EL CAMPO EN CRISIS
El presidente Ernesto Zedillo abordó los problemas del campo en la clausura del 21 Congreso Nacional Extraordinario de la Confederación Nacional Campesina (CNC), puntal durante mucho tiempo de la política social gubernamental en el sector rural.
En esa ocasión escuchó los reclamos de los miembros de esa organización siempre ligada al partido de gobierno que, por boca del secretario general de la misma, el senador del PRI Heladio Ramírez, pidió una revisión de las políticas oficiales para el campo, reforzando el crédito para el sector rural y apoyando a los campesinos en la comercialización de sus productos.
El presidente reconoció la insuficiencia de los fondos dedicados al sector rural y prometió medidas que alivien la situación de los campesinos. Pero es difícil que éstas puedan satisfacerlos, pues la crisis del campo proviene no solamente de la gran caída de los precios de los productos agropecuarios en el mercado mundial debido a la reducción de la demanda global y de las subvenciones a los productores y exportadores estadounidenses sino también de las políticas oficiales de libre importación dictadas por el Tratado Norteamericano de Libre Comercio, las cuales incluso exceden lo estipulado en dicho acuerdo.
En efecto, la situación de los productores de café (en su gran mayoría indígenas), es dramática a causa del derrumbe de los precios del aromático pero también de la supresión de los organismos estatales, como el Inmecafé, que ayudaban a sostener los precios y regular el mercado, de la caída del consumo nacional debido al deterioro del nivel de vida y, por si fuera poco, a causa también de las importaciones de café.
La de los algodoneros no es mejor. La producción cañera es antieconómica y los cañeros, por consiguiente, no son sujetos de crédito mientras se importan endulzantes. Y la de los maiceros es aún peor. En efecto, entre 1994 y 1998 se importaron der Estados Unidos y Canadá 5.3 millones de toneladas más de la cuota establecida por el TLC, las cuales además no pagaron aranceles y la desprotección total del maíz comenzó en 1994, año 1 del Tratado, y no en el 2008, año 15, como fijado en el mismo.
En el caso de la cebada, en los cinco años del TLC se importaron casi medio millón de toneladas fuera de cuota sin pagar arancel y en el del sorgo desde el primer año de dicho Tratado las importaciones fueron totalmente desgravadas.
El país se ha quedado así con una agricultura desmantelada, se ha visto obligado a pagar por sus importaciones de granos básicos tres veces más que antes del TLC (debido a las oscilaciones de los precios y a la devaluación del peso) y ha perdido la autosuficiencia alimentaria.
Es lógico, por lo tanto, el aumento sideral del número de carteras vencidas en los sectores más modernos y dinámicos de los productores agrícolas que le apostaron a su modernización y perdieron.
A esto se agrega la desaparición de CONASUPO y el control de la industria agroalimentaria y de las cadenas de distribución por pocas empresas oligopólicas, que no enfrentan prácticamente competencia alguna. De este modo tenemos, simultánemente, una reducción del consumo, por ejemplo, de la tortilla, y su encarecimiento e importamos y comemos maíz amarillo para puercos, maíz con hongos y aflatoxinas, maíz transgénico que en Europa prohiben.
En cuanto al crédito, los bancos privados cierran sus ventanillas rurales y BANRURAL da crédito escaso y caro, que no llega, por supuesto, a, los pequeños productores. Procampo no es más que un paliativo transitorio y se ha convertido en realidad en un crédito al consumo.
Para colmo, según informes de la FAO, el precio de la carne ha caído en 10 por ciento a escala mundial, el de la carne de ave 16 por ciento, el de la carne porcina 21 por ciento (la lista podría prolongarse) mientras los precios de los insumos agrícologanaderos siguen aumentando. No se trata, por consiguiente, de poner algún parche a una política rural desastrosa.
Es necesario, por el contrario, un cambio radical en la misma, basado en la responsabilidad social del Estado y en la búsqueda de la seguridad y la autosuficiencia alimentaria.