No hay mucha expectación por el quinto Informe de Gobierno. Eso no significa que no haya materia que informar a la nación. Hay muchas aclaraciones necesarias sobre la situación política del país, sobre la degradación social, y hasta en el terreno económico, en el que se siente el gobierno más fuerte, hay grandes debates pendientes. Pero, tal vez, haya que esperar un nuevo ejercicio por hacer la historia por partes, como el que ha venido ocurriendo ya por largo tiempo en México.
Por partes la situación del país tiene una expresión más favorable que tomada en su conjunto. Las sociedades suelen fabricar visiones más confortables desde ciertas posiciones. Quienes ocupan esas posiciones no gustan de ser confrontados con aquello que pueda alterar su condición, aunque no se reconozca lo precaria que pueda ser. No es fácil ampliar el foco de la atención más allá de lo que nos rodea, pero esta visión de embudo es, también, cada vez más riesgosa. Pero no es lo mismo adoptar esa visión como individuos o como parte de un grupo social determinado, que hacerlo desde el gobierno.
La situación económica desde fines de 1994 tiene oficialmente dos partes: la crisis y la posterior recuperación. Es tan clara la separación que, por ejemplo, en el más reciente informe de la Secretaría de Hacienda sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública, que corresponde al segundo trimestre de 1999, las cifras abarcan el periodo desde 1996. El año anterior, el de la crisis que provocó una caída del producto interno bruto de 6.2 por ciento, una devaluación de 100 por ciento, inflación de 52 por ciento, la quiebra bancaria, la severa reducción del empleo y del ingreso de la población, desaparece de un plumazo de la historia que se cuenta. Eso es, sin duda, cómodo para mostrar el éxito de la política de ajuste, pero no por ello desaparece de la existencia de esta sociedad.
A pesar de las condiciones favorables del ajuste para reducir la inflación y mantener en rangos manejables los grandes equilibrios económicos (el fiscal y el externo), es claro que son parciales. Sólo para señalar lo obvio, los bancos siguen sin funcionar y las tasas de interés son elevadas y onerosas, la inversión productiva y la generación de ahorro interno siguen siendo insuficientes. Los circuitos económicos no están armados y la estructura institucional es frágil; ésa es la debilidad más clara de la política económica y el saldo que dejará en adelante. La recuperación económica registrada desde 1996 tiene, igualmente, manifestaciones parciales. La más evidente es la separación entre el sector exportador, que está muy concentrado en un número reducido de grandes empresas, y el resto del sector productivo. Por partes se pueden llenar planas enteras de historias favorables de la recuperación. Se pueden llenar también con las historias menos satisfactorias y contradictorias, pero esto no es noticia. Las desigualdades en México se siguen apreciando de modo claro entre sectores de la actividad económica, regiones geográficas y grupos de la población. Estas desigualdades no están en camino de reducirse, sino que las tendencias imperantes indican que se están profundizando. Están documentadas y es cuestión de querer verlas.
Mientras se ha privilegiado la estabilización macroeconómica, en este gobierno se han pospuesto de modo definitivo reformas relevantes como la fiscal y la laboral. Sigue pendiente, también, la recuperación de los ingresos de los trabajadores y la generación de suficiente empleo. En México las cifras de empleo no dan cuenta del verdadero problema, ya que en esta economía el asunto no es tanto la desocupación como los bajos ingresos. El tema es la pobreza y la degradación de las condiciones de vida. En ese campo la situación es no sólo indigna sino alarmante.
Será muy difícil que en el quinto Informe la historia parcial de lo que se plantea como un éxito económico pueda contener sin fugas los conflictos que brotan por todos lados, de modo concentrado en un periodo cada vez más duro de confrontación política. Los hechos son claros y requieren de memoria, o bien de un poco de disciplina para revisar las noticias de los meses recientes. Pero hoy, ahí resaltan Chiapas, la UNAM, el IFE, el crimen organizado y la inseguridad pública. Otra vez lo que aparece como gran factor de incertidumbre es el marco de la ley.
Cuando la ley es difusa y su aplicación confusa se contribuye a crear historias parciales.
Una de las condiciones más graves que padece nuestra sociedad es que su horizonte se ha reducido de manera abrupta. Nos es cada vez más difícil vernos hacia delante como individuos, como miembros de una colectividad y como partes de la nación. El gobierno contribuye para que esto ocurra puesto que se fija objetivos cada vez más cortos, como evitar una crisis financiera de fin de sexenio.
Las historias parciales son un factor central de ese achicamiento de los horizontes. Sólo con una historia más completa nos podremos ir acercando a crear los acuerdos nacionales básicos que se han ido perdiendo durante largo tiempo y que ya son prácticamente irreconocibles.