n Su Alteza Serenísima, filme que marca su retorno a los sets después de 8 años
Santa Anna no es una caricatura, sino reflejo de su época: Cazals
n El cineasta debuta como guionista n Alejandro Parodi y Angélica Aragón, en los roles estelares
Raquel Peguero n Para Felipe Cazals el ''accidente Kino" -como le llama a la película con la que aseguró se retiraba del cine- fue ''muy grave, doloroso y difícil de reponer". Le llevó ocho años y tres proyectos que naufragaron -dos trabajados con Vicente Leñero y el otro con Gerardo de la Torre y Juan Antonio Porto- antes de decidirse para volver a dirigir una historia a la que llegó ''sin perder el aliento" y en la que, después de más de 30 años como cineasta, debuta como guionista único de un filme. Su Alteza Serenísima es su título y, por supuesto, gira en torno de la polémica figura de Antonio López de Santa Anna.
''He estado alejado, pero no inactivo", señala el realizador en entrevista, y asegura que lo importante es que ''se puede vivir al margen del cine pero no fuera de él; todo este tiempo mi profesión ha estado a un lado y eso genera una especie de insensibilidad, porque en gran parte mi profesión es mi vida y no puedo ser insensible a un tema como el de Santa Anna que, lamentablemente, siempre ha sido interpretado como una caricatura". Aclara, consciente de la situación, que ''no se trata de una película histórica, sino que se refiere a un personaje indispensable de la historia de México. Lo que quiero es que el público se rencuentre con sus odiados personajes, de los que siempre murmura, de los que habla mal. Eso pretendo: que se sepa quién fue Santa Anna, por lo menos mi versión''.
Regreso sui generis
Por eso, afirma Cazals, ''este es un regreso sui generis porque la película cuenta los tres últimos días de vida del general Santa Anna en la ciudad de México, después de que lo perdonó el presidente Sebastián Lerdo de Tejada y le permitió regresar al país. En esos días, el anciano dictador se asoma a un espejo para comprobar que su imagen no ha cambiado: taimado, chaquetero, necio, aventado, decide conquistar el poder ignorando que los años han pasado, que la Reforma se ha establecido, que la patria se ha recobrado y que su tiempo ya pasó; pero como él siempre estuvo ejercitado en el poder, se niega a admitir que no hay otra oportunidad y piensa en la posibilidad de ser una vez más presidente de la República".
La película, explica, lo que busca es ''mostrar cómo este personaje nunca fue caricatura de sí mismo, sino el reflejo -como bien lo dice Agustín Yañez- de su tiempo, de una sociedad y de las convulsiones de un país que en el siglo pasado, pasó por todas las etapas inimaginables de intervenciones, invasiones, reformas, gobiernos federales, republicanos, imperios". Su Alteza... transcurre en su casa, con su mujer quien, "con toda lealtad le ayuda a que viva sus últimos tres días -que no sabe que lo son- como siempre lo hizo: en un esplendor simulado: le llena la antesala de amigos y secuaces con los que Santa Anna se reúne y los cuales, por no llevarle la contra, conversan con él y acuerdan una nueva toma de poder. De eso trata".
Cazals tiene previsto rodar la historia en continuidad ''salvo cuatro episodios que se corresponden en flash back a otros tantos sucesos históricos que ocurrieron en su vida. Es una producción modesta, mucho más sustentada sobre los personajes que sobre los acontecimientos porque, considero, es el tiempo de hacer películas. En mi caso, muy razonables de costo, que me permitan poder laborar con actores con los que he trabajado a lo largo de mi carrera". De ahí que el guión lo escribiera pensando ''muy precisamente en cada uno de los histriones que integran el elenco, para ceñir el personaje de acuerdo con su personalidad". Así, Su Alteza Serenísima será interpretado por Alejando Parodi, mientras que su esposa Dolores Tosta, alias La flor de México, la encarnará Angélica Aragón. El resto del reparto que ya está completo y cerrado lo integran Diana Bracho, Pedro Armendáriz, Ana Ofelia Murguía, Guillermo Gil, Salvador Sánchez, José Carlos Ruiz, Carmen Delgado e Isaura Espinoza.
La preproducción comenzará el 1 de octubre -para empezar a filmar el próximo 5 de enero-; el fotógrafo será Angel Goded y la producción estará a cargo de Luis Estrada. Casi todo el filme se rodará en los Estudios Churubusco, donde ''reconstruiremos la casa de Santa Anna. Habrá mucho quehacer de laboratorio porque se requiere mucho trabajo actoral y eso le permitirá, además, al fotógrafo establecer su prime light según avance la construcción. Volver a filmar en foro me chifla -asegura con una risa-, yo ya formo parte de los rucos y necesito ver que este regreso salga como debe salir y en foro, como todo está centrado en un pequeño grupo y en silencio total, me ayuda porque me da más tiempo, espacio y horario de trabajo: puedo controlar todo con más cuidado".
El director de Canoa explica que para escribir el guión se basó en ''una enorme cantidad de estudios históricos, entre los que hay que destacar los que más me han servido": el ensayo de Agustín Yañez, ''y una obra invaluable que está siendo escrita" por Enrique González Pedrero, además de los muy conocidos textos de Fuentes Mares, Valadés y los episodios periodísticos de Guillermo Prieto en Memoria de mis tiempos.
Capacidad camaleónica en el poder
-Con ese fragmento de historia y como lo abordas, Ƒno se presta para incurrir en una caricatura?
