Recuerdan cuando la mayoría de los medios de información y de los mandarines de la cultura se rasgaban las vestiduras y se arrancaban los cabellos ante la "limpieza étnica" de los albanokosovares por las autoridades serbias y clamaban por una injerencia armada internacional "humanitaria" que acabase con esa ignominia? Pues bien, desde entonces Kosovo está ocupado por las fuerzas de la OTAN, que incluyen tropas turcas y alemanas (es decir, de los anteriores colonialistas) y está virtualmente bajo una administración, una justicia y una policía en manos del Ejército Liberación de Kosovo y camina hacia el independentismo a toda velocidad y, mientras los gobiernos europeos y el de Estados Unidos libran una sorda lucha por el control de Kosovo y de la OTAN, se desarrolla una "limpieza étnica" tan atroz y no menos masiva que la que sufrían los alabanokosovares, pero esta vez las víctimas son serbios. Sin embargo, las almas bellas que entonces comparaban a Milosevic con Hitler y en nombre de la moral apoyaban los bombardeos a los civiles serbios inermes y a Kosovo, destruido por su "salvadores" imperiales, hoy miran para otro lado y están de vacaciones...
Actualmente más de 200 mil serbiokosovares se refugiaron en Serbia, Montenegro y Macedonia y no pasa día en Kosovo sin que se produzca el asesinato de individuos o familias cuyo único "crimen" es ser serbios o gitanos y, en la mayor parte de los casos, ancianos campesinos inermes que se quedan para trabajar y morir en su tierra. Igualmente los vándalos antiserbios han volado o quemado más de 40 iglesias y monasterios, varios del siglo XII, XIII y XIV, con valiosísimos frescos que son parte del acervo cultural de la humanidad y que son considerados sagrados por todos los ortodoxos del mundo. Sobre esto aquellos cultos promotores de los bombardeos tampoco dicen nada.
Al mismo tiempo, los agresores sin guerra declarada de un país fundador de las Naciones Unidas ven aproximarse el crudo invierno que caracteriza a Yugoslavia y no dan ni un centavo para la reconstrucción de lo que destruyeron: o sea, para que el pueblo de Serbia (40 por ciento del cual no es serbio) y los cientos de miles de refugiados serbios puedan contar con agua, luz, calefacción, escuelas, hospitales y todos los servicios necesarios para una supervivencia civilizada. Serbia ha entrado así en la misma categoría que Irak, donde pasados ya 10 años de la guerra del Golfo siguen muriendo sobre todo niños y ancianos a causa de los bombardeos "humanitarios" diarios y del bloqueo, que impide la llegada de alimentos y medicinas (sólo el bloqueo ha causado más de un millón de muertos civiles). Con la excusa de derribar un gobierno, se castiga colectivamente (como hacían Hitler o Stalin) a todo un pueblo. Y Serbia es ahora víctima y rehén de Estados Unidos que quiere consolidar el terreno conquistado y disputar la supremacía en los Balcanes y en Europa a los pusilánimes gobiernos "socialistas" europeos mientras la pelea por la Seguridad europea y por la orientación de la OTAN forma parte de la lucha entre las grandes potencias por la hegemonía mundial y de la preparación de un dispositivo militar perfeccionado, a escala global, por parte del Pentágono. Nuevamente, las almas nobles que sostenían con seriedad que Milosevic (discutido dirigente de un país con diez millones de habitantes) amenazaba al mundo entero, cierran los ojos ante ese plan que preanuncia al mundo terribles guerras sin precedentes.
No se trata sólo de la "trahison des clercs" (de la traición de los intelectuales) que denunciaba Julien Benda: es la expresión del triunfo de la cultura massmediatizada que impone un liberalismo antiliberal y liberticida en cada país, con la colaboración bien pagada de los mandarines culturales integrados. La amenaza para la civilización es doble pues el abandono del papel crítico e independiente por parte de la mayoría de los intelectuales, ahora convertidos en turiferarios del poder imperialista y del capital financiero, colabora potentemente con los pocos que concentran el poder y la riqueza a escala mundial en la destrucción de la conciencia civilizada, de la democracia, de la resistencia a las ciegas fuerzas destructoras del capital.