LO QUE AL PRINCIPIO PARECIA una imposible alianza electoral entre el PRD y el PAN y sus socios menores, ahora aparece como una aún menos creíble alianza política que, sin embargo, en medio de amagos, fintas y regateos, ha dado breves pero aplaudidos pasos hacia su concreción: los mínimos necesarios para que PAN y PRD hayan comenzado a recular y a dejar en la frustración a sus socios menores. La alianza política nos prometía un programa común, un gobierno de conformación pluripartidista, y un candidato.
Resulta por lo menos inusitada la facilidad con que los actores dicen haber estado allanándose en materia programática, mientras aún padecen las de Caín con la forma de elección del candidato; tanto que es la razón por la que ya nos anticipan el fin de la alianza antes de su nacimiento. El futuro de la nación les ha sido fácilmente asequible; el modo de elección del candidato a la Presidencia, la tumba del proyecto.
Con todo, ese modo de elección no es el único que debían decidir: ¿cómo harían para elegir candidatos a los puestos de representación popular en cada uno de los distritos electorales del país?, ¿mediante una multitud de encuestas-elección que implica forzosamente una mínima campaña política de cada uno de los innumerables aspirantes de todos los partidos en todos los distritos electorales?, ¿elegirían primero candidatos internos de los partidos y después los de la alianza?, ¿puede el país y los partidos efectuar tal número de elecciones?, ¿cómo se resolverían la infinidad de inconformidades que muy probablemente surgirían?
Nada resulta en principio tan extraño, sin embargo, como las convergencias programáticas a las que han dicho haber llegado. Ahora parece que las etiquetas de derecha e izquierda que por muchos años se han colgado los actores principales, eran ficticias (en un país en donde esas referencias políticas son insultos). Los aliados parecen haber descubierto que están de acuerdo en lo fundamental respecto al país que desean; tanto, que habían dejado a buen resguardo las diferencias, dispuestos a sacrificar lo que sea de sus respectivos programas, para hacer posible la alianza ``por México''. Y si esto es así, nos hallamos al principio: se trataría de una alianza electoral anti-PRI, en la cual el país, bien gracias, es lo de menos.
Que el país es lo de menos, lo prueba uno de los acuerdos socialmente más extravagantes, por más ``lógico políticamente'' que haya resultado a los aliancistas: decidieron, según informó La Jornada oportunamente, una tregua legislativa de tres años sin modificaciones al artículo tercero de la carta magna (entre otros varios artículos constitucionales).
Cuando la educación nacional navega en tiempo borrascoso y hace agua de la popa a la proa; cuando está más urgida que nunca de una reforma estructural; cuando se hace impostergable una ley de reforma integral de la organización nacional educativa, que sólo puede partir de un mandato constitucional; cuando la reordenación de todos los niveles educativos se ha vuelto un imperativo inexcusable, la potencial alianza dice que todo puede postergarse al menos tres años.
La UNAM requiere de una reforma extraordinariamente urgente y de raíz a su ley orgánica, que exige ineludiblemente de una visión estratégica de la educación superior a nivel nacional, y ello comprende asuntos constitucionales como los objetivos educacionales, las fuentes de financiamiento, la precisión de la autonomía, la libertad de cátedra e investigación y la responsabilidad social de las instituciones públicas de educación superior, la estructura del gobierno académico, la reordenación del bachillerato nacional y del ciclo secundario en su conjunto, entre otros temas. Pero los aliancistas deciden posponer el asunto, en aras de unas convergencias vacuas, como la de ponerse de acuerdo no en qué hacer, sino en no hacer (tregua legislativa); en todo caso, en no hacer nada de fondo en esta materia y en otras que cubre la tregua.
¿Eso es lo que propondrían someter al voto de los electores?, ¿no es hora de que los partidos se ocupen de la sociedad en lugar de ocuparse sólo de sí mismos, de los adversarios-aliados y de la forma de hacerse con el poder?.