n Púrpura, novela en la que aborda una ciudad de México real e imaginaria


Llegué tarde a las letras, porque escribía en secreto: García Bergua

n ''Siempre pensé que mi vocación era la plástica, pues antes estudié escenografía''

n Insisto en el mecanismo de partir de un concepto y hallarle forma, señala la narradora

César Güemes n Escribió Ramón López Velarde, el inagotable: ''Me impongo la costosa penitencia/ de no mirarte en días y días, porque mis ojos,/ cuando por fin te miren, se aneguen en tu esencia/ como si naufragasen en un golfo de púrpura,/ de melodía y de vehemencia". Y escribe hoy Ana García Bergua su novela Púrpura que, editada por Era, desarrolla el binomio que forman Artemio y Mauro, primos, en un encuentro que se efectúa en la ciudad de México de entreguerras, una urbe al mismo tiempo real e imaginada.

 

Pensar como diseñadora

 

-Has manifestado que llegaste un tanto tarde a la literatura. ƑA qué se debe esa idea?

-Siempre pensé que mi vocación era la plástica. De hecho llegué a estudiar escenografía teatral y ejercí como escenógrafa durante un tiempo. Pienso que llegué tarde a las letras porque escribía a escondidas, sin mostrar a nadie los resultados. Cuando comencé con mi primera novela todavía no pensaba que fuera escritora. Aquel libro quedó listo cuando tenía 32 años.

-Es la edad promedio de la generación actual que escribe y publica.

-Bueno, he visto que generaciones posteriores comienzan a los veintitantos. Por eso tengo la sensación de que empecé tarde.

-En todo caso, la madurez tuvo que llegar más rápido en tu escritura.

-Creo que sí, en caso de que haya llegado. Ahora me siento más suelta, menos preocupada por tratar asuntos que puedan parecer frívolos o jocosos. De algún modo siento que la escritura se me ha soltado un poco más. Eso puede representar cierta madurez, el hecho de que te dejen de importar elementos que son más trabas que apoyos para la escritura.

-Esta generación a la que perteneces, a la cual según se entiende llegas después que el resto, Ƒimporta para tu trabajo?, Ƒpesa de algún modo?

-Me parece que no. Conocí a varios escritores de mi generación, no como narradora sino dentro de mi otro desempeño profesional. En cuanto a compartir, me importó mucho cuando me dieron la beca de jóvenes creadores el hecho de conocer a personas estrictamente de mi generación con quien no tenía trato. Encontré coincidencias y un espacio en común. Eso fue muy significativo para mí.

-ƑEncuentras relación entre aquello a lo que te dedicabas hasta hace un tiempo y la escritura?

-En Púrpura sí, y pienso que se nota. Fue un poco el experimento de desarrollar literariamente un diseño de teatro o de cine. Existe la conexión porque sigo pensando como diseñadora, continúo con el mecanismo de partir de un concepto y encontrarle forma. Sólo ha cambiado la herramienta.

 

Echar mano de historias guardadas

 

-La diseñadora hizo Púrpura, pues, de algún modo.

-Más o menos. Esta novela originalmente correspondía a un diseño pequeño, el relato de un joven de provincia que visita a su primo. Y la idea era que ese joven describiera los pormenores de cómo vivía el primo. El juego consistía en que el sujeto visitado era una persona de lo más común y corriente, aunque por la manera en que era descrito adquiría una dimensión admirable. Lo que me pasó fue que yo también me lo creí, comencé a admirar a ese personaje del primo. Con eso el relato se siguió, rebasó el espacio del relato corto y entonces eché mano de muchas historias que tenía guardadas, entre ellas varias noticias de periódico. Consulté Revista de revistas, por ejemplo, para retomar el espíritu de la época. No sé cómo pudo haber sido ese México, aunque me habría gustado conocerlo. Me atraía tanto que me dediqué a escribir con ese contexto. Es un México inventado, pero sí tiene algo del ambiente de la época.

-Hubo un porcentaje de investigación, entonces.

-No propiamente para la novela, sino que utilicé otras investigaciones anteriores, correspondientes a trabajos distintos.

-ƑCómo te resultó entrar al mundo varonil a partir de las dos visiones masculinas que manejas?

-Fue algo raro. Siempre tuve la sensación de que Artemio me estaba hablando y yo sólo escuchaba y transcribía lo dicho por él. Lo entendía, aunque fuera hombre, porque pienso que el amor, la pulsión erótica y el sufrimiento amoroso deben ser muy parecidos en hombres, mujeres, homosexuales, travestis y demás.

-ƑCon las partes dialogadas no tuviste inconveniente?, Ƒhubo rescritura?

-Acomodé los diálogos, porque al principio me dejé llevar por el influjo de José Saramago y órale, todo era de corrido; los diálogos estaban dentro del párrafo de la descripción. Sin embargo no estaba convencida de que esa fuera la mejor manera de contar la historia. Me puse a leer a Jorge Ibargüengoitia. Es alguien a quien admiro y frecuento. Esta vez me dediqué a observar cómo introducía él las partes dialogadas y luego de ese estudio me fui a reacomodar los diálogos de la novela. Los dejé de una manera tradicional, no tienen nada de novedoso. Quise ser tradicional, hacer una novela formal en ese sentido.

-ƑDirías que es una novela de costumbres?

-Puede ser. Quizá también de iniciación. Es un poco al estilo de las historias del siglo XIX, en las que el personaje llega de un sitio pequeño y observa cómo se vive en las grandes capitales. Hay un apasionamiento por describir mundos de índole artística, médica o política. Un poco la idea de lo que hacía Salvador Novo en sus crónicas. Así, en la novela hay un cuadro de costumbres de la pequeña élite de entonces.

 

Invocar el albur y el doble sentido

 

-Si Púrpura cae dentro de la novela formalmente tradicional, Ƒcuál es entonces el elemento de seducción hacia el lector?

-Aposté a la voz de Artemio, del narrador, que es inocente en apariencia pero también malicioso. Supuse que eso iba a divertir al lector, porque yo misma me estaba divirtiendo. Pensé que a fuerza algo así iba a entretener en cuanto se apreciara que hablábamos de una inocencia fingida. Luego, pienso que es una novela muy mexicana porque cuenta con los albures y el doble sentido. Quise explotar esa veta, que es parte de la forma en que funciona la nación, desde el ámbito político hasta el de la calle.

-Aunque quizá te hayas enfrentado al problema de que los albures en estas seis décadas han variado considerablemente.

-Pues sí, sólo que es una novela para el lector actual. De algún modo creo que los albures y todo ese juego de haberlo escrito igual en los años cuarenta a lo mejor no se habría entendido.

-El título es atractivo si bien apunta más hacia la evocación que a la descripción. ƑCuándo lo encuentras?

-Al mero final. De hecho no tenía título y me sugerían un montón. Me reúno a veces con un grupo de poetas, y uno de los participantes me recomendó leer a López Velarde. Ahí encontré el texto de ''La mancha de púrpura" y observé que ese color tenía muchos significados, es sugerente, aparte de que hay muchos objetos de ese color en la novela.

-En todo caso, tendrías los nombres de los personajes.

-Sólo de algunos. Otros los tuve que cambiar porque si bien eran hermosos, pertenecían a seres del mundo real. Les busqué otros. Esta es una novela que se fue construyendo pausadamente, sobre la marcha, con tiento.

(Púrpura se presenta hoy a las 19:30 horas en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles -Francisco Sosa 202, Coyoacán- con los comentarios de Beatriz Novaro, Enrique Serna y José Ricardo Chaves.)