MAR DE HISTORIAS
Retorno a casa
n Cristina Pacheco n
En el interior de un automóvil compacto viaja el matrimonio integrado por Estela y Saúl. El viste una chamarra de pana gris y no lleva corbata; ella un conjunto de raso negro adornado en el escote con una rosa de organza color vino.
ESTELA: (Enciende la radio) ƑTe gusta cómo se me ve este vestido? (No obtiene respuesta y cambia de tema). Juraría que aquellos ya se pusieron a bailar.
SAUL: Son una bola de vagos.
ESTELA: ƑCuánto tiempo hace que tú y yo no bailamos? (Se mueve al ritmo de la música) Me hubiera gustado que nos quedáramos otro ratito en la fiesta.
SAUL: No me lo dijiste (Hace una maniobra rápida con el volante, se asoma por la ventanilla y le grita a la conductora que pasa de largo), švieja estúpida, a ver si aprendes a manejar! (Se vuelve a Estela) ƑNo viste cómo se me cerró esa imbécil?
ESTELA: Exageras. Además, por el carril de la derecha no venía nadie, pudiste tomarlo.
SAUL: ƑPara dejarle el paso a la idiota que va allá? šPerfecto! La próxima vez que vaya a chocar con nosotros una cretina ya sabré lo que debo hacer: salirme de mi carril para no estorbarle. (Sonríe) Antes, según tú, yo era el mejor chofer del mundo.
ESTELA: Y lo sigues siendo, sólo que cuando te pones nervioso te distraes y...
SAUL: ƑNo te gusta cómo vengo manejando? (Suelta el volante.) Entonces hazlo tú.
ESTELA: Pero, Ƒqué haces? (Con la mano izquierda corrige la dirección del automóvil) ƑQué te pasa?
SAUL: (Recupera el volante). Desde que nos subimos al coche te la has pasado contradiciéndome. Yo sé cuándo se me atraviesa alguien.
ESTELA: Por favor, no discutamos por eso. Estuvimos contentos en la fiesta.
SAUL: Estuviste.... Y con razón. Yo en tu caso también habría estado contentísimo.
ESTELA: ƑY eso, a qué viene?
SAUL: A nada...
ESTELA: Empiezas y terminas una discusión cuando quieres y sin dar explicaciones. Qué fácil es todo para ti.
SAUL: ƑEso crees? Pues te equivocas. (La luz roja del semáforo lo obliga a frenar). Y lo peor es que eres tú quien dificulta más mi situación. (Arranca)
ESTELA: No sé de qué hablas. (Apaga el radio de un manotazo)
SAUL: ƑPor qué lo apagas? A ti te gusta la música tropical, te pone contenta. (Otra vez irónico) Te quedaste con ganas de bailar. Si quieres, regresamos a la fiesta, pero te advierto que a mí esas reuniones me chocan.
ESTELA: Cuando las organiza alguno de mis amigos.
SAUL: No: cuando, para lucirte, me pones en ridículo.
ESTELA: ƑYo te puse en ridículo?
SAUL: Sí: cuando empezaste con tus estupideces acerca de la Epístola de Melchor Ocampo. (Imita el gesto y voz de Estela.) "Estuve a punto de vomitarme cuando el juez recitó la parte donde dice que la esposa tiene que ser siempre obediente, agradable y tratar a su marido con la veneración y el agradecimiento que el débil le debe a quien lo apoya, lo mantiene y lo protege".
ESTELA: Al oírte volví a sentir ganas de vomitar. Por fortuna las cosas han cambiado muchísimo, ya no se puede hablar en términos de "hombres fuertes" y "mujeres débiles". Los millones de amas de casa que contribuyen a la manutención de la familia liberan a sus maridos de una carga pesadísima y ya no tienen por qué estar de rodillas ante ellos.
SAUL: Eso fue lo que dijiste en la fiesta.
ESTELA: Sí.
SAUL: Menos mal que lo reconoces.
ESTELA: ƑY por qué no? Es cierto que hay infinidad de mujeres que, como yo trabajan fuera de la casa.