-No, porque cuando él se asoma a ese espejo es perfectamente consciente de las reglas políticas en México. Nunca toma en caricatura las circunstancias y vuelve a utilizar las armas que conoce a fondo y que, curiosamente, siguen existiendo. No habrá ningún tono caricaturesco; es, exclusivamente, demostrar cómo el juego no tiene edad ni fin, el jugador se prende a su propia proposición y en un momento está convencido que las cosas van a andar en el sentido que él las ha propuesto, tal y como sucedió años antes, pues su talento para hacer alianzas con todos los bandos fue infinito. Su capacidad camaleónica es la que ha hecho parecer que tiene una efigie de caricatura, que no es cierta, pues siempre supo estar a tiempo en el poder y cada vez que éste no lo quería supo irse a tiempo diciendo que eran unos ingratos, para nuevamente llegar a tiempo de regreso. Mi mirada es una reflexión sobre el ejercicio del poder y la falta de memoria cuando están ejerciéndolo, de los compromisos hechos, pues a final de cuentas Santa Anna no es un sátrapa, él dijo la verdad, rayando en el cinismo siempre, que era pendenciero, jugador, mujeriego, militar, héroe de la patria; que su sangre la había derramado contra el invasor francés, español, estadunidense; que sólo creía en la Virgen de Guadalupe y que el pueblo era su apoyo y soporte, y que el oro y las lisonjas no le importaban. No mintió. Lo que sucede es que México en ese momento quería tener un héroe así, si no no hubiera existido Santa Anna y eso no es materia de caricatura; si no lo sería el país entero, y no creo que la Independencia, las Leyes de Reforma ni la terrible pérdida de más de la mitad del territorio nacional sean una caricatura.
-ƑSientes algún tipo de admiración por Santa Anna?
-No. Lo que sucede es que en menor escala, en el transcurso de mi vida he conocido personajes que se parecen mucho a él. Santa Anna es un prototipo de mexicano muy surtido: existe, no es un vulgar aventurero ni un pendenciero barato ni un asesino rencoroso; es un hombre con arrojo, ideas muy personales, poco asentado, con una visión faraónica de las cosas y con obsesiones que podemos encontrar muy seguido en México: el honor, la patria, esa serie de conceptos que son abstractos pero que, cuando un país está convulsionado, mueven masas. No perdamos de vista que Santa Anna, profundamente repudiado, con varios exilios, durante la invasión estadunidense pudo reunir a 17 mil combatientes; claro que a la hora de rifársela cambió de opinión y es ahí donde está el personaje, en medio de un México único. Sus métodos, además, dejaron secuelas; es el inventor de lo que se llama la chaputería política.
-Por eso es el momento justo para retomar al personaje.
-Sí. No es un personaje que vaya a desmitificar para nada, pero está en la boca de muchos porque lo asocian con figuras políticas contemporáneas, lo cual tampoco me parece muy exacto. Hay muchas formas de hacer santanismo, pero es muy difícil ser Santa Anna, porque habitualmente los traidores a la patria o lo que se entiende por ello, son cobardes, algo lejos de él que fue un general bragado desde temprana edad. Sus diversas facetas de carácter son las que se le pueden poner a muchos políticos, pero personas como él ninguna. No hay una faceta de Santa Anna que no sea siempre una sorpresa.
-ƑFue difícil integrar un personaje así?
-No, porque lo fui encontrando. Me ayudó mucho saber cada día más de peleas de gallos -que eran una de sus pasiones- y ciertas orientaciones de anécdotas personales que me sirvieron de referencia, como cuando correteó a bastonazos a Guillermo Prieto porque no le gustaron una serie de artículos que publicó. Hay un fenómeno muy interesante, Santa Anna a ojos de la reacción es un republicano; para los federalistas es un centralista, y en la apreciación de éstos es un liberal y frente a los liberales es un reaccionario. Este hombre supo dividir su entorno y atarlos al mismo tiempo, porque les hizo creer siempre lo que ellos querían creer. Es el detractor de todo lo organizado y conceptualizado en el México del siglo XIX.
Presencia exótica, pero necesaria
-Y aquí la pelea de gallos, Ƒla usas como metáfora del ejercicio del poder?
-Sí, él lo dice en la película: lo único que lo enamora en serio son los gallos, porque son bravos y nacieron para el combate, son bellos y él es un gallo, siempre lo ha sido, como Napoleón Bonaparte y porque, sobre todo, nunca hay que creer a los que escriben la historia sino a los que la hacen. De ahí la temerosa actitud que tuvieron muchos historiadores con él y la gran ambigüedad que se da, porque hay historiadores, como Vasconcelos que lo aborrece y lo culpa, incluso, de algo que pocos sabemos: el Himno Nacional está rasurado porque una cuarta parte de sus versos son alabanzas a Santa Anna. De ahí que sea complejo contar esta historia y ver este personaje que, para bien o para mal, está metido en todo el siglo XIX. Hay quienes pueden afirmar con atrevimiento que hablamos de un dictador: no es cierto, pero quienes lo defienden a ultranza también están equivocados: es una presencia exótica, pero necesaria para los mexicanos del XIX.
-Esa complejidad, Ƒte da miedo ahora que vas a filmar?
-No, tengo más bien la ilusión de filmar de otro modo; más serenamente, en profundidad, cosas que en otros filmes no tuve tiempo o no les presté la debida atención. La película no es el guión ni la complejidad, es filmar, y eso es lo que voy a tratar de hacer otra vez.