n La economía, principal condición del cuento, define el autor guanajuatense
Tierra de nadie, relatos de Parra que reflejan la realidad del norte
n Este, su segundo libro, muestra no sólo el entorno de esa región, sino de todo el país, dice
César Güemes n Sin prisa pero sin pausa, Eduardo Antonio Parra elaboró dos libros que dan cuenta de la manera directa, tensa, sólida por la que atraviesa la literatura hecha en el norte del país. Ya su primer trabajo, Los límites de la noche, tomaba ese rumbo. Ahora da a conocer Tierra de nadie (Era), en el cual nueve relatos ofrecen una perspectiva contemporánea de la forma en que el lenguaje refleja, por fortuna y sin vuelta de hoja, el modo de expresar una realidad como la que vive y a la que acude por temas el prosista. Desde Monterrey, donde habita, luego de pasar sus primeros años en Guanajuato, habla sobre esta tierra de muchos que es su Tierra de nadie.
-Pareciera que el cuento vuelve a tomar aire luego de varias décadas en que la novela imperó sobre el gusto de los lectores y el interés de las editoriales. Te pido que definas tu posición al respecto.
-El cuento como ejercicio literario nunca ha dejado de ser fundamental en la obra de los narradores mexicanos, es decir, nunca se han dejado de escribir libros de cuento en el país, aunque es cierto que tanto las editoriales como los lectores hacen poco caso del género. Sin embargo, creo que en los últimos años se han publicado algunos volúmenes que, por su calidad y por su uniformidad de efecto y atmósfera, se pueden leer con el mismo gusto sostenido con el que se lee una buena novela, y esto quizá haya llamado la atención de los lectores acostumbrados a un aliento más largo.
"Por mi parte, considero que escribir una colección de relatos implica un reto tanto o más exigente que el de escribir una novela, con el añadido de que tanto el escritor como el lector tienen, en este género, la posibilidad de experimentar todas las sensaciones y efectos que produce una historia completa de manera inmediata, en pocas páginas, de una sentada, lo que en una época de prisas y escasez de tiempo no representa una ventaja menor".
-De manera inevitable, al acudir a Tierra de nadie, se sabe que el autor no pertenece ni a la cultura del centro del país, ni a la del sur. Esto es, hay ahí una literatura que no esconde su origen norteño. ƑEste tono es el propio o se adopta conscientemente?
-Creo que ese tono le viene a los textos por las dos vías: por un lado, aun siendo originario del estado de Guanajuato, al haberme criado en el norte adquirí una serie de características que me diferenciaban de mis paisanos (los guanajuatenses), y que desde niño ellos mismos me hacían notar. Me refiero tanto a la manera de hablar, como a la de pensar, reaccionar y comportarme, por lo que desde una edad muy temprana estuve consciente de esas diferencias que ya eran naturales en mí.
"Por otro lado, al momento de comenzar a escribir, no sólo Tierra de nadie, sino desde mi primer libro, Los límites de la noche, sí tenía la intención de mostrar esas peculiaridades o diferencias, de narrarlas; si bien acaso, sin proponérmelo expresamente, de cualquier modo las hubiera expresado por ser parte de mi idiosincrasia personal. Los norteños siempre se han sentido diferentes, incluso por acá se dice que 'somos otro país' en el país, y yo quise que esa actitud, esa diferencia, quedara plasmada en mi libro".
-Habla de la economía de lenguaje, que en tus relatos se expresa con frases cortas, diálogos monosilábicos, descripciones rápidas.
-Cuando se escribe cuento lo más importante es la economía, contarlo todo con las palabras exactas. Se trata de encontrar la máxima eficacia expresiva, la máxima velocidad de exposición, sin afectar el contenido de la historia. Creo que el verdadero trabajo cuando se narra un cuento está en ese aspecto: hay que limar, cepillar, quitar aristas, astillas y rebaba para finalmente pulir. En todo lo anterior me ayudó, asimismo, la materia de los relatos: al reflejar la geografía, el carácter, la psicología y situaciones norteñas, la parquedad misma de estas características, el laconismo del lenguaje de la región, lo práctico o utilitarista de todos los actos de sus habitantes, me apartaron de la verbosidad hueca y de las descripciones inútiles. En este caso creo que la materia prima es ideal para buscar un lenguaje preciso y evitar lo que está de más.
-A decir de la editorial, sigues los pasos de cuentistas como Rulfo o Revueltas. Sin embargo, no es difícil encontrar en tu trabajo el influjo de Ricardo Garibay. ƑEs así o hablamos sólo de una coincidencia?
-En el caso de Rulfo, estoy seguro de que casi ningún escritor mexicano puede evitar su influencia. Es el autor de nuestras obras narrativas máximas. En el caso de Revueltas, hay una fascinación personal que me ha hecho leerlo y releerlo sin descanso, estudiándolo, intentando aprehenderlo. En cuanto a Garibay, si se encuentran rastros suyos en mi obra más bien creería que se trata de coincidencia: lo he leído, pero no completo ni de manera sistemática; tampoco lo he estudiado. Quizá este aparente influjo se deba a que, como a él, me atraen ciertos temas como la violencia, el fracaso, la vida nocturna y prostibularia. Creo que debo leerlo más.
-ƑEl proceso del libro resultó unitario en su concepción o recopila textos de diversas épocas?
-A diferencia de Los límites de la noche, en donde hice una recopilación de los relatos que ya tenía escritos desde años o meses atrás, Tierra de nadie fue pensado como un libro que funcionara con unidad, a manera quizá de una novela con historias diferentes e incluso contrapunteadas, pero que en conjunto dejaran en el lector una sensación orgánica. Al principio planee, y escribí o intenté escribir muchas historias que finalmente no cuajaron o se salían de la intención total del libro. Los nueve relatos que contiene Tierra de nadie son los que se ajustaron a esa idea inicial.
-Las historias que abarca, cruentas, realistas, Ƒtienen alguna relación con la cotidianeidad que se vive en tu entorno?, Ƒson, en ese sentido, un tanto periodísticos?
-Las historias violentas son algo que se vive cotidianamente en cualquier ciudad del país, y me atrevería a decir que en cualquier país. La vida que estalla en el momento menos esperado es algo que vemos todos los días. En ese sentido, las historias de Tierra de nadie pueden equipararse a una especie de crónica, no sólo de mi entorno, sino del de todos los mexicanos.
"Sin embargo, el trabajo literario consiste en transformar la inmediatez en un algo sin tiempo, lo particular de un hombre en la posible universalidad de un personaje, lo árido de la vida real en una historia disfrutable a pesar de la crudeza. Sí, el material lo encuentro en mi entorno, en mi realidad cotidiana, pero creo que en mis relatos ha sufrido una transformación".
-Finalmente, con este volumen de textos participas en la remitificación del norte del país. ƑTe gusta tener esa participación?
-Por supuesto que me gusta participar en la remitificación del norte. Esa es parte de la labor que todos los narradores de estas tierras estamos intentando realizar, cada quien a su manera, cada quien en su parte de norte y cada quien con su imaginario particular. El norte con todas sus historias está exigiendo ser narrado, sus ámbitos desconocidos exigen ser inventados, sus imaginarios reinventados, y sus arquetipos desmitificados. Por acá existen aún muchas zonas vírgenes para la imaginación y para la literatura, y otras muchas que han sido poco exploradas. Estoy seguro que todo lo necesario se va a llevar a cabo en los próximos años.