n A gritos, los priístas trataron de interrumpirlo


Los mexicanos exigen cuentas claras, respondió Carlos Medina

n El panista reclamó al Presidente el incumplimiento de su compromiso de comunicación fluida con la actual Legislatura

Ciro Pérez Silva y Rosa Elvira Vargas n La breve respuesta al quinto Informe de Gobierno del mandatario Ernesto Zedillo fue, como advirtió días antes el presidente en turno del Congreso, el panista Carlos Medina Plascencia, "contundente".

Desde la misma tribuna en la que el Ejecutivo federal formuló hace dos años un compromiso de mantener con la presente Legislatura una comunicación "fluida y permanente" para hacer posible la generación de políticas de Estado, que dieran confianza y estabilidad al país, Medina Plascencia le reclamó el incumplimiento de su palabra, ante la indignación de la bancada priísta, que como resorte brincó de sus curules para iniciar un coro de insultos y silbidos que acompañó la intervención del panista.

El coordinador del blanquiazul sostuvo también que resulta "inadmisible" que quien ha protestado cumplir y hacer cumplir la Constitución, al hallarse en su quinto año de gobierno "pregunte al pueblo cómo y cuándo debe aplicarse la ley" y advirtió que "resulta una grave perversión del poder público pretender que la sociedad se organice para defender las instituciones, cuando son éstas las que deben defender a la sociedad".

"šHijo de Salinas!", "šprovocador!", le gritaron desde el Bronx, mientras Medina aseguraba que "los agravios que viene acumulando la sociedad y la desesperación de millones de seres humanos -hundidos en la pobreza evitable, que es la peor de las pobrezas- no permiten el aplazamiento de soluciones alcanzables ni, mucho menos, la persistencia de una retórica totalmente vacía y desgastada por el uso y abuso que de ella se hace cada año, en este mismo ritual".

Elevando el tono de voz, el coordinador de la bancada panista logró superar la gritería del partido en el gobierno para advertir al presidente Zedillo que de nada sirve escuchar una vez más que "vamos bien", si la pobreza sigue aumentando "peligrosamente" en el país y preguntar el significado de la frase "hemos retomado el rumbo", cuando "todos constatamos que, precisamente, lo que falta es hallar un camino de justicia y equidad para todos".

Todavía bajo control, los priístas le reclamaban a su coordinador, Arturo Núñez, que interviniera porque de acuerdo con ellos, el panista estaba violando la Ley Orgánica al expresar opiniones personales y de partido que no reflejaban "el sentir de todo el Congreso", pero Núñez no les dio respuesta.

"ƑCómo podemos aceptar la reiteración de que se han sentado las bases para insertarnos en el desarrollo?", insistió desde la tribuna el panista intentando imponerse a la gritería, "si el sistema educativo nacional no ha sido capaz de modernizarse, como lo exigen la justicia y un mundo globalizado y, peor aún, si en nuestra máxima casa de estudios no se pueden expresar el pensamiento libre, la idea luminosa, ni los propósitos superiores de la nación".

Para entonces la gritería se había generalizado. De una parte los priístas coreaban el nombre de Porfirio Muñoz Ledo y lo conminaban a ser él quien respondiera al Informe presidencial, y por la otra las oposiciones aplaudían la intervención de Medina, quien no sabía si llamar al orden en su carácter de presidente del Congreso de la Unión o continuar con su discurso.

Con la Ley Orgánica del Congreso en la mano, Eduardo Bernal y el senador Eduardo Andrade se encaminaron a la tribuna para exigir que la respuesta del presidente en turno "se ciñera a lo que establece la norma", mientras los del Bronx priísta, menos inclinados por el diálogo, saltaron al pasillo central encabezados por el líder de los ferrocarrileros, Víctor Flores, buscando tomar por asalto la tribuna.

