El silencio de Ernesto Zedillo sobre la Universidad Nacional en su mensaje del 1o. de septiembre tiene al menos una explicación. La súplica pública hecha por el rector Francisco Barnés al gobierno para que le recupere por la fuerza las instalaciones universitarias, no ha recibido una respuesta favorable del grupo gobernante, que está enredado en sus propias contradicciones y ahora ve con estupor cómo un conflicto que pudo resolverse por la vía del diálogo, ha llevado a una gravísima crisis por la ineptitud y mala de fe quienes están al frente de la universidad.
1. Las desafortunadas declaraciones de Ernesto Zedillo sobre la UNAM, lo mismo en un encuentro con jóvenes en Los Pinos (27 de agosto) que al recibir a la delegación de Rectoría (31 de agosto), han puesto de relieve la forma tan abusiva en la que su gobierno ha estado violentando la autonomía universitaria: restringiéndole el presupuesto, alentando su reconversión neoliberal, avalando la intransigencia de las autoridades y ahora lanzando un ultimátum a los estudiantes para que acepten la propuesta de los (autollamados) ``eméritos'' o se atengan a la respuesta del Estado.
2. El dilema de la UNAM no es desde luego el de ``los eméritos o el desastre'', como pretenden Barnés y Zedillo en su afán de lograr la rendición incondicional de los estudiantes. La universidad se halla frente a otro dilema, y éste es el de saber si puede salir de la crisis por la vía de un diálogo entre el CGH y las autoridades, y al que hasta ahora se ha opuesto Barnés, o debe subordinarse al uso de la fuerza que pretenden los burócratas universitarios ante su incapacidad para dialogar. Es decir, si la situación actual de la UNAM puede tener una salida democrática y universitaria, o se va a profundizar la crisis por una impronta autoritaria del régimen.
3. La decisión del CGH de anunciar de nuevo su voluntad de diálogo con las autoridades (30-31 de agosto), ha puesto por eso una vez más en entredicho a las autoridades universitarias, que parecen empecinadas en subordinar a los jóvenes a su ultimátum con la ayuda del PRD, aunque éste siga fracasando en todos los frentes. Los esfuerzos del CEN perredista por coptar a los dirigentes de al menos dos de las corrientes del CGH, ofreciéndoles sueldos y posiciones en el 2000, a cambio de que ``flexibilizaran'' el pliego estudiantil, y no defendieran ya dos de los puntos centrales del movimiento (las modificaciones en materia de inscripción y permanencia de 1997, y la relación de subordinación de la UNAM al Ceneval), se vieron frustrados, pues el resolutivo final de los estudiantes estableció que estarían dispuestos a no discutir estos puntos por el momento, siempre y cuando, previa suspensión de su aplicación, se acordase que resolviera sobre el particular un congreso universitario resolutivo.
4. Los estudiantes saben bien que lo que buscan las autoridades es precisamente que al levantarse la huelga con la promesa de unos foros que no conducirían a nada, todo quedase igual: con la misma universidad neoliberalizada, las mismas autoridades, el mismo autoritarismo, las mismas prácticas de corrupción. El actual Reglamento General de Pagos, como no debe olvidarse, a) sigue reconociendo, por ejemplo, que hay cuotas, lo que es anticonstitucional, pero más aún: b) en las pasadas inscripciones, al menor descuido, se forzó a muchos alumnos a pagar las cuotas llamadas ``voluntarias'', con el señuelo de que su importe les sería devueltos.
5. La supuesta ``estrategia'' del rector Barnés para doblegar al CGH sin tener que echar marcha atrás en ninguna de las medidas ha fracasado, sin embargo, porque no ha tenido el consenso de la comunidad universitaria. Muy pocos lo han apoyado en sus políticas de primero negarse a dialogar y a afrontar sus responsabilidades, y ahora de solicitar al gobierno federal que con las fuerzas armadas le entregue las instalaciones universitarias. Al mitin del 31 de agosto en el Auditorio Nacional (al que por la vía telefónica se conminó a académicos, administrativos y estudiantes) no concurrieron más de 3 mil asistentes, según los observadores (tantos como en junio en Santo Domingo), lo que es para él un desastre si se considera que, según el STUNAM, hay por lo menos 12 mil empleados de confianza. De ahí que ya en plena locura su oficina de prensa pretenda que hubo diez veces más: lo que seguiría siendo el ridículo total.
6. La propuesta de los ocho profesores (que resultó no eran ``eméritos'' todos), antes de que lo haga el Consejo Universitario, ha sido apoyada ciertamente, y con mucha enjundia, por el rector Barnés (que se apoyó a sí mismo), por Ernesto Zedillo, por las ``Mujeres de blanco'', por Francisco Labastida, por el grupo Nexos, por el aparato corporativo de la UNAM y, desde luego, por el PRD y sus cuadros académicos, que han gastado millones en desplegados, cuya característica principal es que no tienen un solo argumento: y en donde no han contestado a dos cuestiones muy sencillas: ¿cómo puede resolver el conflicto una propuesta unilateral que no responde a ninguno de los seis puntos del pliego estudiantil? Y la segunda y más importante: ¿qué razones tiene la Rectoría para oponerse a un congreso resolutivo.
7. La pregunta clave es esa: ¿por qué la Rectoría ha llevado a la Universidad Nacional a una suspensión de labores de más de cuatro meses, con tal de impedir que la comunidad universitaria debata sobre el futuro de la Universidad Nacional en un congreso resolutivo?
8. Habría sin embargo otras preguntas más en este contexto y una de ellas es: ¿por qué razón los articulistas a sueldo del gobierno capitalino o del PRD manifiestan tanta impotencia ante la huelga en la UNAM y no tienen argumentos sino invectivas para los estudiantes y para quienes no piensan como ellos, dando un espectáculo deplorable?
9. El rector Barnés ha fracasado a lo largo de más de cuatro meses en todos sus objetivos, salvo en uno: el lograr que el PRD le haga el trabajo sucio para levantar la huelga y, sobre todo, el que carguen con el desprestigio en vistas al 2000, de manera que, según su cálculo, al terminar el conflicto (sin hacer mayores concesiones), quedasen derrotados no sólo los estudiantes sino también el PRD. Los cuadros perredistas que desde mayo han dado muestras de un gran nerviosismo por que se levante la huelga no parecen darse cuenta sin embargo del papel de esquiroles al que han sido relegados por el ``sistema'', y es muy difícil que puedan sacar una lección del trato que los priístas dieron al líder parlamentario del PAN el 1o. de septiembre, ya que así trata ``el sistema'' a quienes le ayudan servilmente.
10. La única vía de solución al conflicto de la UNAM es la que ha propuesto desde un inicio el movimiento estudiantil: el diálogo público entre universitarios y la democratización de la Universidad Nacional en un congreso resolutivo y de frente a la sociedad.