Una vez más, el Centro Nacional de las Artes ha realizado un exitoso ciclo musical. Apenas terminada la serie pianística En blanco y negro, el CNA ofreció el ciclo Percusiones de Latinoamérica, cuyos conciertos fueron presenciados por públicos numerosos e interesados, incluyendo algunos llenos totales en el auditorio Blas Galindo. El buen desarrollo de esta serie permite suponer que ya hay un sector numeroso del público melómano que se está dejando convencer de la riqueza sonora y expresiva de las percusiones, lo que tiene un valor añadido en el hecho de que el ensamble de percusiones es el grupo musical contemporáneo por excelencia.
Ahora bien, la misma riqueza y variedad del instrumental, así como sus casi infinitas posibilidades de articulación acústica pueden dar como resultado programaciones no del todo uniformes en cuanto a la calidad de las obras. Tal fue el caso del concierto presentado dentro de este ciclo por el joven grupo argentino Paralelo 33¼, formado por cuatro músicos de buena técnica y actitud a quienes les falta, quizá, algo de garra, chispa, jícamo o baterías, así como una depuración objetiva del repertorio que manejan.
De Reginald Smith-Brindle, los argentinos interpretaron inicialmente la obra Crux australis, basada en la ejecución sobre parches a mano limpia y más tarde con baquetas. Hay en la pieza algo del pensamiento estructuralista que define, por ejemplo, a obras como la magistral Toccata para percusión de Carlos Chávez. Siguió un arreglo a la pieza Zita, de Astor Piazzolla, para marimba, vibráfono y acompañamiento, y a pesar de la nobleza evidente del material original, la transcripción no tuvo el ensamble tímbrico ni el balance dinámico adecuados para su cabal efectividad. A su vez la obra Cuatro a babor, de David Horta, presentó algunos momentos de interés en lo que se refiere al manejo de la amplificación y de los sonidos electrónicos, pero la combinación de medios resultó un tanto fallida, quizá también por las características formales de la obra.
Sobre temas de Allen Benson, los integrantes de Paralelo 33¼ tocaron unas Impresiones escocesas para tres tarolas y tom-toms que resultaron, ahora sí, muy satisfactorias por la congruencia de las fuentes, los medios y los resultados. Aquí, la estilización de los inmemoriales toques de tambor de origen celta surgió con brillo propio mediante una sonoridad lógica y compacta, y una continuidad rítmica disciplinada y unitaria.
Del compositor Guillo Espel se interpretó después la obra 16+16+1(x4), discurso ecléctico y por momentos sugestivo, con algunos llamativos apuntes de ambiente sonoro tropical, pero quizá disperso en el planteamiento de la instrumentación.
A su vez la Petite suite, de Billy Verplanck, fue interpretada con coherencia y corrección, siendo bien asumidos y realizados los parámetros jazzísticos planteados para los teclados de percusión. El momento crucial de esta sesión del grupo Paralelo 33¼ fue sin duda la estupenda ejecución que Pablo La Porta hizo de su obra, Via-Monte, una sutil y refinada exploración colorística anclada en la amplificación de las resonancias de varias macetas de barro y de un singular instrumento reverberante, el udu-drum. La componente electroacústica de la pieza y la adición de voces pregrabadas aumentaron el potencial expresivo de Via-Monte, creación que señala a La Porta como un compositor-intérprete de alcances importantes.
La sesión musical del cuarteto argentino finalizó con un arreglo del propio grupo a Black page, una de las numerosas piezas compuestas por el genial e inclasificable Frank Zappa. Batería y teclados fueron el vehículo sonoro para esta extrapolación de Zappa que, a la luz de sus propuestas sonoras originales, no pareció añadir mucho a esta visión alternativa de Black page.
Al margen de los altibajos observados en la sesión aquí reseñada queda en evidencia, por si hiciera falta repetirlo, que de todos los ensambles instrumentales posibles, el de percusiones no sólo es el de mayor potencial sonoro en cuanto a timbre y dinámica, sino que su componente visual y escénico sigue siendo un asunto realmente fascinante.
Addenda: para los interesados en la nomenclatura y la geografía, el paralelo 33¼ pasa muy cerca de la ciudad argentina de Rosario.