Las agresiones verbales se extendieron a todo el salón de plenos. En las primeras filas, Muñoz Ledo se interpuso entre la senadora Irma Serrano y los senadores del PRI, justo en el momento en el que pasaban de las palabras a las manos.

Los panistas César Jauregui y Francisco José Paoli Bolio y el priísta Enrique Jackson hacían llamados a la "cordura" logrando conjurar la primera embestida tricolor.

"ƑAlguien puede afirmar, con apego a la verdad, que ya pasamos lo peor, mientras las comunidades indígenas del país siguen acumulando miseria y desesperanza?", lanzó Medina levantando nuevamente la silbatina tricolor; "Ƒes válido proclamar que el mundo nos admira, por haber logrado lo que jamás se ha visto en país alguno de la Tierra, cuando la población en su conjunto sufre del flagelo de la violencia incontenida, que despoja y asesina a despecho de la autoridad?", continuó, luchando con el desorden generalizado.

Vino entonces el primero y único reconocimiento al Ejecutivo, apaciguando los ánimos de los priístas y arrancando incluso algunos aplausos. "Es verdad, ciudadano Presidente de la República, que los datos macroeconómicos difundidos por usted y por funcionarios de su gobierno reflejan que las finanzas públicas en este ejercicio han mantenido un grado de equilibrio no desdeñable. En ello debemos persistir" .

Pero ese resultado, aseguró el panista, no ha sido consecuencia de políticas públicas con sustento ético y contenido social. "El bienestar de la familia fue solamente un lema de campaña; la población ha sido sacrificada; la desigualdad ha ido en aumento; el ingreso nacional continúa concentrándose en grupos vinculados estrechamente con el gobierno y siguen prevaleciendo márgenes muy altos de ineficiencia y corrupción en el aparato administrativo", alcanzó a cuestionar con voz apenas audible, antes de una nueva pausa que fue aprovechada por el PRI para gritar a coro "šquiere llorar!, šquiere llorar!, šquiere llorar!".

Por encima de los gritos, el panista advirtió que no se logrará blindaje alguno para la economía nacional, mientras subsista la incapacidad gubernamental para generar condiciones de bienestar social; mientras la incompetencia del poder público impida conciliar el respeto a las libertades con la aplicación de la ley; el pluralismo con la unidad nacional; la globalidad del mundo moderno con los sentimientos tradicionales y capacidades de la nación; la gobernabilidad con la división de poderes y el auténtico federalismo y la competencia electoral con la equidad y la justicia.

El coordinador de Acción Nacional siguió con la lectura de su discurso asegurando que son muchas las "grandes rectificaciones" que se deben lograr en la vida de la nación, y que de manera "especialísima" resulta impostergable abatir los márgenes de funcionamiento e impunidad de la delincuencia organizada, siendo la más peligrosa de todas "la que se gesta y se opera desde los altos niveles del gobierno".

En medio de la romería en que se había convertido el salón de plenos, Medina Plascencia alcanzó a referirse al financiamiento de la campaña del propio presidente Zedillo y sostuvo el hecho de que a cinco años de las elecciones federales que lo llevaran al poder sigan apareciendo documentos que demuestran el "enorme saqueo" al erario nacional, acreditan la iniquidad del proceso comicial y explican la negativa del su gobierno para proporcionar la información, "que de manera legal y precisa" le solicitó la Cámara de Diputados.

"La sociedad mexicana exige cuentas claras y merece rectificaciones sinceras. No basta reconocer en foros internacionales que el proceso electoral de 1994 fue inequitativo, ni resulta suficiente hablar en este recinto del combate a la corrupción; México debe evitar a toda costa que el crimen organizado vuelva a manchar de sangre la competencia política y que ésta se decida por el derroche del patrimonio de los mexicanos", enfatizó antes de que el desorden lo obligara a dar por concluida la respuesta al Ejecutivo.

Apresurado, llamó a los legisladores e invitados a entonar el Himno Nacional e, inmediatamente después, dio por concluida la ceremonia.