n Denuncian irregularidades en la indagatoria
Pedro Cervantes Aguirre, primero en disparar, señalan tres indígenas
n Ordena la PGR liberar a tojolabales para frenar el conflicto
Elio Henríquez, corresponsal, y Andrea Becerril, enviada, San Cristóbal de las Casas, Chis., 28 de agosto n Uno de los siete lesionados el pasado miércoles por bases zapatistas en San José La Esperanza es el general Pedro Cervantes Aguirre --hermano del secretario de la Defensa Nacional--, quien comandó las operaciones que terminaron en un enfrentamiento, el cual también dejó dos indígenas heridos y tres detenidos.
Hoy trascendió en esta ciudad que Cervantes Aguirre presenta un golpe contundente en el costado izquierdo, provocado por un garrotazo o un puñetazo, que no pone en peligro su vida, pero tuvo que ser internado en el hospital de la Séptima Región Militar, con sede en Tuxtla Gutiérrez.
De acuerdo con testimonios de tres indígenas, "el primero en disparar su pistola" --dos balazos-- el día de los hechos fue Cervantes Aguirre, quien además "blandía un machete y retaba a los pobladores", tres de los cuales fueron detenidos "y golpeados enfrente de sus compañeros".
Mientras tanto, fuentes del gobierno federal aseguraron que los tres indígenas tojolabales detenidos durante los hechos -Rosario Vázquez Rodríguez, Andrés Pérez Jiménez y Daniel Gómez López- fueron liberados ayer en la tarde por instrucciones del procurador general de la República, Jorge Madrazo Cuéllar, para evitar que el problema creciera.
Incluso se supo que hubo un acuerdo para que el agente del Ministerio Público Federal, Miguel Zúñiga, quien abrió la averiguación previa número 338/99 por motín, lesiones y delitos contra funcionarios públicos con pandillerismo, les impusiera una fianza de 17 mil pesos.
De acuerdo con la averiguación previa, sólo cuatro de los siete militares que el Ejército afirma resultaron lesionados fueron internados en el hospital castrense, donde permanecían hasta anoche.
Los hospitalizados son Cervantes Aguirre, David Gustavo Jacinto Pimienta, Luciano Robles Martínez y Alberto Barragán Osorio, quienes interpusieron una denuncia por hechos.
Este día, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas --que preside el obispo Samuel Ruiz García y quien asumió la defensa de los inculpados, puestos en libertad después de que el INI depositó la citada fianza-- denunció que la PGR le ha negado "arbitrariamente" una copia de la averiguación del caso.
Además, dijo que después de la revisión médica se constató que los tojolabales "presentan diversas lesiones contusas en abdomen, tórax, brazos y cabeza, sufridas durante la detención, aparte de que cuando estaban en las instalaciones de la Policía Judicial Federal en Tuxtla Gutiérrez no se les permitió ser visitados y presentados con el abogado del organismo defensor".
No hubo traductor
El abogado Juan López Villanueva manifestó que en la integración de la averiguación previa correspondiente "no hubo traductor tojolabal, como una forma de posible discriminación étnica. A pesar de que constaba en la averiguación previa que los señores hablan tojolabal sólo les ofrecieron traductores tzotziles y tzeltales".
Lo anterior, remarcó el defensor, representa "una grave violación en la integración de la averiguación previa", como el hecho de que el agente del Ministerio Público "indujo las declaraciones ministeriales de los inculpados , quienes no declararon espontáneamente sino inducidos por el representante social".
Según el Centro Fray Bartolomé de las Casas, en el enfrentamiento entre los pobladores de San José La Esperanza y los militares encabezados por el general brigadier diplomado de Estado Mayor, Pedro Cervantes Aguirre, éstos últimos "violaron los derechos humanos de los habitantes y los derechos de los pueblos indígenas".
Subrayó que por parte del Ejército Mexicano hubo "ataques a la libertad personal, atentados a la integridad física, a la libertad de pensamiento y expresión, violación al derecho de reunión y a las garantías judiciales, así como a los derechos colectivos de los pueblos indígenas, en particular al consentimiento libre e informado con la imposición de patrullajes militares".
La Procuraduría General de la República, a su vez, "violó las garantías judiciales", por lo menos en tres formas distintas, agregó.
Antes de regresar a su comunidades esta mañana, los indígenas --quienes reconocieron que al ser detenidos se cubrían el rostro con un pañuelo rojo, pero que no estaban armados-- relataron cómo los apresaron y trataron durante y después de los hechos del pasado miércoles en San José La Esperanza.
Los testimonios
El siguiente testimonio es de Rosario Vázquez Rodríguez: "Ya sabemos que el Ejército es muy mentiroso, ellos dicen que nosotros les pegamos primero con los garrotes, pero no es cierto. Ellos aventaron palabras muy agresivas. Las compañeras estaban diciéndoles a los ejércitos que no entraran a nuestra colonia pero no respetaron. Cuando vimos que ya estaban pasando yo estaba detrás de las compañeras y ahí nomás me agarraron; las compañeras salieron corriendo. Yo tenía un mi garrote y cuando me agarraron lo tiré, no golpeé a nadie. Cuando me agarraron me agarró aquí de mi camisa (se lleva a la mano al cuello) ese general (Cervantes Aguirre) y me dio un golpe así en mi cara, por eso tengo hinchado mi ojo".
