OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA EDUCACIÓN
COMUNICADO No. 15
La educación secundaria: inequitativa e ineficiente
n Lo que implica su obligatoriedad
n Es más un obstáculo que una opción educativa
n El espejismo de la equidad por el currículo común
A partir de marzo de 1993, la educación secundaria es obligatoria en nuestro país. Legalmente esto significa que, por un lado, el Estado --Federación, estados y municipios-- debe impartirla de manera gratuita y laica a todos los individuos y, por otro, que los padres de familia deben enviar a sus hijos a la escuela --pública o privada-- para cursar tres años más de escolaridad básica.
El cumplimiento efectivo de la obligatoriedad de este nivel escolar tiene, cuando menos, dos implicaciones para el sistema educativo y para la política que lo rige. En primer lugar, debe garantizarse que todos los egresados de primaria accedan oportunamente a la escuela secundaria y permanezcan en ella hasta concluirla (idealmente, antes de cumplir los 15 años). En segundo, debe asegurarse que la asistencia a la secundaria represente, para todos los alumnos, la adquisición de los conocimientos, habilidades, valores y actitudes propuestos por el currículo; una formación que les provea efectivamente de los elementos básicos y comunes para incorporarse plenamente como ciudadanos responsables y, a la vez, les permita su propia superación profesional. Este segundo requerimiento debería satisfacerse independientemente de las desiguales condiciones de vida y puntos de partida de los adolescentes, así como de sus diversos intereses, expectativas y capacidades.
ƑQué tan cerca o qué tan lejos se encuentra el sistema de cumplir con estos objetivos?
La exclusión
A partir del ciclo en que la secundaria empezó a ser obligatoria y hasta 1997-98, su matrícula creció 13.5 por ciento a nivel nacional y en más de 25 por ciento en Aguascalientes, Campeche, Chiapas, Oaxaca y Quintana Roo. De acuerdo con estimaciones de la SEP, en 1998-99 había un total de 5,084,277 alumnos inscritos; poco más de la mitad cursaba sus estudios en escuelas de modalidad general, cerca de 28 por ciento en técnicas y 17 por ciento en telesecundarias. Cabe destacar que el notable aumento de la cobertura se debe, en buena medida, a la expansión de esta última modalidad educativa, pues de los 587,377 alumnos que se han incorporado al nivel durante los últimos cinco años, 44 por ciento ha sido atendido por la telesecundaria. En Sinaloa, Veracruz, Puebla, Hidalgo y Guanajuato, esta proporción supera 65 por ciento.
En 1997-98, de los egresados de primaria, 87 por ciento logró ingresar al primer grado de secundaria, lo que significa que poco más de un cuarto de millón de adolescentes (251,408) quedaron fuera del sistema escolar. En algunos estados (como Chiapas, Michoacán, Guanajuato y Zacatecas) la capacidad para dar cabida oportuna a los egresados de primaria es considerablemente menor, entre 76 y 80 por ciento.
Durante ese mismo ciclo escolar, 328,338 alumnos abandonaron temporal o definitivamente la escuela secundaria, esto es, 6.6 por ciento de los inscritos. Quince entidades presentaban índices de deserción intracurricular mayores a la media nacional. Si bien no se dispone de datos sólidos sobre las causas y consecuencias de la deserción, es razonable suponer que los jóvenes que abandonan la secundaria sin concluirla, difícilmente retornarán al sistema formal, por la sencilla razón de que se encuentran en el límite de edad legal para ser readmitidos.
De los alumnos que permanecieron en la escuela hasta el final del ciclo escolar, poco más de la quinta parte (1,043,279) reprobó, cuando menos, una de sus asignaturas. (Esto es especialmente grave si consideramos que la normatividad oficial establece que el promedio anual de aprovechamiento es resultado de las calificaciones obtenidas en cinco periodos de evaluación, donde el puntaje mínimo posible es de 5). Finalmente, la tercera parte de los alumnos de secundaria no logra terminarla en tres años aprobando todas sus materias; en Michoacán, Chihuahua y Campeche, dos de cada cinco estudiantes se encuentran en esta situación.
Los datos anteriores muestran que la universalización de la secundaria es todavía una tarea pendiente. El Estado debe continuar esforzándose por incrementar las oportunidades de acceso oportuno a la primaria, elevar su eficiencia terminal, generalizar la transición a la secundaria y mejorar la capacidad para retener y aprobar a los alumnos hasta que concluyan los tres grados, de ser posible en tres años; para algunas entidades, las de condiciones socioeconómicas más desfavorables, este reto es especialmente grande.
Es comprensible que las autoridades estén optando por incrementar las oportunidades de acceso preferentemente a través de la telesecundaria, pues es la modalidad menos costosa y permite llegar a localidades pequeñas alejadas de los centros urbanos, es decir, marginadas. En principio, esta opción tendería a favorecer la desigualdad en el acceso a una educación de calidad. Sin embargo, existen grandes diferencias de calidad al interior de cada tipo y modalidad de educación secundaria, por lo que no necesariamente todos los planteles de una u otra son mejores que otros; mucho depende de la gestión de cada uno.
