¿Quién manda en el gobierno, Ernesto Zedillo o Francisco Labastida? El desastre evidente de las políticas oficiales ha llevado a que, en vísperas del quinto Informe, ante la perplejidad de los mexicanos, nadie quiera aparecer como responsable: ni de la escalada militar en Chiapas ni de las decisiones atrabiliarias de las autoridades de la UNAM.
1. La huelga estudiantil de la UNAM ha desnudado como pocos movimientos sociales al ``sistema'', que hasta ahora no ha tenido más recursos que los de la sinrazón y la fuerza. Ante la negativa del rector Francisco Barnés a afrontar sus responsabilidades y dialogar con los estudiantes en torno a los reglamentos impugnados, han aparecido todos los graves problemas de la UNAM: el autoritarismo, la corrupción, la subordinación de la academia a los dictados del gobierno.
2. Las plumas del priísmo (y las del perredismo) se siguen equivocando cuando insisten en que el movimiento estudiantil no ha tenido iniciativas políticas, ni quiere negociar, o que sólo busca la intervención violenta de las autoridades. La organización ejemplar de los jóvenes, la claridad de sus planteamientos y la resistencia de estos meses están ahí para demostrarles su error, aunque mucho les cueste entenderlo.
3. La seudoestrategia de las autoridades de la UNAM para enfrentar el conflicto, apoyada por el PRD, ha fracasado por completo, porque se sustentó en un absurdo: el no querer dialogar ni negociar con el CGH. Los historiadores aclararán algún día si el rector Francisco Barnés no ha sido en efecto otra cosa que un simple instrumento de Francisco Labastida, como lo sostuvo Humberto Roque Villanueva (precandidato presidencial del PRI) al referirse al desastre al que ha llevado a la UNAM (Reforma, 25 de agosto), pero los hechos muestran que quienes están al frente de la universidad han actuado no sólo con ineptitud sino con mala fe, y que no ha existido en ellos la que debe ser la principal virtud de un maestro para con los estudiantes: una voluntad de diálogo.
4. ¿Qué autoridad moral puede tener un rector cuando organiza una marcha de empleados, guaruras y estudiantes como la del lunes 23, en la que sus porros lanzaron petardos contra los estudiantes en huelga para después hacerse él la víctima de la violencia? Las seis palomas lanzadas por los porros de la rectoría, según se vio en la CNN y en otras cadenas y lo atestiguaron decenas de periodistas, mostraron el verdadero rostro de las autoridades. El reclamo de los estudiantes antihuelguistas que culparon abiertamente a Barnés (Realidades, Canal 40, 25 de agosto) no dejó lugar a dudas, pues le imputaron mandarlos a la confrontación ``como carne de cañón'' para después echarles petardos.
5. La última iniciativa del rector Barnés para que se levante la huelga sin tener que negociar, no constituye en este escenario más que una tontería más, pues pretende lo absurdo: una salida al conflicto sin los estudiantes en huelga y sin responder a los seis puntos del pliego estudiantil. Desde que sus enviados se levantaron de la mesa de Minería, para el rector el CGH no existe, no quiere verlo, y pretende que la huelga se termine con base en su propia propuesta: la promesa de organizar foros en las escuelas y en donde generosamente los huelguistas serían admitidos. Es la misma iniciativa anunciada el 8 de abril en el Consejo Universitario, y que Barnés hizo presentar primero el 22 de junio y después el 27 de julio a un grupo de ocho profesores amigos suyos, que con poca ética se hicieron pasar por ``eméritos'' sin serlo todos, que ahora ha hecho avalar por el aparato corporativo de la UNAM, y que no responde a ninguno de los seis puntos del pliego estudiantil, como lo señaló el CGH al rechazarla en dos ocasiones. No puede ser la base para resolver el conflicto, y sin embargo en su obcecación Barnés insiste en lo mismo: que el Consejo Universitario (que está bajo su autoridad) apruebe su propia propuesta, con lo que lo único que está logrando es seguir deslegitimando a las instancias de gobierno de la UNAM.
6. ¿Es esa la maniobra a la que el PRD va a prestarse en otro intento torpe más por levantar la huelga?
7. Los discursos pronunciados por Ernesto Zedillo sobre la UNAM (23 y 24 de agosto), acusando a los estudiantes y académicos de la UNAM de agravar el conflicto con su supuesta pasividad, no son más que un claro ejemplo de la irresponsabilidad con la que ha actuado a lo largo de su sexenio. Zedillo es desde luego directamente responsable de lo que acontece en la Universidad Nacional, pues él decidió recortarle el presupuesto, y ha alentado todas las acciones de la rectoría y ahora incita a un enfrentamiento entre universitarios para desresponsabilizarse y encubrir sus políticas.
8. El apoyo a esa salida violenta que un sector de la burocracia académica sugiere sin vergüenza que debía ser el corolario de ``sus políticas'', muestra ante todo la indignidad de muchos de quienes están al frente de la UNAM. El llamado a la violencia que hicieron varios oscuros profesores en el ominoso programa de Lolita de la Vega emitido por Televisión Azteca la noche del 22 al 23 de agosto, constituye una vergüenza para México. Los militares debieron haber disparado ``y todos lo hubiéramos encontrado normal'', dijo uno de los invitados al referirse a la célebre foto de Pedro Valtierra de 1997 en la que en la comunidad de X' oep, en los Altos de Chiapas, unas mujeres indígenas hacen frente a los soldados, para a continuación exigir una intervención armada en la UNAM.
9. El tiempo pone sin embargo las cosas en su sitio, y la demanda del movimiento estudiantil de derogar las disposiciones que tanto agraviaron a los estudiantes y a amplios sectores de la sociedad y de reunir a un congreso resolutivo que permita a los universitarios rencontrarse en el diálogo está ahí como la mejor de las propuestas para la transformación de la UNAM.
10. El país vive los estertores de un régimen autoritario, y la vía para detener la barbarie y edificar un México democrático está más que nunca en manos de la sociedad.