n Ponente en el coloquio Reflexiones al fin de siglo


La filosofía conlleva una duda esencial sobre sí misma: Stewart

n Autor del libro La verdad sobre todo, una historia irreverente...

César Güemes n La muerte del rey Arturo, Batman, El hombre araña y los Cuatro Fantásticos son parte de su formación lo mismo que Wittgenstein, Russell, Foucault o Schopenhauer. Matthew Stewart, considerado por el ojo de la autocrítica ''el último filósofo" y por sus detractores el Unabomber de la filosofía, tiene por lo menos dos personalidades, la de doctor en su materia por la Universidad de Oxford y la de consultor de empresas tanto en Estados Unidos como en México. Ha escrito La verdad sobre todo, una historia irreverente de la filosofía, con ilustraciones (Taurus) y visita nuestro país a fin de exponer su tesis dentro del coloquio Reflexiones al fin de siglo (que hoy comienza a las 18 horas en el ITESM campus Monterrey), en el cual participa con Willy J. Stevens, Federico Reyes Heroles y Erica Jong.

ųEs de reconocer de inmediato el sentido del humor que aplicó a todo el ensayo. ƑDe dónde diría que le viene?

ųAgradezco que se reconozca esa veta porque intenté que el libro fuera divertido, que diera placer a los lectores, ya que me dio mucho placer escribirlo. Fue algo que surgió naturalmente. Pienso que viene de la cultura popular estadunidense, en la cual incluimos la música y los elementos más vulgares de la televisión. De hecho no ensalza la cultura popular, sino que la ironiza. No digo, pues, que la verdad está ahí y que es mejor que las verdades de los filósofos. Traté de poner ambas visiones en la misma sartén. El proyecto era meter a la filosofía en la vida cotidiana para hacérsela más real a los lectores. En algún momento encontré que el método para lograrlo era quitarle formalidad al discurso. Si no puedes hablar con el mismo lenguaje de asuntos filosóficos y de Frank Sinatra, entonces limitas a la filosofía y al mismo tiempo dejas una parte de tu vida fuera del juego.

 

Apostar por la búsqueda de la verdad

 

ųAl cierre del volumen, en el que hace un autonálisis de Matthew como el último filósofo, señala que se alejó de la materia luego del doctorado que obtiene en ella. ƑA qué atribuye ese distanciamiento?

ųTengo que aclarar algo: no creo que haya dejado del todo la filosofía, sino que intenté mostrar que ésta conlleva una duda fundamental incluso sobre sí misma. Así que quise presentarme como un personaje de novela, que experimenta todas las dudas propias del tema y que sin embargo continúa. Lo que sí dejé conscientemente fue el proyecto académico. Al último me quedo con la filosofía, con la búsqueda de la verdad. Y me gustaría comentar de ese capítulo sobre mí que aunque parezca arrogante haberlo escrito, espero que se entienda dentro del tono lúdico de todo el libro. Es algo como el título: oficialmente puedo decirte que si alguien piensa que aquí está toda la verdad, se equivoca. Entonces, la filosofía es diferente a los otros proyectos de conocimiento, porque en el balance último lo que vale es nada más aquello que la persona misma puede sintetizar de acuerdo con su conocimiento del mundo. Lo que ofrezco como una historia de la materia es mi síntesis y la idea es sugerir al lector que escriba el capítulo final del libro, sumando a las ideas de otras personas la suya propia.

ųDe modo que la irreverencia no se opone a la academia, todo es meramente forma.

ųLa academia es esencial para mí y seguro que tiene un papel muy importante en el desarrollo del conocimiento humano. El libro depende mucho de los recursos y de las investigaciones que se han hecho dentro del mundo académico. La idea era más bien decir: tenemos todos estos recursos, pero tampoco debemos olvidar lo que es esencial en la historia de la filosofía, o sea, un trabajo que siempre nos lleva más allá de la mera especialización o de ocupar un puesto burocrático. No intento tirar una bomba contra la academia para destruirla.

ųNo es el Unabomber de la filosofía, pues.

ųEspero que no, aunque hay algunos que lo piensan. Al menos no es la intención serlo. El punto final sobre la sabiduría, entendida como conocimiento de las razones humanas más profundas, no lo da la academia, sino nosotros mismos aunque tomemos a lo académico como palanca.

ųƑQué tan cercano es un libro como el suyo al de El mundo de Sofía?

ųTengo bastante empatía con proyectos de popularización de la materia. El mío en cierto sentido lo es. Trata de dirigirse a los individuos como seres pensantes aunque no sean especialistas. Creo que el uso de la narrativa y de la novela están muy bien para la difusión de una materia que puede antojarse árida como es la que abordamos. Sin embargo, haría una diferencia entre mi libro y El mundo de Sofía. Una novela como esa funciona para divulgar, recontando, las historias tradicionales de la filosofía. Es verdad que de una manera divertida e interesante, pero al fin y al cabo los mitos de la materia están ahí. Mientras que mi libro tiene un anhelo dismitificador y por tanto se aleja del potaje de los mitos usuales. Mi intención no fue contar aquello que han descubierto los grandes pensadores, sino decir: metámonos con ellos como si fueran colegas, dispongámonos a cuestionar todo lo que se ponga delante. Ese es el espíritu. Ya lo dirán los lectores, pero creo que mi libro cuesta un poco más de trabajo leer que la novela que citas. Es más alternativo.

In situ, solución a problemas

 

-Ha trabajado como consultor de empresas, desempeño que en principio se ve muy lejano de su personalidad como doctor en filosofía por la Universidad de Oxford. ƑCómo compagina las dos facetas?

-El mundo contemporáneo tiene una idea fija de lo que es el mundo del trabajo y el de la filosofía. Pero mi experiencia es que la formación que tuve resultó superior, en la vida diaria, a la que habría tenido de cursar una licenciatura en administración de empresas. Cuando observo a las personas que estudiaron especialidades en marketing, advierto que no aportan casi nada diferente. Y hay una razón: los problemas que tratamos han de solucionarse in situ, aplicando una facultad de pensar, de hacer crítica en serio.

-Con La verdad sobre todo... es clara su aptitud para ''vender" una idea. ƑQué tanto aplica esa misma intuición para su otro desarrollo profesional?

-Veamos la filosofía como algo que se añade a la vida en todos los terrenos, eso permite que no haya límites en la aplicación. Como consultor he ayudado a varias empresas a formar su estrategia. Eso implica pensar en el fin e incluso en la metafísica de la empresa. Luego, no es que tuviera mucho interés en dedicarme a eso, lo mismo pude ser camarero para sobrevivir.

-O impartir clase en Oxford.

-Lo que pasa es que decidí conscientemente no ser académico. Eso me surgió por el sentido de rebelión adolescente. Me di cuenta que la filosofía era bastante más grande que el trabajo dentro de una universidad. No tuve que dedicarme a la academia. Además, hay otro componente: el camino laboral dentro de una institución educativa es pesado, arduo, no hay sitio. En fin, el caso es que en la vida los hechos pasan y las justificaciones vienen después.

(La verdad sobre todo, una historia... se presentará el próximo jueves, a las 16 horas, en el auditorio Cresencio Ballesteros de la Universidad Iberoamericana -Prolongación Paseo de la Reforma 88-, con los comentarios de Francisco Galván, Gerald Nyenhuis y Silvia Ruiz.)