Gratitud
Pablo Espinosa n Hace 15 años, el maestro Rufino Tamayo (1899-1991) culminó una de sus obras maestras. La creó ex profeso para La Jornada, entonces naciente. Así como meses después donarían su colección completa de arte contemporáneo a la nación, la generosidad de Olga y de Rufino Tamayo fue uno de los cimientos en la construcción del periódico que tiene ahora el lector en sus manos. Reproducimos hoy, que es el cumpleaños cien de Tamayo, un fragmento de la crónica, de hace tres lustros, de aquel acto fundacional:
Hombre en rojo. Cien veces Tamayo caligráfico, coreada en contrapunto la firma más importante en nuestra plástica actual; del uno al cien, de la piedra a la imagen, del lápiz a la volición raigal del rojo en la litografía que Rufino Tamayo realizó para participar en el proyecto periodístico de este diario y que ayer firmó, del uno al cien, en el taller del impresor Andrew Vlady. Hombre en rojo para La Jornada.
Yyyy uno yyy dos yyy tres.
-ƑY el título, maestro?
-Pues Ƒcómo le ponemos? ƑHombre?
-Es rojo.
-Sí, pues, Hombre en rojo.
Veinticinco, 26, quedó bonito, 27, sí, quedó bonito, 28, Ƒverdad?, ''yo le doy un valor muy especial a esta litografía por el hecho de que es para La Jornada", 29, ''la técnica de la litografía me agrada porque la puede comprar quien no puede pagar un óleo", 30, quedó bonito, 31. Hombre en rojo.
Treinta y dos, ''tuve la suerte de ser amigo de Marc Chagall -platica Tamayo mientras firma las litografías y las numera-, vivimos juntos en Nueva York durante la guerra", 33, ''es uno de los más grandes de la pintura contemporánea". Firma Tamayo, aprieta el lápiz con pulgar-índice-medio, 41, recita, contrapuntea su impresor, fluye la serie salida de la piedra que cancela el autor. Lithos y graphos. Piedra y trazo, irrepetible, agua y grasa. Tamayo hirió la piedra traída desde Bavaria y el Hombre en rojo se multiplicó cien veces bajo los rodillos y bajo las prensas y sobre el papel, 43 de cien, más punta al lápiz, 47. ''Hay una diferencia entre la posición política del artista y su obra. El artista está comprometido antes que nada con su propio arte, esa es su razón fundamental. Los muralistas, en ese sentido, hicieron muchas concesiones, anteponían sus intereses políticos a sus obras y se decían pintores revolucionarios. En realidad no lo eran, puesto que su pintura nada tiene de revolucionaria. Yo sí soy revolucionario en mi pintura, yo abrí campos. La prueba es que la pintura joven en México es libre, y antes no lo era, antes se hacía pintura para el Estado, se hablaba de la pintura del Estado", 48 hombres rojos.
''Yo soy de izquierda, como persona, pero no meto a la pintura en eso porque se trata de cosas muy distintas. Yo estoy con el pueblo, yo no soy demagogo, no digo discursos ni esas cosas, yo hago, simplemente hago", 49. ''Sí, alguna vez dije que soy socialista y sí, lo sostengo, porque una de las cosas más importantes es que la distribución de la riqueza sea equitativa, que todos tengan lo suficiente para vivir", 91, ''no hay derecho de que algunos tengan más que otros, Ƒpor qué?", 92.
Firma Tamayo y hace ondear su paliacate azul, ajusta el carey de sus anteojos y sonríe. ''Quedó bonito", firma 99 litografías, las entrega a La Jornada, cien litografías de mil dólares cada una. Cien hombres rojos desde las manos del artista solidario. Cien veces la caligrafía oaxaqueña. Hombre en rojo.
Gracias, Tamayo.