UNAM: TENSIONES Y PROVOCACIONES
Los altercados sucedidos ayer en las inmediaciones de Ciudad Universitaria entre medio millar de estudiantes huelguistas y un contingente aún más numeroso de investigadores y alumnos opositores al paro, afortunadamente no superaron el nivel -muy lamentable- de los empellones y los insultos. Pero las tensiones actuales podrían exacerbarse si, por accidente o por provocación, elementos de uno u otro bando llegasen a provocar víctimas entre sus adversarios o a engendrar una situación que exigiese la intervención de la fuerza pública.
Ha de señalarse que, como cualquier ciudadano, los universitarios -independientemente de que apoyen o se opongan a la huelga- tienen el derecho de manifestarse públicamente y dar a conocer sus reivindicaciones y protestas. Sin embargo, en las circunstancias actuales, los intentos emprendidos recientemente por diversos grupos para recuperar las instalaciones de la UNAM no han contribuido a la disminución de las tensiones en la universidad, ni a permitir el restablecimiento del diálogo entre el Consejo General de Huelga (CGH) y las autoridades universitarias. Por el contrario, han caldeado los ánimos y ahondado la polarización y el desencuentro de las diferentes partes en conflicto.
Por otro lado, las tentativas de retomar el campus universitario, hechos en los que han participado diversos funcionarios de la UNAM, no corresponden con el apoyo manifestado hace unos días por el rector Francisco Barnés a la propuesta de solución formulada por los profesores eméritos.
El diálogo respetuoso y la conciliación deben ser los mecanismos para lograr el fin de la huelga en la UNAM y, por lo tanto, los actos de fuerza o provocación -provengan de quien provengan- y los llamados a la intervención de las instancias de seguridad pública y a la sanción judicial son riesgosos, cuestionables y contraproducentes. De igual manera, las agresiones físicas y las vejaciones (como la que sufrió ayer el ex rector José Sarukhán) resultan inaceptables e incompatibles con el clima de respeto y civilidad necesario para solucionar, de manera justa y propositiva, la huelga en la UNAM.
Apostarle al enfrentamiento o a la represión es una opción equivocada, inadmisible y peligrosa, trátese de conflictos como el de Chiapas o el de la Universidad Nacional. Por lo anterior, cabe hacer un llamado para que las diferentes problemáticas nacionales sean abordadas mediante la tolerancia, el respeto y la inteligencia y se antepongan el diálogo y la razón a las medidas provocadoras o represivas que, lamentablemente, son todavía consideradas y emprendidas por diversos actores políticos y sociales del país.