n La obra del muralista, de las primeras que integraron su acervo


Con la exposición Orozco en la colección del museo Carrillo Gil, el recinto celebra 25 años

n La muestra, compuesta de 55 piezas, se inaugurará el 30 y permanecerá hasta el 6 de diciembre n El espacio presentará en la sala permanente montajes con ''perfiles más didácticos''

Merry Mac Masters n El 30 de agosto de 1974 se inauguró el Museo de Arte Alvar y Carmen T. de Carrillo Gil, con una colección de arte que el pediatra y empresario yucateco inició desde finales de los treinta. El punto de partida del coleccionismo de Carrillo Gil (1898-1974), quien se arriesgó a comprar el arte de su momento, fue el dibujo a lápiz La Chole, de José Clemente Orozco, adquirido en 1938. De allí que el renglón más fuerte de su bloque de arte moderno mexicano es la producción perteneciente al muralista jalisciense: 164 obras, en comparación con las 68 que hay de David Alfaro Siqueiros y 24 de Diego Rivera.

A fin de festejar los 25 años de vida del Museo de Arte Carrillo Gil (MACG) y conmemorar el 50 aniversario luctuoso del pintor y el cuarto de siglo de la muerte del doctor (5 de octubre), el recinto ha organizado la muestra Orozco en la colección del museo Carrillo Gil.

El director del museo, Osvaldo Sánchez, explica que al finalizar Orozco..., el 6 de diciembre, sus 55 piezas serán retiradas de las paredes para realizar un montaje nuevo de la sala permanente, que busca un perfil "mucho más didáctico", un contorno en donde "más que exhibir obras maestras, se trata de brindar un discurso más complejo, pero también más accesible al espectador". La realidad es que la colección permanente se ha convertido en un reto para el museo.

Integrada en la actualidad por alrededor de mil 750 obras, Sánchez, en entrevista, explica que la colección "constitutiva" formada por Alvar Carrillo Gil consistió en el arriba mencionado bloque de arte moderno mexicano que, aparte de los "tres grandes", también incluyó obra de Günther Gerzso y Wolfgang Paalen. A este primer acervo el benefactor agregó otras obras antes de morir. Posteriormente, la propia familia legó más piezas. Este bloque también ha crecido con obras aportadas por el mismo Instituto Nacional de Bellas Artes. Luego, están los bloques de gráfica moderna y contemporánea europea, y de estampas japonesas.

Las mismas exposiciones realizadas en el museo han generado otro acervo producto de donaciones hechas por los artistas. Si en términos de acervo "en efecto es colección del museo", para Sánchez la obra contemporánea no constituye "propiamente" una colección, pues "no ha conllevado una selección ejercida desde el MACG". "La colección de arte contemporáneo mexicano es muy regular, por no decir bastante regular. Desgraciadamente no creo que ayude a conformar ningún patrimonio respecto de la visión histórica de lo contemporáneo mexicano en los últimos 20 años, aunque sí contiene obras muy importantes", comenta.

Cuando Sánchez asumió su cargo el 15 de mayo de 1998, encontró que la sala permanente estaba enfocada hacia el objeto por sí mismo, como patrimonio, perspectiva que no le convenció mucho. En una época anterior, apunta, los curadores Renato González Melo y Cuauhtémoc Medina habían buscado darle "mayor agilidad" y "varias perspectivas de presentación". El entrevistado reconoce como handicap del equipo curatorial que actualmente trabaja en el MACG, el que "ninguno, incluyéndome, es ni investigador ni conocedor del arte moderno mexicano; están concentrados en lo contemporáneo". Esta situación, sin embargo, les ha hecho consultar curadores e investigadores de fuera del museo y "con los que hemos trabajado muy bien", como Armando Saénz, curador invitado de Orozco... , el mismo González Melo, quien escribió un texto para el catálogo al igual que Raquel Tibol y Ana Garduño, así como James Oles.

A futuro, en vez de exhibir la colección permanente del MACG como "trofeos de arte", sus componentes se leerán en relación con la historia de México, los lenguajes modernos y su tránsito a la contemporaneidad, una lectura a su vez "útil" para los propósitos del museo.

Sánchez explica: "Una contradicción que tenemos con la colección es que es muy estricta en el paradigma... Hay unos paradigmas de la modernidad en México muy cerrados que no permiten de una manera fácil que el espectador vaya al primer piso, vea esta colección y esto le permite un tránsito fluido hacia la contemporaneidad. Es decir, cuando alguien pasa del primer piso al segundo, se traumatiza. Es una colección que no es muy abierta a permitir lecturas no directivas de lo que fue el bloque y el paradigma de modernidad de los muralistas, aun cuando se tiene figuras como Gerzso y Paalen, porque toda la pintura intimista de los mismos años no está.

''No hay figuras de los cincuenta ni los sesenta que hicieran una investigación importante, como Mathías Goertiz, o pensamos en la vertiente constructivista o tal vez aquella que abriría hacia una conceptualización de lo plástico, del espacio, como pudieran ser Pablo O'Higgins y Carlos Mérida. Es una colección que cierra mucho la posibilidad de hacer un discurso de tránsito hacia la base más fuerte de este museo, que es la contemporaneidad.

"El MACG no es el mausoleo de un coleccionista. Es una propuesta que en su momento fue de actualidad, de riesgo, de apertura hacia el contexto mexicano. Creo que esta es la línea que debemos trabajar aquí".