José Antonio Rojas Nieto
Cuatro modelos de industria eléctrica

El gobierno quiso madrugar con su propuesta de reforma eléctrica. Debió haber presentado a la discusión nacional las alternativas de reorganización que, en estos momentos, se discuten en todo el mundo. Y debió haber aclarado que hay un severo debate internacional, no sólo por ese ánimo de control que desea ejercer sobre este proceso el llamado "Consenso de Washington", sino por la real necesidad de cambios en la que, indudablemente, se apoyan los grupos financieros que dominan la escala mundial para ejercer un proceso más acorde a sus intereses. Cuatro formas se discuten en el mundo, tomando en cuenta las experiencias que como las del Reino Unido, Argentina, Chile y los mismos Estados Unidos manifiestan de aciertos, pero también fallas y errores graves. Esto debió haberlo dicho el gobierno con extrema claridad. No lo hizo.

Son cuatro, entonces, esos modelos: 1) Monopolio integrado verticalmente: control ųprivado o estatalų de todas las fases de la industria: 2) Comprador único: una sola compañía compra a múltiples compañías que compiten en la fase de generación; tiene el monopolio de la transmisión y puede vender a uno o varios distribuidores, o al consumidor final directamente; 3) Competencia al mayoreo: no hay comprador único; los distribuidores o algunos usuarios muy grandes o pequeños y medianos asociados bajo la forma denominada agregación, compran a compañías que compiten en generación, pagan el peaje (wheeling) al monopolio natural de la transmisión, aunque hay redes con libre acceso (open acces), y distribuyen y comercializan a una región o zona en la que tienen monopolio; 4) Competencia al menudeo: todos los consumidores finales (residenciales, comerciales, industriales, de servicios, agregados o no) pueden elegir su compañía eléctrica, porque hay libre acceso en las redes de transmisión en alta tensión y en las redes de distribución en media y baja tensiones, mediante tarifas de transmisión y de distribución. En todos los casos se exige regulación, pues los modelos básicos y sus variantes exigen múltiples y diversas transacciones comerciales, cuyas tarifas deben ser reguladas. La regulación más estricta y obligada es la de precios. Y en la medida que el modelo es más abierto, con más aspectos sujetos a la competencia, dicha regulación debe ser más fuerte, más cuidadosa, más definida; exige una sociedad más preparada para ello. De otra manera, los monopolios hacen de las suyas, como ha sucedido en México en carreteras, teléfonos, bancos. En el Reino Unido ųcon un tránsito muy violento del Monopolio integrado verticalmente a la Competencia al Menudeoų, la regulación se ha visto sujeta a tremendas dificultades, porque los problemas surgidos por ese cambio tan drástico no han podido ser resueltos satisfactoriamente. En Estados Unidos ųsujeto desde hace muchos años al modelo de Competencia al Mayoreoų, con muchísimas dificultades y reacciones y con no pocos problemas técnicos (los que, por cierto, poco o nunca menciona el gobierno), se transita de monopolios regionales integrados verticalmente a modelo de Competencia al Menudeo, como lo intenta más intensamente California, aunque, de nuevo, con severas dificultades. Con los cambios a la Ley del Servicio Público de Electricidad de 1993, en México se abrió el tránsito del Monopolio integrado verticalmente, al modelo de Comprador Único, la CFE, que genera electricidad pero que compra a productores independientes, aunque hasta hoy la forma de compra se realiza a través de los concursos para la construcción de unidades surgidas de una planificación central, y que se garantiza con contratos de suministro de largo plazo, como el de la central de Mérida II que está apunto de entrar en operación y las centrales que se licitaron en estos últimos meses y que entrarán en operación. La reforma propuesta por este gobierno pretende llevarnos hasta el modelo de Competencia al menudeo, sin prever no sólo las formas de garantizar que se logra una impecable y sólida capacidad regulatoria, independiente tanto de las compañías ųpúblicas o privadas en nuestro casoų, como de los vaivenes, las manipulaciones y las improvisaciones políticas. Y eso, para ser serio, no puede hacerse así.