SAUL: Y muchas lo hacen, como tú, para mantener a sus esposos desempleados, como yo. O sea que tengo que arrodillarme.
ESTELA: Jamás dije eso, ni lo diría. Además, cuando me referí a la Epístola no estaba pensado en nosotros sino en la situación general. No veo por qué tienes que ofenderte por eso.
SAUL: Imagínate lo que estarán diciendo tus amigos: "Pobre Estela, casada con un mandilón".
ESTELA: (Frotándose las sienes). La verdad, no creo que les interese mucho hablar de ti, quiero decir: de nosotros.
SAUL: No te corrijas. Lo dijiste con absoluta propiedad: no crees que a tus amigos les importe hablar de mí. Yo pienso que ni conmigo: en toda la noche no me dirigieron la palabra.
ESTELA: Imposible: desde que llegamos te metiste en un rincón.
SAUL: No creí que lo hubieras notado: estabas tan contenta. Me dio gusto porque hacía tiempo no te veía tan feliz.
ESTELA: Son buenas personas, me caen bien.
SAUL: No lo dudo, pero la próxima vez que tengas una de estas reunioncitas vienes tú sola. (Impide que su mujer hable) Espérate: yo te traigo, te dejo y me llamas cuando quieras que venga a recogerte. Deseo servirte, aunque sea de chofer.
ESTELA: Lo que quieres es lograr que me sienta culpable sólo porque me divertí. Procuré que tú también te divirtieras, pero fue inútil. (Después de un breve silencio). A veces pienso que ya no me quieres, que me tienes rencor...
SAUL: Te equivocas.
ESTELA: ...porque no tienes trabajo y yo sí, aunque sea sólo una mujer. Debería darte gusto que, al menos en estos momentos, no sea una carga para ti.
SAUL: (Después de reflexionar). Te aseguro que para un hombre no es nada agradable que lo mantenga una mujer.
ESTELA: šSu esposa!
SAUL: Es lo mismo, de todas formas es una mujer.
ESTELA: Dices una mujer como si te estuvieras refiriendo a alguien repugnante, que te rebaja con sólo ofrecerte su ayuda o estar cerca. ƑNo te ayudo? ƑQué más quieres que haga?
SAUL: Comprenderme.
ESTELA: Pero si no hago otra cosa. (Cierra los puños). ƑNo lo sientes, no lo sabes?
SAUL: Increíble que me lo preguntes después de lo que me hiciste hoy.
ESTELA: ƑLo que te hice hoy? ƑPero qué hay de malo en que haya hecho un comentario acerca de la Epístola de Melchor Ocampo?
SAUL: Sólo pregunto: Ƒpor qué tenías que mencionar precisamente lo del hombre proveedor? En la Epístola hay otros temas.
ESTELA: Era sólo una conversación, no un seminario. Dios santo, Ƒtengo que jurarte por mi hija que no estaba pensando en ti cuando abordé el asunto?
SAUL: Ese es el problema: que nunca piensas en mí.
ESTELA: (Con desánimo) De acuerdo: tienes razón.
SAUL: (Apaga el coche) Llegamos a la casa. (Con cierta ironía) Servida, señora: Ƒalgo más?
ESTELA: No, por hoy ya fue bastante. (Sale del automóvil y sube corriendo las escaleras del edificio. Abre la puerta del departamento y ve a su hija en la sala, frente al televisor) ƑTodavía estás despierta?
HIJA: (Sin desviar la vista de la pantalla). Estoy viendo una película buenísima de Woody Allen.
SAUL: (Entra quitándose la chamarra.) ƑDe qué ese trata?
HIJA: De una pareja que va a una fiesta y de regreso a su casa se la pasan todo el tiempo peleándose y reclamándose puras estupideces. (En el comercial se vuelve hacia sus padres). ƑCómo les fue? ƑSe divirtieron?
SAUL: Mucho...
ESTELA: Muchísimo: como si hubiéramos visto una película de Woody Allen.