n Entrelazan sus voces en el espectáculo Mujer/es entre dos milenios
Bátiz, Laboriel, Méndez y Vigil son cuatro magas con capacidad para demorar el tiempo
Mónica Mateos n Cuatro hadas viven en las gargantas de Baby Bátiz, Ella Laboriel, Gilda Méndez y Xóchil Vigil, mujeres magas que al entrelazar sus voces son capaces de demorar el tiempo ya sea en el embeleso de un blues, en la potencia de un canto caribeño de raíz africana, en la energía de un rock o en la calidez de un bolero.
Quien no las recuerde, baste decir que ellas son de lo que ahora escasea: profesionales con décadas de experiencia, actrices, ex gogo girls, bluseras de hueso colorado, rocanroleras de siempre, además, claro, de esposas, madres y amantes plenas.
''En este mundo manejado por la juventud, no tienen por qué retirarnos", señala Ella Laboriel, el hada negra, quien dice con orgullo su edad: 54 años, y con más placer despliega, con sus compañeras, su energía en el escenario, en el espectáculo Mujer/es entre dos milenios que a partir de este miércoles se presenta en el teatro Julio Prieto.
Con este encuentro musical, "demostramos que no nada más hay entretenimiento para chavitos, sino para gente madura con experiencia, como nosotras. Queremos que los jóvenes nos conozcan y que los adultos que ya nos escucharon alguna vez vean que estamos vivas y fuertes, que cantamos todavía y lo hacemos bien... šbastante bien!", agregó Baby Bátiz, el hada azul, blusera, y no miente.
Compartir, no competir con los hombres
''La magia que encierra este espectáculo es que conjunta conceptos musicales para todos los gustos: salsa, rock, jazz, afroantillano, bossa nova. No se da en muchos lados, es peculiar porque demostramos que no nada más las caras y los cuerpos bonitos tienen derecho a pisar un escenario", puntualizó Vigil, el hada blanca, jazzera.
-ƑFeministas?
-šNoooooooo!, responden a coro las cuatro.
-Femeninas, eso sí, añade Gilda Méndez, el hada mulata, rocanrolera.
-šAmamos a los hombres, vengan a nosotras los hombres!, exclama la Baby.
-No somos feministas para nada, ni estamos en el movimiento -intervino Ella-, no competimos con los hombres, compartimos con ellos, eso es muy importante. Las mujeres de ahora hace muchos años que salimos a trabajar, es cierto que queremos que se nos dé un lugar como profesionales, pero eso no quiere decir que perdamos nuestra feminidad, o que no necesitamos la mano de nuestros hombres, el apoyo y, sobre todo, el respeto.
-Aunque de personalidades diferentes, en el escenario somos una misma -explica Bátiz-; el amor nos llena de energía. Llegamos al incendio cuando cantamos.
Mujer/es entre dos milenios tiene como pretexto para hacer cantar a sus cuatro protagonistas un guión teatral, el cual hace sentir al público como si estuviera en una velada bohemia, donde las amigas se cuentan sus vidas. Fragmentos poéticos de Roberto López Moreno aparecen en una pantalla, intercalados con la imagen de un código de barras que luego se transforma en huellas digitales: es la metáfora de la metamorfosis que sufre la mujer al adquirir conciencia de que no es una mercancía.
-La amistad, el respeto y la armonía que hay entre las cuatro es lo que hace la magia de nuestro espectáculo -dice Laboriel luego de ensayar-, le ofreceremos al público nuestra imagen de mujeres fuertes, trabajadoras, lo explico al principio del show: después de tantos caminos recorridos, hijos, esposos, amante, que nosotras tradujimos en giras, cansancio, responsabilidades y una que otra lagrimita, después de todo eso aquí estamos.
(Mujer/es entre dos milenios se presenta todos los miércoles, no los jueves como anunciamos ayer, en el Julio Prieto, a las 20:30 horas. Hasta el 24 de noviembre.)