Más que los autores, lo motiva el tema musical
Guillermo Pérez, trovador que acomoda sentimientos en bares
Jorge Caballero n Guillermo Pérez Avila es un trovador. Un intérprete ortodoxo con un repertorio producto de su propia investigación de años de andar vagando por Oaxaca, Mérida y el centro del país. Más que rescatar, Pérez Avila se inmiscuye en sus propias serenatas, en acomodar los sentimientos de amigos y clientes en los bares donde toca y en los muy pocos foros que hay para la música interpretada por trovadores como él.
Marcado por la música de Joan Manuel Serrat, nos confiesa que sería la canción Pueblo blanco con la única que se quedaría si hubiera que escoger sólo una, pero sin duda son las rolas de Juan Acereto, ese compositor yucateco considerado por Manzanero como el más sentido de las últimas generaciones de trovadores, donde Guillermo imprime lo mejor de su estilo.
Con ayuda de varios amigos ha hecho dos producciones, Amor y dolor y Añoranzas, en cd y caset, con cantautores yucatecos de los viejos y contemporáneos de hace 30 años. De las penurias que pasa un trovador habla Pérez Avila, que nos dice cómo ha sido su vida de trovador.
"Ha sido con muchos altibajos, más bajos que altos. Me decidí a cantar tarde y fue remar contra la corriente; soy diseñador gráfico y tengo que dividir los tiempos, me gusta mucho la música y no la voy a dejar.
"Cuando yo empecé el futuro para los trovadores era más prometedor; daban trabajo las delegaciones políticas, el ISSSTE, el Departamento del DF y el IMSS; entonces había más posibilidades; ahora se han cerrado. El ISSSTE, por ejemplo, organizaba circuitos, uno iba cada mes por su programa, por su calendario de eventos y te programaban en diferentes partes del Distrito Federal y el interior de la República; y eso era comparable a tener un sueldo; también había mucha gente de televisión como Jorge Carbajo, Germán Dehesa, Ausencio Cruz, Ricardo Rocha, que promovían en sus programas esta música y ello representaba un escenario, en donde uno estaba con cierta frecuencia. Ahora la televisión es prácticamente nula, y las posibilidades de trabajo se han reducido.
--ƑCómo hace la selección de los temas que interpreta?
--Yo soy intérprete de la música tradicional de México y de Latinoamérica, pero me gusta tener un repertorio que no sea muy manejado por otros intérpretes, un repertorio poco conocido en donde busco aquí y allá; me apoyo en amigos, de gente que conoce y de gente que investiga y que rescatan esa música. Así se va armando. Tengo un repertorio amplio: bolero, ranchero, trova; canciones de Lilia Mendoza... hasta de Agustín Lara, algo de Joaquín Pardavé, algunas cosas de Oaxaca y Yucatán; trato de tener un repertorio variado y una extensa gama de géneros. No tengo autores claves, más bien es el tema, es la canción lo que me interesa.
--ƑPor qué hacer este trabajo?
--La música yo la amo, aunque esté al margen de la comercialización o de la moda, porque hay mucha gente que está retomando el pasado, pero lo hacen porque viene una corriente a favor; no porque sea su motivación o porque quieran esa música, sino por comercialización; el bolero tuvo mucho auge con las generaciones de jóvenes como Luis Miguel, y ahora todo mundo dice: "Gracias a Luis Miguel resurgió el bolero"; y hay como una vuelta, pero es aprovechar la corriente, no es tener el campo adverso y dedicarse a eso, ya sea por necedad o gusto.
--ƑCuáles son los principales problemas a los que te has enfrentado?
--Hay muchos problemas; la distribución es de los principales, porque es un material que no te aceptan tan fácilmente las tiendas; la falta de foros también se ha padecido; como si para las disqueras y la radio no representa ganancia no lo programan o producen, es muy difícil. Si no tienes difusión no tienes demanda; hay mucha gente muy valiosa que por falta de difusión no ha pegado; además hay que estar peleando con la vida. Tienes que estar marginado. Además es muy desgastante hacer todo el trabajo: producir el disco, hacer el paquete para las tiendas, dar cinco o diez vueltas para ver si ya se vendieron; ese trabajo resulta fatigante. Acabo rompiendo las notas y ya no recojo los discos, porque me harta. Casi toda la vida he pagado por cantar, lo que me han dado es prácticamente nada; a veces pongo de mi bolsa para pagarle a los músicos y todo porque amo la música y amo interpretar. En bares me ponen la condición de llevar cierta cantidad de gentes para que me dejen cantar, que eso es terrible, y mejor no le entro.
--ƑSería un estilo de vida?
--No. Cuando se hablaba del canto nuevo y todo eso se trataba de un concepto de vida, de un mundo menos material y más idealista.
--Dices que el panorama hace algunos años era más prometedor, Ƒen donde se jodió?
--A partir de la crisis económica del 94; los programas del ISSSTE se desmantelaron, era una tristeza ir a ver sus oficinas: todo el piso de programación estaba vacío y ya no había la dinámica que se veía en otros años.
--ƑCómo ha sido tu relación con las disqueras?
--Me acerqué a una, pero me dijeron que no era el tipo de música que les interesaba y no he intentado acercarme más. No es el universo que busco.
--ƑQué fue lo que te llevó a pararte en un escenario?
--Hace poco leía algo de Octavio Paz. Decía que habría que hacerle caso a la vocación, si alguien quiere llegar a ser. Y llegó el momento que tenía que cantar, aunque fracasara, aunque me fuera mal. Y aquí estoy.
--ƑPor qué es importante interpretar esta música?
--Lo importante es que el hilo no se rompa. Porque qué pasaría si estos viejos se mueren. Es importante seguir la cadena, que los jóvenes la conozcan y la valoren; para que no se pierda la canción, si se pierde quizá no pase nada, pero nos perderíamos de algo bueno.