n El Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena impulsa anhelos colectivos
La generación Cristina Payán presentará 10 obras en el DF
n El grupo reanima con su trabajo los valores artísticos y estéticos de las comunidades indígenas
n Con 34 años de existencia, ha montado mil 700 producciones y ha formado a 380 profesionales
n Las funciones iniciarán el 30 y concluirán el 8 de septiembre en el Museo de Culturas Populares
Angélica Abelleyra n Federico García Lorca decía que un pueblo sin teatro es un pueblo sin conciencia de su historia y de su vida. Cuando una escenificación teatral refleja la existencia de la comunidad, porque ella es la realizadora de la obra a partir de sus leyendas, pasiones, mitos y memoria, el teatro cala más hondo e impulsa los anhelos colectivos.
El Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena (LTCI) ha emprendido esa tarea. No sólo reanima los valores artísticos y estéticos de las etnias, mediante la adaptación de obras de teatro clásicas y de autores locales al entorno de las culturas chontal, zoque, maya y náhuatl, sino que también forma a estudiantes y maestros del arte dramático desde hace 34 años, con la asistencia hasta la fecha de 17 mil alumnos, el montaje de mil 700 obras y la titulación de 380 maestros y productores teatrales.
Un nuevo grupo de 75 alumnos del LTCI, el de la generación Cristina Payán (1995-1999), pondrá en escena diez piezas como examen final de cursos para que sus integrantes se reciban como actores y trabajadores de teatro. Lo harán durante 12 funciones, desde mañana y hasta al 8 de septiembre, en el Museo Nacional de Culturas Populares (Hidalgo 289, Coyoacán).
Como parte del programa El teatro en las delegaciones, creado en 1995 por la Dirección General de Culturas Populares del CNCA, iniciará el ciclo con la escenificación de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca (lunes 30 de agosto, 19 horas); continuarán la adaptación de María Alicia Martínez Medrano de la obra Escuchar a Mozart, de Mario Benedetti (martes 31 de agosto, 18 horas y lunes 6 de septiembre, 18 horas); Ventura Allende (martes 31 de agosto, 20 horas y lunes 6 de septiembre, 20 horas) y El rastro (martes 7 de septiembre, 20 horas), ambas de Elena Garro; Los Alaridos (miércoles 1o. de septiembre, 18 horas); Abracadabra (miércoles 1o. de septiembre, 20 horas) y Guadalupe María (martes 7 de septiembre, 18 horas), obras de María Alicia Martínez Medrano; El Gesticulador, de Rodolfo Usigli (jueves 2 de septiembre, 19 horas), y Las Nictálopes (viernes 3 de septiembre, 19 horas) y Las tribulaciones de un lagartijo (miércoles 8 de septiembre, 19 horas), dos piezas de Tomás Espinosa.
Objeto de premiaciones desde 1968, tanto en México como el extranjero, y participante en festivales en Veracruz, Tabasco, Guanajuato, Sinaloa, Yucatán y Distrito Federal, así como en Nueva York, Cádiz y Madrid, el LTCI se ha dedicado no sólo a trabajar en pequeñas comunidades de no más de 2 mil habitantes, por lo general en condiciones de marginación económica y educativa.
También forma trabajadores teatrales y maestros en este rubro creativo y ofrece a los públicos mexicano y extranjero sus versiones artísticas de obras clásicas y regionales, siempre adaptadas a un espacio geográfico propio, mirando la esencia de cada comunidad, sus propios códigos, símbolos y valores.
Los inicios del laboratorio
La historia se remonta a febrero de 1973, cuando se constituyó el Centro Cultural Cordemex y el Taller de Teatro Virgilio Mariel, que trabaja en la agroindustria con indígenas, campesinos y obreros. Allí se formaron los primeros maestros -Delia Rendón, Santos Gabriel Pisté, Pilar Jufresa-, actores, músicos y bailarines, todos con la dirección de María Alicia Martínez Medrano y sus asistentes Graciela Buchanan, Joaquín Cortés y María Teresa Sansores. Algunos de ellos fundaron los LTCI de Tabasco, Sinaloa, X'ocen (Yucatán), de México, AC, y del Distrito Federal.
La primera generación, Seki Sano-Virgilio Mariel, y la segunda, Joseph Papp-Guillermo Bonfil-Tomás Espinosa, se formaron de 1983 a 1988 y de 1989 a 1994, respectivamente, incluyendo a directores, dramaturgos, coreógrafos, actores, productores e investigadores. Desde esa fecha han dado origen a las versiones de Bodas de sangre, La tragedia del jaguar y El encanto tendajón mixto, entre otras que han sido recibidas con éxito en varios estados de la República y en ciudades de Estados Unidos y Europa.
En la actualidad, 13 entidades en el país han solicitado la fundación de un LTCI en su comunidad, donde lo más destacado -de acuerdo con su directora María Alicia Martínez Medrando- es la participación actoral multitudinaria de los pueblos, los escenarios al aire libre, la producción teatral realizada por campesinos e indígenas, así como la masiva asistencia de públicos diversos en México y el extranjero. En tanto, no sólo el producto creativo ha sido aceptado por la crítica especializada, también motiva adiciones el sistema de enseñanza que ha derivado en 13 premios nacionales e internacionales.