La Jornada jueves 26 de agosto de 1999

Jean Meyer
Conclusiones provisionales

Hay que ir allende del acontecimiento. Ya es tiempo de decir que si a lo largo de la tormenta nos sentimos kosovares, los serbios nunca dejaron de ser nuestros hermanos. La desgracia de la población kosovar deportada y masacrada, la desgracia de la población serbia engañada y bombardeada son irreversibles e irreparables. ¿Qué pasará con tantos refugiados bosnios, albaneses, croatas, serbios? ¿Qué será de los 200 mil serbios de Kosovo después de tanta violencia inolvidable? La responsabilidad última, la responsabilidad histórica es para siempre la de Milosevic, con su fría y criminal empresa; pero si pudo pasar al acto, si pudo aplicar un plan Herradura archivado en 1937, si pudo soltar todos los demonios, eso se debe a la falta de lucidez o de valor de los que podían y debían haberlo parado en seco en 1991.

Debemos borrar unas falsas ecuaciones: es falso decir que es la misma vieja historia que se repite siempre; odios clánicos, guerras tribales, prehistóricas. Otra falacia: panslavismo=cristianismo ortodoxo=comunismo. Tercera falacia asesina: bosnio, albaneses, kosovar=musulmán=fanático bárbaro.

En 1994 el gran poeta ruso Joseph Brodsky le decía a su colega escritor, el presidente checo Vaclav Havel: ``No le eche la culpa al `comunismo'. Es un espejo, el reflejo de nosotros, del potencial humano negativo. El `comunismo' fue un derrumbe de la humanidad, no un problema político. Un problema humano, un problema de nuestra especie. ¿Por qué no admitir sencillamente que ocurrió una extraordinaria regresión antropológica en este siglo? (É) El pecado original, traducido en lengua común, significa que el hombre es peligroso.'' *

Milosevic encarna esa virtualidad peligrosa. Por eso, frente al tercerismo utópico que decía ``ni OTAN ni Milosevic'', frente al izquierdismo utópico mexicano y latinoamericano que encuentra sus mesías en Fidel Castro, Sadam Hussein, Milosevic, Hugo Chávez, hay que subrayar que fueron 19 países democráticos los que tomaron, demasiado tarde, la resolución de parar por la fuerza a la violencia de Milosevic. Subrayar también que en 16 de esos 19 países, la izquierda socialdemócrata está en el gobierno, mientras que en los mismos países los que condenaron la decisión de la OTAN eran los comunistas y la extrema derecha racista, la que dice por la boca de Jean Marie Le Pen que la shoah es una minucia en la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Más allá de esa guerra de Kosovo -que la OTAN no ha declarado, porque de hecho fue una operación de policía internacional-, hay que señalar la importancia de la fecha del 23 de marzo de 1999. En el mismo día los lores británicos le negaron la inmunidad al general Augusto Pinochet y la OTAN tomó la decisión de bombardear Serbia. Se trata de dos golpes serios a la soberanía de los Estados, en nombre de la lucha contra los crímenes de lesa humanidad. Todos queremos la justicia. ¿Puede haber justicia sin policía? ¿Ustedes creen que el solo tribunal de Nuremberg hubiera podido liberar a los presos de Auschwitz?

Más allá de la guerra se plantea en serio el problema de la revitalización, vía reforma, de Naciones Unidas, con su fuerza de policía internacional. Se plantea la necesidad para Europa de dotarse de un verdadero gobierno y de unas verdaderas fuerzas armadas. Si no ¿cómo quejarse de que Estados Unidos sea el músculo de la OTAN? ¿O es que Europa pretende tener a Estados Unidos de sirviente? La misma Europa debería reunirse en Congreso en Berlín, Varsovia o Viena, para redibujar su mapa, integrar cuanto antes a la comunidad toda la Europa del sureste, lanzar un generoso plan de desarrollo económico para dicha región. Sin olvidar que Rusia, aunque no lo crean, es europea.

* New York Review of Books, 17 de febrero 1994, carta de JB a VH.