Varios especialistas sostienen que en Estados Unidos hay una ``nueva economía''. La globalización de los mercados y la computarización de las actividades productivas habrían transformado en su raíz la operación tradicional del sistema económico, de manera que éste puede ahora generar las ganancias de competitividad requeridas para sostener en el largo plazo un crecimiento vigoroso y sin presiones inflacionarias.
De los años cincuenta a los setenta, cuando el crecimiento acercaba la economía al pleno empleo, las presiones inflacionarias se incrementaban; para controlarlas se ``enfriaba'' la economía, pero esto reducía la ocupación. La política económica estaba obligada a optar de manera permanente entre uno u otro extremo, hasta que los intervalos se fueron acortando. De acuerdo con quienes piensan que ha surgido una nueva economía, las cosas ahora serían muy diferentes. Las reformas de los años ochenta y noventa habrían hecho posible la coexistencia de bajos niveles de inflación y de desempleo de la fuerza de trabajo, de manera que hoy los responsables de la política económica no enfrentan el dilema de sus predecesores. Y es justamente en este punto en el que los partidarios de la ``nueva economía'' basan sus cada vez más grandes discrepancias con los análisis y decisiones de Alan Greenspan, el jefe del Sistema de la Reserva Federal (Fed).
Como se sabe, las sucesivas subidas de las tasas de interés decididas por la Fed desde el otoño de 1989 hasta las de la semana pasada, han sido justificadas por Greenspan como medidas dirigidas a reducir los riesgos de aceleración de las fuerzas inflacionarias subyacentes en la economía. Un editorial del influyente The Wall Street Journal --muchos de cuyos más reputados expertos han proclamado el advenimiento de la ``nueva economía''-- preguntaba: ``¿qué inflación? No vemos ninguna; no, al menos, con los indicadores que, se supone, son considerados por Greenspan. Queda la sospecha de que la Fed teme la desacreditada vieja noción de que el crecimiento económico, que va de la mano con la creación de empleo, causará de alguna manera inflación... ¿Podrá alguien en la Fed, especialmente Greenspan, explicar por qué los mercados deberían estar intranquilos acerca de las infundadas preocupaciones de la Fed sobre una teoría que carece de sentido?''
The Wall Street Journal no tuvo que esperar mucho tiempo por una respuesta. El viernes 27 de agosto, en una conferencia sobre cuestiones monetarias del Banco de la Reserva Federal de Kansas, el mismo Greenspan hizo ver que, cuando las autoridades monetarias toman decisiones sobre las tasas de interés, ``dejaron de darse el lujo de observar en primer lugar el solo flujo de bienes y servicios''. Coherente con sus tomas de posición de todos estos años, el jefe de la Reserva Federal fue categórico: una de las fuerzas económicas con más capacidad de acelerar la tasa de inflación es ``el aumento extraordinario de los precios en el mercado accionario''.
Para Greenspan, entonces, este mercado es un riesgo de inflación similar al que significa un mercado de trabajo rígido, fuertes incrementos salariales, un crecimiento de la demanda más veloz que el de la oferta de bienes y servicios o modificaciones bruscas del tipo de cambio del dólar.
Así, ante la proclama del triunfo absoluto del mercado, que está implícita en el supuesto advenimiento de una ``nueva economía'', Alan Greenspan persiste y afirma: el riesgo inflacionario sigue presente en lo que él mismo denominó la exuberancia especulativa de los mercados financieros. Es decir, en la vigencia de una vieja práctica autodestructiva que los ideólogos de la nueva economía parecen ignorar.