las consecuencias".
Por eso, agrega, en nuestro país y nuestra América ''suburbios del mundo globalizado", el pensamiento, la razón y la poesía son oficios cada vez más complejos. Y en paralelo, la lectura ''se ha ido convirtiendo casi en una extravagancia". La falta de trabajo y el deterioro económico enturbian el ánimo, envilecen los ideales y debilitan la creatividad. ''Pero como cultura, democracia y libertad son términos inseparables, entonces debemos resistir al desastre económico y a la vez reinventar la esperanza".
ƑPor qué escribimos?, se pregunta Giardinelli y responde: ''Porque además de huir de la muerte dejamos escrito que pertenecimos a este mundo y a esta época". ƑQué puede hacer un poeta, un narrador frente a tan brutales realidades? ''Seguir soñando y contagiar el sueño. Para eso están los poetas. Su destino y su drama es soñar con imposibles, acaso con un mundo mejor".
ƑY por qué leemos y nos importa tanto que otros lean? Responde contundente: ''Porque con cada página leída se construye el pensamiento propio. Con cada libro que se lee se coloca un ladrillito más en lo alto de la gran muralla del conocimiento". Pero también ''porque cada texto bien leído es desmentir a los corruptos, a los autoritarios, a los que medran con el engañoso fin de la historia, a los globalizados que nos gobiernan. Cada lectura demuestra que la historia sigue su curso. Y cada poema y cada cuento demuestran que lo importante de las utopías es soñarlas, porque eso hace más digna la vida y nos permite entrar en la hermosura". Todos, dice, necesitamos de la poesía ''para soportar mejor la propia tragedia".
Es por eso, explica, que los participantes se reúnen cada año para llevar mejores frutos a las comunidades. ''Lo hacemos para seguir creyendo que al menos esta utopía es posible y porque la lectura y el libro están en crisis; sin libros no hay futuro y si nuestros pueblos no leen el seguro destino será más ignorancia y peor calidad de vida".
La lectura es acto de resistencia, concluye Giardinelli y le hace, de paso, un homenaje a esta ciudad del nordeste de Argentina que luego de tres días de alimentar la utopía fue declarada por la novelista Luisa Valenzuela ''capital de la imaginación".