LETRA S

Agosto 5 de 1999


Drogas, VIH, y la percepción de riesgos

Después del reventón

ls-lengua

"Si algunos individuos ignoran ciertos riesgos evidentes,

debe ser porque sus propias comunidades

los alientan a hacerlo"

Mary Douglas*

 

CARLOS BONFIL

 

Uno de los escollos más importantes en la prevención del sida en nuestro país, es la falta casi total de una cultura de la percepción del riesgo, tanto en lo que se refiere a las conductas sexuales que favorecen la infección por VIH, como en lo relativo al consumo de drogas, las sustancias inhalables, y el alcohol, que podrían propiciar una incidencia mayor de casos de sida, particularmente entre la población juvenil.

De acuerdo con los datos que arroja la tercera Encuesta Nacional sobre Adicciones (ENA), realizada en 1998 por la Secretaría de Salud (Ssa), en México se registró en los últimos cinco años un incremento de 35 por ciento en el consumo de drogas. El estudio revela que de cada 100 mexicanos entre 12 y 65 años de edad, 5.2 por ciento ha consumido drogas ilegales, lo que representa un total aproximado de 2.5 millones de personas. La mariguana es la droga que más personas consumen; en segundo lugar figura la cocaína, y después los alucinógenos, sustancias inhalables y metanfetaminas.

ls-poppersPor su parte, el Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic) señala que el sector estudiantil es el más vulnerable al consumo de estupefacientes, pues mientras la tasa de acceso a estas sustancias a nivel nacional es de 5.3 entre cada 100 habitantes, la de ese grupo es 54 por ciento mayor. Según un estudio de la directora de esta institución, Haydée Rosovsky, y de María Elena Medina Mora, directora de investigaciones del Instituto Mexicano de Psiquiatría, 82 alumnos de cada mil se ven afectados por el uso de marihuana, cocaína, inhalantes y metanfetaminas, con edad promedio de 16 años como momento en que experimentan su primer contacto con las drogas. (Reforma, 19 de febrero, 1999.)

Estos estudios sugieren, por un lado, que las diferencias antes registradas entre la región norte y centro del país, se van desvaneciendo, y con ello el mito de que el consumo fuerte de droga sólo se concentra en territorios fronterizos, y por el otro, el de pensar que los riesgos relacionados con la transmisión del sida sólo afectan a un grupo muy reducido de usuarios de drogas intravenosas. El consumo de drogas se vincula cada vez más con estilos de vida juveniles en las zonas urbanas, y el acceso a ellas es cada vez más fácil, debido básicamente a la reducción de su costo y a que muchos jóvenes participan del negocio de las drogas a la vez como consumidores y como enlace entre narcotraficantes y usuarios potenciales, en escuelas, discotecas y conciertos de rock. "El consumo nacional tiende a incrementarse y a alcanzar dimensiones insospechadas por la relativa facilidad con que se consiguen las drogas tradicionales --marihuana, cocaína, heroína e inhalables--, y por la fuerte penetración y rápida aceptación social de las llamadas drogas químicas, como las metanfetaminas, provenientes de los países del Este europeo." (Proceso, 4 de julio, 1999.)

 

ls-mariguanaDe frente al vacío

En lo que respecta al sida, y a otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), conviene de entrada establecer una distinción entre una población vulnerable plenamente identificada, la de los usuarios de drogas que de manera regular recurren a las jeringas hipodérmicas, con la posibilidad de intercambio de las mismas y el consiguiente aumento de riesgos de infección por VIH, y otra población "flotante", la de los usuarios ocasionales, que sin una adicción bien establecida, experimentan toda una variedad de drogas, desde la marihuana (mota) y el éxtasis (tachas), hasta la cocaína, el crack, estupefacientes, inhalables, poppers, ácidos y, eventualmente, la heroína. A algunas de estas drogas "de diseño" se les conoce en Estados Unidos como party drugs, por asociarse su consumo a fiestas, "reventones" o raves multitudinarios, donde en materia sexual y de excitación sensorial, todo está permitido. Aunque comúnmente se señala al alcohol como la sustancia que más favorece las conductas de riesgo y el abandono de precauciones en sexo seguro (por el torpor y confusión que provoca en quienes abusan de su consumo), las drogas mencionadas también inducen a estados de agitación física y mental, o de abandono completo, que pueden propiciar dichos comportamientos. Otros factores --el machismo, el deseo de transgresión social, el apremio de afirmarse dentro de una comunidad--, también contribuyen a que las personas, de modo especi-al los adolescentes, minimicen esos riesgos, o elijan incluso correrlos a manera de desafío.

ls-cocaina

Drogas: las interacciones peligrosas

En materia de prevención cabe también establecer una distinción entre las personas seronegativas, para quienes el riesgo de infección por VIH se acrecienta considerablemente bajo el influjo del alcohol o de las llamadas drogas de diseño, por ser éstos factores que potencialmente inhiben la vigilancia del individuo sobre sus propias conductas de riesgo, y las personas que sabiéndose portadoras del VIH recurren a las drogas sin conocer los riesgos muy específicos que éstas representan para su salud ya comprometida, y por ignorar las maneras de reducirlos, sobre todo en la combinación con los fármacos antivirales que puedan estar consumiendo paralelamente. Por citar un ejemplo de interacción negativa, se sabe por experimentos en laboratorio que la cocaína --fumada, inhalada o inyectada-- hace que el virus de inmunodeficiencia humana se multiplique a un ritmo 20 veces mayor que el habitual; de igual modo, el éxtasis combinado con un inhibidor de proteasa --el ritonavir-- ha sido letal en el caso de Philip Kay, un joven inglés fallecido en una discoteca luego de intentar esa combinación. La heroína y los estimulantes (speeds) pueden potenciar e intensificar las sensaciones de mareo, náuseas y ansiedad, acelerar el ritmo cardiaco, dificultar la respiración y acentuar la deshidratación de personas bajo terapia de antirretrovirales. El riesgo más considerable, sin embargo, es inducir a la persona seropositiva a la no adherencia, es decir, a no observar la disciplina adecuada en la toma de medicamentos y propiciar así nuevas resistencias del VIH a las diversas terapias antisida.

 

*Douglas, Mary. Risk acceptability according to the social sciences, Routledge, 1986.

Fuentes: Peter Aggleton, ed. AIDS: safety, sexuality and risk., Taylor & Francis, London, 1995

Gabi Horn, Party favors. POZ, junio 1998.