n Los etruscos, el misterio revelado se abrirá en el Museo Nacional de Antropología
Origen e idioma, dos incógnitas de Etruria
n Incluye 457 obras, divididas en 12 salas y cinco temas acerca de diez centurias de civilización
n El papel igualitario de las mujeres en esa sociedad se terminó con la invasión de los romanos
Arturo Jiménez n Con la exposición Los etruscos, el misterio revelado, aún no se llegarán a conocer de manera precisa dos de las principales incógnitas de esta gran civilización de la antigüedad: su origen y los significados de su idioma.
No obstante, sobre el primer aspecto se conocerán los últimos avances de la arqueología, que ha resuelto ''casi por completo" esa cuestión planteada desde Herodoto, para quien los etruscos provenían del Cercano Oriente, y Dionisio de Halicarnaso, que hablaba de un origen autóctono en la parte central de Italia.
Las diferencias étnicas y lingüísticas etruscas con otras culturas del Mediterráneo antiguo han sido la fuente de todo esto. Dice uno de los textos para esa exposición, que se inaugurará mañana en el Museo Nacional de Antropología:
''Hoy es indudable que la población etrusca tuvo un origen italiano, aunque fue de ascendencia distinta a la de los pueblos latinos, y que su cultura se enriqueció con elementos de grupos orientales y mediterráneos -sobre todo griegos- con los que mantuvo contacto comercial."
Acerca del segundo misterio, las miles de inscripciones de la lengua etrusca encontradas hasta ahora por los arqueólogos son aún incomprensibles, pese a que sí pueden leerse porque fueron escritas utilizando el alfabeto de sus vecinos griegos.
Pero más allá de los datos duros de la historia, los adivinos etruscos vaticinaron que su pueblo viviría diez centurias, y así sucedió, pues esa cultura emergió en el siglo VIII antes de esta era y terminó con la invasión y enorme destrucción causada por el imperio romano, cuando corría el siglo III dC.
Y aunque el cuerpo de creencias etruscas hoy es considerado como ''fatalista", se sabe que la nobleza romana solicitaba los servicios de los adivinadores de Etruria e, incluso, que el emperador Claudio dedicaba buena parte de su tiempo libre al estudio de esta religión.
En una de las salas se observa una reproducción de los hígados de carnero en bronce en donde los etruscos grababan sus inscripciones. Tras el sacrificio de uno de esos ovinos, los adivinos leían los bordes de ese y otros órganos para conocer los augurios.
Dice un texto junto al hígado de Antropología: ''La religión etrusca era fatalista y supersticiosa: el destino humano, se creía, estaba decidido por dioses misteriosos y sobrenaturales".
En esa sala, que es la última de las 12 de la exposición, se aprecia la diosa Minerva, adoptada por Etruria de los griegos y que figura entre otras piezas que dan cuenta de más aspectos de la religión y la ideología etruscas.
Conocida sobre todo por sus aspectos funerarios (se habla incluso de necrópolis etruscas), esta cultura cuenta entre su seres mitológicos a cierto tipo de ángeles, aunque la cosmogonía ubicaba a éstos en el terreno de lo maligno.
Los centauros de Etruria también tenían su peculiaridad: si predominaba la parte humana, estos cuadrúpedos humanizados -o viceversa- eran poseedores de una gran sabiduría, pero si prevalecía la mitad animal, la crueldad se convertía en su signo.
Feministas de la antigüedad
Otra faceta luminosa de la cultura etrusca era el papel igualitario de la mujer ante el hombre, actitud civilizatoria superior a la de otros pueblos mediterráneos vecinos. Ello le granjeó cierto ''desprestigio" a los varones de Etruria por parte del machismo circundante y predominante.
Por ejemplo, las mujeres etruscas sí podían acudir a los banquetes y participaban en política, o tenían propiedades y sus hijos heredaban su apellido. Pero este paraíso femenino se terminó con la invasión de los romanos, quienes hicieron lo posible por desaparecer los vestigios de esa civilización.
''La mujer estrusca podía salir sola a la calle, a diferencia de, por ejemplo, Grecia, donde tenían que ser acompañadas por una escolta. Y en la literatura romana la mujer etrusca era mal vista", dice con cierta picardía Ana Rastrelli, directora del Museo Nacional Arqueológico de Florencia, Italia.
Pese a ello, es un hecho que la cultura griega tuvo una fuerte influencia en la etrusca y, a su vez, ambas permearon a la romana.
La impactante réplica de la tumba de Inghirami contiene gran cantidad de blancas urnas funerarias de alabastro, todas coronadas por personajes recostados de lado, posición típica de los banquetes luctuosos. En esas comidas se reunía toda la familia, pero sólo los personajes importantes podían beber vino, que tenía un significado sagrado.
En la parte inferior de estas urnas aparecen en relieve escenas diversas de guerreros, de centauros al lado de figuras humanas o representaciones mortuorias.
Exportadores de bronces monumentales
La avidez de riqueza y prestigio de la nobleza etrusca encontraba satisfacción con los objetos de arte oriental llevados por mercaderes griegos y fenicios, intercambio que enriqueció la producción local. A cambio, los bronces monumentales de Etruria eran codiciados por las aristocracias del mundo antiguo, incluida la que vivía en la orgullosa Atenas clásica, importadora de esas piezas.
Pero la joyería fina también era bien vista, como los trabajos en oro de la todavía hoy desconocida técnica del granulado. Un ejemplo de estos bellos objetos es la fíbula de oro laminado con decoración granulada procedente de la tumba del Litore, pieza que también será exhibida.
Los últimos objetos en llegar de los museos de Italia a México son los de grandes dimensiones, entre ellos el León monumental de Val Bidone, bronce de ocho toneladas de peso.
Las piezas de la exposición son de materiales como oro, plata, bronce, alabastro, mármol, cerámica y piedra. Entre ellas destacan las urnas de Villanova, las ruedas del Carro de Populonia, la tumba de los Flabbeli, fragmentos del techo del palacio de Murlo, urnas policromas y el sarcófago monumental de Larthia Seianti.
Son 457 objetos, distribuidos en 12 salas y cinco temas. Todo ello para dar cuenta de diez siglos de historia, arte y cultura etruscas que la antropología italiana ofrece a cambio a la antropología mexicana por Los mayas, exposición de gran éxito en Venecia y que ahora se alberga en San Ildefonso.