Astillero Ť Julio Hernández López
Desesperado al suponer que no tiene el apoyo del centro que él quisiera (un indicio grave sería la amonestación que le recetó oficialmente Fernando Gutiérrez Barrios pero que, sin duda alguna, fue decidida por el presidente Ernesto Zedillo), y que sus esfuerzos guerreros no tienen la comprensión deseada (le obligaron desde Gobernación a modificar a la baja su actitud de ave de cetrería), Roberto Albores Guillén se está creando, con abierto despilfarro de los dineros públicos (haciendo la política barata que el presidente Zedillo censura en sus discursos), un escenario de presuntos apoyos populares para enfrentar algún intento de retirarlo de su cargo.
Atrapado en una espiral belicista de la que ahora no puede zafarse sin quedar en entredicho, el gobernador de Chiapas ha hecho saber al mando federal su reclamo de que le dejen desarrollar su estrategia de presunta solución al conflicto del sureste.
Bastaría, según las previsiones de Albores Guillén, con no cejar en el uso de una mano fuerte, firme, dura, que expulse extranjeros indeseables, que impida visitas incómodas como las de estudiantes de la UNAM, que acorrale a los opositores y en especial al posible candidato de unidad de la oposición para los próximos comicios estatales, que cree su propia versión coleta (plenamente manipulable) de la Cocopa, que militarice todo cuanto sea posible, que disfrace de acción social lo que son preparativos bélicos, que manipule mediante corrupción a la gran mayoría de los medios de comunicación, que haga nuevas demarcaciones municipales con la esperanza de crear más división social...
Como no ha sido posible decirle que sí a todo al gobernador Albores Guillén, y como se le ha debido advertir del grave deterioro que ha causado a las instituciones, a las leyes y a la sociedad, don Roberto se ha enojado y, suponiendo que los acarreados para las manifestaciones de apoyo que se organiza a sí mismo son auténticas, y que el pueblo invocado en sus boletines de prensa es verdadero, pretende ahora convertirse en un gobernador rebelde, anticentralista, opuesto a los designios del dedo supremo que antes le hizo gobernador (entre otras cosas).
Por lo pronto, todo el aparato estatal (recursos humanos y económicos) es utilizado para ensalzar la egregia figura de don Roberto y para crear un ambiente de rechazo a las decisiones centralistas. Albores Guillén asegura que luchará por la soberanía chiapaneca sin ponerse a cuidar ``cargos burocráticos''. Al buen entendedor de Los Pinos, advertencias en pocas palabras...
Si ya desde antes era altamente dañina la conducta del citado gobernador, ahora resulta peor, pues atenta no sólo contra los chiapanecos y sus visitantes, sino contra el propio sistema político dominante pues, en las condiciones actuales, Albores Guillén es un político herido, molestísimo por el coscorrón que le dieron por el impúdico apoyo que le dio a Francisco Labastida, y plenamente convencido de que, a él, no le van a hacer lo mismo que a Eduardo Robledo y a Julio César Ruiz Ferro, sus antecesores en la circunstancia de decirle que sí al mando supremo a la hora en que les fue pedida la renuncia...
Dar un paso adelante
El presidente Ernesto Zedillo se ha colocado en una línea política respecto a la UNAM que puede ser compaginada junto a la usada en Chiapas contra los zapatistas.
De manera indudable, la figura máxima del poder mexicano impulsa a los adversarios del paro universitario a pasar a la acción o, como se dice, no necesariamente en sentido figurado, a la ofensiva.
Ha dicho con razón el doctor Zedillo que los mexicanos no quieren un gobierno represor, autoritario o arbitrario. Pero, además, ha manifestado su tristeza porque ``la mayoría'' de los estudiantes, los maestros y los académicos, no ``han dado el paso adelante para defender a su institución con las armas de la inteligencia, de la racionalidad y de la democracia''.
Las palabras presidenciales se han producido en un mal momento. Cuando los contrarios al paro universitario han venido dando varios pasos adelante pero no con las armas ideales buscadas por el discurso oficial, sino con las nefastas de la provocación, de la infiltración, de la búsqueda de la desestabilización y el enfangamiento.
Astillas: El diputado federal perredista Joaquín Hernández Correa fue víctima de un agravio involuntario de esta columna, donde se anotó que algunos miembros del partido del sol azteca de Tamaulipas pedían que fuese sancionado por haber asistido a un acto de campaña de Francisco Labastida Ochoa. La confusión, de la que sólo es responsable Astillero, provino de ribetes patronímicos, pues las acusaciones se referían a un hermano del diputado federal, que es funcionario a nombre del PRD y habría asistido a una reunión con el precandidato sinaloense... El presidente Zedillo ya está preparando el terreno para contar con un nuevo escenario al cual visitar tardíamente y desde el cual asegurar que sus demoras no son causadas por razones partidistas. Ha dicho Ramón Martín Huerta, el sustituto de Vicente Fox en el gobierno de Guanajuato, que en los 15 días que lleva en el mando no ha podido entablar comunicación con la Presidencia de la República y que desconoce si el doctor Zedillo dará el grito en Dolores Hidalgo... Humberto Roque sigue portándose como el brody incómodo: dice que por su experiencia como ex presidente del PRI, sabe que Labastida Ochoa está gastando más de lo permitido por los topes oficiales del tricolor... Manuel Bartlett, mientras tanto, dice que en los problemas de Chiapas y de la UNAM lo que ha faltado es decisión y voluntad de resolución... Tan emocionados que andan los precandidatos presidenciales en sus campañas que olvidan lo principal, pues una autoridad en la materia, el subsecretario de Hacienda, Martín Werner, dice que a unos meses de los comicios aún ``no sabemos qué proyectos nos ofrecen las principales fuerzas políticas'' en materia económica...
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