n Hoy el Presidente anunciará un programa para promover el hábito


Analfabetismo y rezago educativo, obstáculos para fomentar la lectura

n México registra un consumo de 2.8 libros por habitante al año, cuando la UNESCO recomienda 4

n Mientras se reduce el mercado de la literatura, aumenta el de los best-seller y revistas triviales

n Estudiantes de licenciatura adquieren la mitad de los materiales editados en el país

Adriana Malvido y Rebeca Cerda /I n A pesar de que todo ciudadano tiene derecho a la lectura, en México la promoción de ese hábito se enfrenta a una serie de obstáculos, como el analfabetismo, el rezago educativo y la prominente edición de libros de texto y best-seller.

Hoy el presidente Ernesto Zedillo dará a conocer en la Biblioteca México el Programa Nacional de Lectura, cuyo propósito es fomentar el hábito entre una población que, en promedio, registra un consumo anual de 2.8 libros por habitante -cuando la UNESCO recomienda cuatro para el sano desarrollo de una sociedad-, a diferencia de otros países, como Francia e Inglaterra, donde la cifra crece a 20. Incluso, estadísticas internacionales ubican a México en el lugar 107, de 108 países, en cuanto a la cantidad y calidad de lectura.

La situación de la lectura en México no es fortuita. El analfabetismo, que alcanza a 10.4 por ciento de la población mayor de 15 años, y el rezago educativo de 35 millones de mexicanos complican el fomento del hábito.

De cada 100 personas que ingresan a la primaria en México, 70 la terminan. Los otros 30 abandonan sus estudios. Cada año 800 mil jóvenes se encuentran en esa situación.

Los esfuerzos siempre parecen insuficientes. El gasto público destinado a la educación (18 mil millones de dólares al año) representa 4.3 por ciento del producto interno bruto, todavía lejos del 8 por ciento recomendado por la UNESCO.

Durante décadas, esa población con rezago mantuvo su capacidad de lectura por medio de la historieta que por los años ochenta alcanzó tirajes mensuales de hasta 100 millones de ejemplares. En los noventa, sin embargo, el rostro de los kioscos cambió. El poder adquisitivo sufrió uno de sus descensos más drásticos en la historia y se acabó la ''literatura de a peso''. Su sitio lo ocupó la extensión de la pantalla televisiva.

Kalimán, célebre historieta que vendía 2 millones de ejemplares a la semana, fue sustituida por revistas que edita Televisa -como Eres, Tv y Novelas, Somos...-, cuyos tirajes fluctúan de los 500 mil ejemplares al millón y medio.

 

La lectura, intrínseca a los valores

 

Al Estado mexicano le tomó años entender que alfabetizar no basta para crear una sociedad lectora y que decodificar signos no significa leer.

Eso lo supieron José Vasconcelos y Jaime Torres Bodet, secretarios de Educación en los años posrevolucionarios e impulsores de las campañas de alfabetización y la publicación de clásicos accesibles a la población.

Después, entre los treinta y los setenta, se produjo el vacío: los esfuerzos se encaminaron a la alfabetización, pero no a fomentar la lectura y la escritura. Fueron los años cuando leer sólo en la escuela fue una obligación, el resumen literario una tarea y la biblioteca un castigo.

Bajó el índice de analfabetismo, pero no creció el número de lectores. A los gobiernos les costó trabajo entender que la lectura no puede funcionar separada de un sistema de valores implícito en cada cultura.

Las consecuencias de la homogeneización en las formas de enseñanza de la lectura provocaron que para varias generaciones el libro fuera el último de los productos de consumo. De 1980 a la fecha el rubro que mayor descenso en ventas ha registrado, 20 por ciento en los últimos años, es el libro literario.

 

El placer de la lectura,

responsabilidad social

 

Hay varios criterios para medir la lectura: la cantidad y calidad de la lectura o sólo el número de libros que cada habitante adquiere. Al mercado sólo le interesa el segundo criterio.

En México, 1 por ciento de la población, el porcentaje que representa al egresado universitario, es el que adquiere la mitad de los libros editados en el país. Sin embargo, según revela Jorge González en su libro La cultura en México, "la mitad de los hogares mexicanos donde vive algún familiar con licenciatura (es decir, cuando menos 16 años "leyendo") tiene menos de 30 libros en su casa... Seis de cada diez hogares mexicanos no compró ninguno en los últimos 12 meses...La cuarta parte de los profesionales mexicanos no ha visitado nunca una biblioteca pública...Seis de cada diez mexicanos nunca ha estado en una tampoco".

Paradójicamente, la Red de Bibliotecas Públicas creció de 300 a 5 mil entre 1982 y 1998. Pueden producirse millones de libros y abrirse miles de bibliotecas, organizarse campañas y ferias de libros, como las que se multiplican cada año, pero el verdadero salto es el libro abierto entre las ávidas manos de un lector, el verdadero brinco es la formación de lectores críticos para quienes la lectura tienen sentido en la vida.

El hábito de la lectura no es algo que suceda de repente, es un placer que se gana después de muchos encuentros agradables con los libros. Que ese encuentro se dé es labor de toda la sociedad.

 

ƑQué se edita en el país?

 

Editores, impresores, distribuidores y libreros promueven en México una ley general del libro, que lleva dos años en el Congreso en espera de ser sometida a discusión. Facilidades fiscales, apoyos a la exportación, tarifas preferenciales y la creación de un fondo nacional de fomento del libro y la lectura son algunos de los puntos contemplados.

Según el último reporte de la Cámara Nacional de la Industria Editorial, en 1997 se editaron 421 millones de ejemplares. Las editoriales privadas lanzaron al mercado 15 mil 505 títulos (30 por ciento novedades, 55 por ciento reimpresiones y 15 por ciento rediciones).

El 57 por ciento de la producción librera en México corresponde a libros de texto. Lo anterior es un reflejo de la creciente importancia que ese rubro ha cobrado en la producción editorial. Según el Perfil de la educación en México, editado de forma reciente por la SEP, la distribución de libros de textos gratuitos para primaria para el ciclo escolar que inició este 23 de agosto es de 157 millones 700 mil ejemplares. En secundaria, el Estado compró a ocho casas editoras privadas 12.3 millones de libros para las asignaturas que se imparten en ese nivel educativo.

La Caniem advierte: "Están desapareciendo los editores que publican libros de mil a 3 mil ejemplares (del 96 a la fecha hay 5 por ciento menos) y han aumentando los que publican libros de texto o bestseller.

ƑQué lugar ocupa la literatura en ese mar de la producción editorial? Sólo 6 por ciento. En un fin de siglo donde se sobreestima el cuánto, pocos son ya los editores que trabajan con una generación y sus necesidades de cultura y expresión, y más los investigadores de mercado.

Se dice también que los libreros son "una especie en extinción". Las librerías en México sólo representan 9 por ciento de los puntos de venta frente a 30 mil tiendas de autoservicio y cafeterías (Sanborns y Vips, por ejemplo) que alcanzan 44 por ciento.