Deficiencias graves
La secundaria, como ahora la conocemos, enfrenta dos grandes problemas: la pertinencia de su programación curricular y las condiciones de trabajo de sus docentes. En el primer caso destaca una decisión curricular que está dominada por la lógica de las disciplinas que eventualmente se estudiarían de llegar los estudiantes al nivel superior; se caracteriza por la gran cantidad de materias diferentes (12 o 13 según el grado) que los adolescentes tienen que estudiar a la vez, cada una concebida de manera enciclopédica y con muy escasa cercanía con los temas de interés de los jóvenes. Esta situación se expresa muy claramente en los libros de texto.
En lo que se refiere a las condiciones de trabajo de los profesores, cabe destacar que se caracterizan por la muy escasa preparación pedagógica de por lo menos la mitad de ellos -cuya formación original se reduce a ser pasantes de alguna profesión relacionada con la materia que imparten- y por la atomización de sus contrataciones laborales (por asignatura y por grupo). En esta situación, la mayor parte de los profesores se ven obligados a atender unos 250 estudiantes diferentes por semana (en ocasiones muchos más) lo que obstaculiza la posibilidad de una interacción pedagógica más personal y reflexiva con los jóvenes y con el resto de los docentes. Igualmente, se ven obligados a trabajar en diversas escuelas, atendiendo de prisa a cada grupo y con pérdidas de tiempo y energía en los traslados.
Los resultados de los recientes exámenes de ingreso al bachillerato --si bien constituyen una mirada parcial del nivel de logro de los objetivos de aprendizaje de secundaria-- ofrecen un parámetro común de comparación respecto del aprovechamiento de los egresados de secundaria.
De acuerdo con el CENEVAL, la media nacional de aciertos en el Examen de Ingreso a la Educación Media Superior (EXANI-I) en el periodo 1997-1998 fue de 48 por ciento, lo que significa que, en promedio, los egresados de secundaria pudieron contestar correctamente sólo 61 de las 128 preguntas de la prueba, mismas que corresponden a algunos de los contenidos curriculares prescritos. El rendimiento de los alumnos fue más desfavorable en las áreas de matemáticas (42.3 por ciento) y física (43.7 por ciento).
Las acentuadas diferencias entre los puntos de llegada de los jóvenes pertenecientes a grupos socioeconómicos distintos muestra que, para igualar los puntos de llegada de la población escolar, no basta con ofrecer un currículo común de formación general. Si lo que se desea es que todos los jóvenes aprendan y aprendan bien, el Estado debe diseñar y aplicar estrategias que compensen efectivamente las desiguales condiciones de arranque de los estudiantes y atender la diversidad de capacidades, motivaciones y ritmos de aprendizaje.
Además, si realmente se quiere mejorar la educación secundaria, es preciso aclarar su pertinencia como nivel educativo, considerar las características típicas de los adolescentes a los que se dirige, redefinir su organización curricular (actualmente muy fragmentada), ocuparse seriamente de la formación de sus profesores y asegurarles condiciones de trabajo que permitan mejorar su desempeño y una adecuada relación pedagógica con los jóvenes. Hoy la secundaria es más un obstáculo que una opción educativa para los jóvenes.
Sólo una oferta de calidad común podría asegurar resultados comunes de aprendizaje y la deseada equidad en los puntos de llegada.
Interrogantes
La seria problemática aquí esbozada nunca se refleja en los optimistas informes de avance de las autoridades educativas.
--ƑCuándo se dará una verdadera reforma curricular en la educación secundaria (con todas sus implicaciones, desde el diseño de los planes y programas hasta la elaboración de libros de texto) que atienda las necesidades del grupo de edad al que se dirige y las finalidades sociales que estos jóvenes deberían alcanzar en su tránsito por este nivel?
-ƑCuándo y con qué medidas se logrará que los profesores de secundaria tengan una adecuada preparación -con un claro dominio de su materia y del método pedagógico- para la importante tarea que desempeñan? ƑCuándo se reformarán las condiciones de trabajo de los docentes de secundaria, de manera que permitan la constitución de verdaderos equipos de trabajo de tiempo completo en cada plantel y aseguren una verdadera interacción pedagógica?
--ƑPor qué durante la actual administración -en la que debía consolidarse la obligatoriedad efectiva de este nivel- no se diseñó una política integral de desarrollo de la secundaria?
ƑQUIÉNES SOMOS?
Somos un grupo de ciudadanos comprometidos con el desarrollo de la educación nacional, interesados en la observación crítica de las políticas gubernamentales en este campo, y que buscamos contribuir a solucionar los graves problemas educativos del país. Observatorio espera que las autoridades respondan a sus preguntas y cuestionamientos, y ofrece la publicación de sus respuestas en este espacio.
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