"De ahí me echaron bola, como cuatro o cinco y me tiraron al suelo, cuando estaba yo botado me echaron patadas en el estómago y cuando me quería levantar me dijo ese general, 'ya no te muevas o te voy a disparar'. Entonces ya no me moví. En ese momento me agarraron mis manos y me amarraron por atrás, y ya cuando estaba amarrado me dijo: 'ahora sí parate'. Me paré y caminé como diez o 15 metros cuando vi al compañero Daniel que estaba botado y amarrado. Ahí me dijo ese soldado que me llevó: 'tírate encima de tu compañero' y me tiré."
"Luego me dijo el soldado que nos paráramos, caminos otro pedazo y ahí vi que estaba botado el compañero Andrés. En ese momento nos dijo ese general, 'ahora sí, aquí vamos a regresar, nos vamos a Rizo de Oro'. Nos llevaron. En el camino ya no nos hicieron nada, nos nos golpearon, nos llevaron tranquilamente. Las compañeras miraron que nos llevaban y quisieron regresar a gritar a los soldados que nos soltaran, pero al escuchar los soldados que ahí viene la bulla regresaron y fue que dispararon cerca de un rancho que se llama San Caralampio."
"Entonces ya no lo vimos si disparó al aire o a las compañeros. Nosotros estábamos amarrados. Cuando regresaron otras vez los soldados nos dijeron que vamos a continuar la marcha. Llegamos a Rizo de Oro donde están los camiones, en el cuartel de Maravilla (Tenejapa, cabecera de uno de los siete nuevos municipios). Ahí nos dijeron que nos bajáramos, que ahí vamos a quedar. Ya no nos hicieron nada, sólo nos dijeron dónde vamos a descansar y después de un ratito nos dijeron que nos podíamos bañar, nos dieron agua y jabón. Después nos dijeron que nos iban a pasar con el doctor para que revisara las heridas que teníamos. Nos revisó donde nos golpearon, a mí me golpearon en la cabeza y me costuraron."
"De ahí nos dieron unas pastillitas para calmar el dolor, nos dijeron que fuéramos a descansar y nos fuimos a dormir. Así pasó el 25 de agosto. El otro día amaneciendo nos dieron un poco de comida y como a las once de la mañana nos dijeron que íbamos a salir de donde estábamos, que vamos a ir en helicóptero; nos llevaron corriendo al helicóptero, subimos y nos llevaron a Tuxtla a ese cuartel. Ahí nos pasaron con doctores militares otra vez y ya no nos hicieron nada, con cuidado nos llevaban. Dilatamos como media hora y de ahí nos llevaron con el Ministerio Público, donde nos dijeron que ahí vamos a estar. Ya no nos maltraron, nos dieron de comer."
Andrés Pérez Jiménez relató: "... Cuando me dí cuenta me agarró el general con ese bastón por el cuello. Yo llevaba mi garrote, me volteé y me quitaron mi garrote y lo tiraron en el monte y me agarraron a mí también, me empujaron en la tierra coba abajo. Luego me amarraron mis manos atrás y me quitaron mi bota, la tiraron al monte y cuando acabaron de amarrar mi mano me patearon otra vez, con una macana, un palo largo me dieron dos golpeas aquí (señala el costado), pero con la gracia de Dios me pude quitar un poquieto así, por eso no muy agarró de altiro fuerte aquí en mi costilla".
"Entonces les dije ya no me voy a mover, cuando vi que otra vez me iba a pegar con el garrote. Me dijo que me levantara y ahí miré que ya no tengo una bota y no está donde estoy botado. ƑOnde está pues mi bota?", le dije. "Busquen su bota", dijo ese general. "La buscaron donde la tiraron y la trajeron y la metieron en pie. Me levanté, nos fuimos caminando y ahí vi que llevaban a estos dos compañeros los soldados. Nos fuimos a Rizo de Oro, pero en el camino hay un ranchito que se llama San Caralampio y ahí nos dijeron que descansáramos."
"Ahí vimos que entró hondo las heridas que tenemos, porque a mi me cortó aquí (se toca el brazo) con un machete. Llevaba un machete grande ese general, cortó aquí, con la gracia de Dios no llegó grande, y otros golpes que me dio aquí; está saliendo sangre todavía. Y ahí viene la bulla de los compañeros de la comunidad otra vez, entonces regresaron los soldados para ver qué pasaba, pero no vimos porque nos dejaron ahí. En ese momento empezaron a disparar a los compañeros, no vimos si fue al aire o no. Después regresaron los soldados y nos fuimos hasta Maravilla. Somos simpatizantes del EZLN."