n Sectores de escasos ingresos ya no pueden pagar el alto precio del alimento


Cae el consumo de tortilla

n Las ventas de Maseca y Minsa retrocedieron 13.2 y 20.4 por ciento en el primer semestre del año

Patricia Muñoz Ríos y Roberto González Amador/I n Para los mexicanos de menor ingreso en el país se ha abierto un nuevo frente en la batalla diaria por la sobrevivencia.

Ocho meses después que el gobierno federal dejó de participar como regulador en el mercado de maíz comenzaron a surgir las primeras evidencias de un descenso en el consumo nacional de tortilla, el ingrediente básico en la dieta de por lo menos 40 millones de connacionales.

Especialistas consultados por La Jornada no dudan en afirmar que existe una relación directa entre las decisiones de política económica adoptadas por el gobierno federal en los últimos meses y la reducción en el consumo de tortilla, sobre todo entre los grupos más vulnerables.

Las ventas en el mercado interno de Maseca y Minsa --las dos principales empresas productoras de harina de maíz para tortilla-- cayeron durante el primer semestre de este año 13.2 y 20.4 por ciento, respectivamente, en comparación con el mismo periodo de 1998.

En el mercado tradicional, la situación no es distinta, aunque no se cuenta con estadísticas precisas al respecto. Eleazar Centeno, miembro de la dirigencia de la Alianza de Industriales Propietarios de Molinos y Tortillerías, señala que la demanda ha disminuido. Y afirma que ante esta situación, y el aumento en insumos como gas, electricidad y alquiler, ''muchos negocios están fracasando''.

Aunque, de cualquier modo, se trata de un negocio multimillonario. El mercado de este alimento en México genera un valor de cuatro mil millones de dólares anuales, cantidad que equivale al 63 por ciento de los ingresos que captó el país en 1998 por exportaciones de petróleo.

''La eliminación del subsidio a la tortilla --decretado a partir del 31 de diciembre pasado-- y la desaparición de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) han provocado que el precio de este alimento se encarezca, hasta provocar una racionalización en el consumo, principalmente en los estratos de menor ingreso'', expone Víctor Suárez Carrera, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC).

Entre diciembre de 1994 y julio de 1999, el poder adquisitivo de los mexicanos acumula una pérdida de 24 por ciento, de acuerdo con indicadores del Banco de México. En ese mismo lapso, el precio al público de la tortilla en el Distrito Federal, de 3.50 pesos por kilogramo actualmente, se ha disparado 366 por ciento, aunque fuera de la capital del país el incremento es mayor, debido a que se expende al público hasta en 5 pesos por kilogramo.

Para los expertos consultados, la aparición de las primeras evidencias de descenso en el consumo del producto entre los segmentos más empobrecidos de la sociedad, asociado al encarecimiento del precio al público y a la disminución en el poder de compra de la población, no es un dato menor.

Un estudio del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México sobre los perfiles de alimentación de los mexicanos al final del siglo concluyó que el consumo de tortilla es la fuente de donde los mexicanos de menor ingreso obtienen la mitad de sus calorías y una tercera parte de sus proteínas diarias. Oficialmente, en el país existen 40 millones de pobres, que constituyen el 44 por ciento de la población.

''El principal problema de alimentación en México no se origina por la falta de vitaminas, sino de proteínas'', comentó Javier Vélez Bautista, gerente corporativo de finanzas del Grupo Maseca. ''La proteína es el macro nutriente que ayuda al desarrollo muscular y del cerebro y de eso hay un déficit muy importante en México'', dijo el directivo durante una reunión pública. Recordó que en el país 11 millones de personas, de los cuales 6 millones son niños, sobreviven con ''graves problemas'' de desnutrición.

 

Política económica y alimentación

Víctor Suárez Carrera considera que existe una relación directa entre la disminución en el consumo de tortilla y decisiones de política económica adoptadas por el gobierno en los últimos meses.

El director ejecutivo de la ANEC, asociación estrechamene vinculada con productores agrícolas, afirma que la eliminación del subsidio a la tortilla y la desaparición de Conasupo como ente regulador del mercado de maíz han provocado que los precios del alimento se disparen. En enero de 1998, un kilogramo costaba 1.90 pesos, y en la actualidad se comercializa en 3.50 pesos, variación que representa una alza de 84.2 por ciento en ese periodo, y en el que los minisalarios tuvieron un crecimiento de 29 por ciento. Al inicio del actual sexenio, el kilogramo costaba 75 centavos.

Para Suárez Carrera, Conasupo cumplía una función estratégica como regulador del mercado de maíz. ''Ahora que ya no existe esa entidad, no hay ningún ente que actúe como amortiguador de los excedentes regionales de maíz o que sirva para llevar esos excedentes a otras regiones de consumo. Tal situación, combinada con la eliminación del subsidio, ha provocado un descenso en el consumo, sobre todo entre las clases más pobres''.

Una encuesta sobre alimentación y nutrición en zonas rurales, levantada por el Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán en 1995 --la última disponible sobre el tema-- reveló que en los tres estratos inferiores de ingreso, con una percepción familiar de hasta tres salarios mínimos, el alimento de mayor consumo es la tortilla, con 155 gramos por día.

Suárez señala que antes de la desaparición del subsidio y la liquidación de Conasupo existían fuentes de consumo excesivo, pues las familias adquirían dos a tres kilogramos diarios y el sobrante era destinado a la cría de animales o se desperdiciaba. Ahora, con el incremento de precios y la pérdida de poder de compra, se ''está racionalizando el consumo de tortilla''.

Agrega: ''Con la información sobre las ventas de las empresas productoras de harina de maíz y la situación de los molineros tradicionales es posible concluir que existe un descenso en el consumo de harina y de tortilla''.

Pero enumera otras razones que han afectado la posibilidad de las familias mexicanas de menor ingreso de comprar este alimento.

La producción per cápita de granos (en un conjunto donde el maíz representa la parte más significativa) ha bajado de 326.7 kilogramos en 1990 a 297.6 kilogramos en 1998, lo que representa un descenso de 9 por ciento. En cambio, el incremento en las importaciones ha pasado de 103.7 kilogramos per cápita en 1990 a 121.3 kilogramos en 1998. (Con información de Anasella Acosta Nieto)