n Se debe crear una infraestructura que garantice su permanencia


Revalorar la cultura escrita, apuesta social

n Lectura y escritura son un acto de libertad y no de tarea, de aprendizaje y no de consumo

n El reto en México es advertir que no existe una versión lineal y directa para la alfabetización

Adriana Malvido y Rebeca Cerda/ II y última n Al planteamiento de Ƒcuánto se lee en México?, la respuesta en cifras y estadísticas resulta siempre abrumadora y engañosa. El Ƒcómo se lee? ha sido una pregunta tan necesaria como reciente para la intensificación de esfuerzos que se han encaminado en las últimas dos décadas a estimular el hábito lector a partir del placer y no de la obligación. La lectura y la escritura como acto de libertad y no de tarea, de aprendizaje y no de consumo.

Estos esfuerzos partieron de una toma de conciencia en el sentido de que la lecto-escritura (la alfabetización) no radica en la capacidad de aprender a utilizar ciertos códigos de comunicación en una forma precaria, sino en el proceso mediante el cual la persona adquiere el hábito y el deseo de leer y escribir, porque estas prácticas le son útiles en su desarrollo personal.

Se vislumbra también que este proceso no depende sólo de aquellos que conforman la cadena productiva de los libros, ni de la cantidad de volúmenes que se publican y se compran. De lo que se trata es de toda una apuesta social.

Como dice el escritor Jesús Balláz: ''El desarrollo sostenido de una sociedad, tanto en las condiciones materiales como en las síquicas y espirituales, sólo es posible si ésta optimiza sus posibilidades y si mejora su capital humano, en especial su capacidad de conocer. Para conseguir ambos objetivos, la lectura es imprescindible".

Si la revaloración de la cultura escrita constituye una apuesta social, debe plantearse a largo plazo y contemplar la creación de una infraestructura que garantice su permanencia.

 

La escuela y la familia, mediadores

 

En una sociedad multicultural como la de México, donde conviven 60 grupos étnicos, entre 8 y 10 millones de indígenas, y se hablan, por lo menos, 60 lenguas diversas, el reto es darse cuenta de que no existe una sola versión directa y lineal de la alfabetización. Como afirma Margaret Meek, investigadora de la Universidad de Londres, ''enseñar a leer en una sociedad multicultural implica considerar las diferencias y diversidades del lenguaje como un recurso, y no como un problema. La lectura no puede funcionar separada del sistema de valores implícito en cada cultura".

Otro punto a considerar es que 34.9 por ciento de la población tiene menos de 15 años. Si en ellos está la esperanza de una sociedad lectora, hay dos mediadores clave entre el libro y el niño: la escuela y la familia.

En esos dos grandes espacios, Ƒquiénes han trabajado en este sentido?

Un proyecto editorial importante, al interior de la Secretaría de Educación Pública (SEP), es Rincones de lectura, que a lo largo de 13 años ha dotado de acervos bibliográficos de calidad a todas las primarias oficiales del país y a gran cantidad de escuelas de educación preescolar; la selección de textos se hace de acuerdo con las necesidades de sus lectores potenciales. Dentro de sus prioridades, el proyecto considera la capacitación de maestros en técnicas de fomento a la lectura y formación de lectores.

Asimismo está el Consejo Nacional para el Fomento Educativo (Conafe), que desde hace casi 30 años asumió la tarea de llevar educación a las comunidades rurales marginadas del país. Su idea es rescatar la riqueza cultural del campo, manifiesta en sus leyendas, mitos, canciones y poesía y su concepción del mundo expresada de generación en generación por medio de la tradición oral para convertirla en instrumento educativo con un amplio proyecto editorial.

Paralelamente, la investigación educativa en relación con el campo de la enseñanza de la lecto-escritura ha sido importante. Cabe mencionar al Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y los trabajos de la Dirección General de Educación Especial de la SEP.

 

Esfuerzos varios

 

Por otro lado, en 1998, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes empezó a promover salas de lectura en 44 ciudades del país. El proyecto consiste en la dotación de libros y capacitación de personas interesadas en promover el hábito lector.

Ese mismo año el Instituto de Cultura del primer gobierno de la Ciudad de México surgido por un partido de oposición, inició con el apoyo editorial de Rincones de lectura y el Fondo de Cultura Económica, de libro-clubes en el Distrito Federal que hoy suman 200. Proyectos emprendidos por el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, el Instituto Mexicano del Seguro Social y los gobiernos estatales se suman a estos esfuerzos de carácter institucional.

Sin embargo, no necesariamente hay que estar dentro del contexto de una institucion estatal para participar en la apuesta social de la revaloración de la cultura escrita. Los caminos pueden ser varios y diversos, grupales e individuales. Así, en el abanico de posibilidades que funcionan en México se incluyen:

La Asociación Mexicana para el Fomento del Libro Infantil y Juvenil (Ibby-México), que desde hace 19 años brinda apoyo, asesoría y estímulo a escritores, ilustradores y editores; proporciona capacitación a adultos, maestros y padres de familia; publica libros dedicados al tema de la lecto-escritura... todo esto con el fin de ir a la raíz que lograr una cultura comunitaria familiar y escolar donde la lectura ocupe un lugar primordial.

Un esfuerzo reciente es la Asociación Mexicana de Promotores de Lectura, agrupación de carácter independiente que trabaja desde hace dos años para ayudar y capacitar a estos mediadores en su tarea.

Derivado de un proyecto de Ibby-México, destaca el llamado Bunko papalote, que se encuentra en Jalapa, Veracruz. Autofinanciable, no gratuito, donde el trabajo comunitario es retribuido, este proyecto cuenta con un programa de motivación a la lectura que atrae cada semana a 165 pequeños que se inscriben para permanecer seis meses en diversas actividades que lo acercan al libro, e integra a los padres con lecturas y actividades propias que invitan al diálogo.

Por ahí también hay personajes insólitos, como la mediadora Juana Vázquez, habitante de Ciudad Nezahualcóyotl. Le llaman ''Juanita" y desarrolla por motivación propia talleres de lectura, canto y tradición oral. Además, creó una colección de cuentos populares desde 1993, fruto colectivo que en cuadernos del papel más barato, dan alojamiento a versos e ilustraciones envueltos en pasta de cartulina.

 

La memoria es la savia grupal

 

Decía Walter Benjamin que el hombre cuenta las historias de la tribu, las conserva y las reparte y que eso es lo que mantiene la memoria de ese grupo, de donde sale la fuerza, la savia que lo vitaliza y renueva. La tradición cuentera en México forma parte de ese proceso, pero hay que encontrar las formas y los espacios, como todos aquellos que dan sentido a lo que Alvaro Cunqueiro dice en su obra Tesoros y otras magias: ''En la aspereza de la vida cotidiana, soñar es necesario; y perder el tesoro de los ensueños es perder el más grande de los tesoros del mundo. Cuando yo escucho en alguna aldea nuestra hablar de tesoros, creo que en nuestra pobreza todavía somos ricos".

Como corolario, al leer y al escribir somos otros, somos transportados, transformados y transformadores. Quizá no podemos modificar el mundo, pero al menos podemos crear con palabras un mundo diferente del que nos rodea y tratar de encontrar un significado para el que vivimos.