La Jornada Semanal, 25 de agosto de 1999
Correo indeseable
Como le sucede a la mayoría de los usuarios de la red, casi no hay día en que no abra mi buzón electrónico para descubrir una nueva advertencia de un virus feroz y extremadamente destructivo: SI RECIBE UN MENSAJE QUE DIGA VACACIONES GRATIS NO LO ABRA (invariablemente en histéricas mayúsculas); una invitación irresistible: ¿Quiere aumentar su potencia sexual?; tótems o ángeles de la suerte, promesas de recibir software gratis o alguna petición lacrimógena para cumplir el último deseo de algún niño moribundo. Casi todos estos mensajes tienen en común que son enviados por algún conocido, que se presentan como avisos bien intencionados y que urgen al lector con la frase: ``Reenvía este mensaje a todas las personas que puedas.'' Estos mensajes se expanden por la red de la misma manera en que las viejas cadenas de la suerte se movían por el correo o eran deslizadas por debajo de las puertas. La propuesta era simple: si copiabas la carta y la enviabas a una docena de conocidos tendrías suerte y te llegaría dinero en abundancia, como a Roberto, que mandó las cartas y al día siguiente se sacó un millón de pesos en la lotería. Pero de lo contrario, te iría como a Pedro, que rompió la cadena y el día en que su madre murió aplastada por un piano de cola, él tuvo la mala fortuna de meter la mano en una licuadora fuera de control.
Caos encadenado
En la era de Internet las cadenas, con su paranoia, superstición, malicia y absurdo, se han convertido en una pesada carga para las comunicaciones digitales. En los tiempos del correo tradicional los crédulos tenían que reescribir o copiar la carta, meter las copias en sobres, comprar timbres y enviarlas. Hoy bastan unos cuantos clics para reenviar la carta en cuestión de minutos a todas las personas que se encuentren en el directorio electrónico. Basta pensar que si cada persona que recibe una cadena la envía tan sólo a otras diez, para el décimo reenvíoÊla cadena será recibida por diez mil millones de personas. Las cadenas se propagan por la red a una velocidad asombrosa, portando los mensajes más heterogéneos: desde las estafas más burdas (¡¡¡Hágase millonario, envíe dinero hoy!!!), hasta los mensajes reales que quedan despojados de cualquier contenido a fuerza de repetirse y de infestar una y otra vez los mismos buzones (como aquella carta en defensa de las mujeres afganas que recibí más de diez veces en un período de dos meses). Prácticamente nadie se toma la molestia de verificar que la información recibida sea creíble. Así, cientos de miles recibieron y a su vez reenviaron, tal cual, avisos de que próximamente toda la Internet se cerraría durante un día para limpiarla, o que el servicio postal estadunidense estaba a punto de activar un impuesto o ``timbre virtual'' a todo correo electrónico que circulara por la red. Lamentablemente, muchos usuarios (especialmente los más novatos) de la red han adquirido el hábito de ``forwardear'' automáticamente toda cadena que reciban en su correo electrónico, en ocasiones (quiero creer) sin siquiera leerla. Resulta relativamente fácil entender por qué la gente continúa las cadenas electrónicas (porque no cuesta dinero, porque no cuesta trabajo y por si las moscas); en cambio, no es tan fácil descifrar por qué o para qué son creadas. Algunas cadenas, las menos, surgen de la genuina necesidad de comunicar una preocupación o ansiedad, pero la gran mayoría de ellas son lanzadas a la red para sembrar un poco de caos y reírse a costa de la ingenuidad de algunos usuarios de la red, para mostrar que este no es un espacio ideal y separado del mundo real sino que sólo es una extensión del mismo. El único mensaje creíble e inconfundible de las cadenas y demás estafas es que ni siquiera el medio de comunicación más moderno y eficiente es inmune a la mala leche. Más sobre la epidemia de cadenas, estafas y fraudes en la red:
http://www.cnet.com (una buena colección de cadenas y algunos artículos acerca del fenómeno)
http://www.kumite.com (excelente sitio dedicado a desmitificar amenazas de virus)
http://www.ciac.llnl.gov/ciac (un sitio que ofrece una lista de cadenas y virus reales y ficticios, aún se encuentra en construcción)
http://www.av.ibm.com (página antivirus de IBM donde se previene acerca de la amenaza de las cadenas)
http://www.hoaxkill.com (un recurso para tratar de rastrear las cadenas, prevenir a los que las reciben y detenerlas)
Una disculpa más
Debido al volumen de comentarios y quejas recibidas vía correo electrónico, deseo aclarar que en mi artículo anterior, ``Epidemias virtuales e imaginarias'', utilicé una definición incompleta e injusta del hacker, a quien describí como alguien que entraba a recintos prohibidos, violaba barreras, robaba información, desataba el caos y transgredía el orden electrónico establecido. Como se me precisó con singular énfasis, esta definición corresponde al cracker, término acuñado alrededor de 1985 por hackers legítimos que trataban de defenderse del uso inapropiado del término hacker y de la satanización de que han sido objeto por parte de los medios informativos. Quienes llevan a cabo actos como los descritos son, en el mejor de los casos, hackers mediocres o inmaduros, indignos de esa etiqueta. No obstante, sería un error asumir que los auténticos hackers no llevan a cabo actos iconoclastas y provocadores, como en el caso de los recientes ataques en contra de las páginas del FBI y de otras dependencias gubernamentales estadunidenses como represalia del creciente acoso de que son objeto algunos grupos de hackers. Para leer definiciones atinadas consulte:
http://www.tuxedo.org/~esr/jargon/
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