n El número de muertos por el terremoto se elevó a 7 mil 85
Carrera contra el tiempo para salvar a 35 mil turcos atrapados
n Son ya 33 mil los heridos, estiman las autoridades n Millones de personas duermen al aire libre
Ap, Afp, Dpa, Reuters y Xinhua, Ankara, viernes 20 de agosto n Miles de rescatistas y voluntarios se encontraban esta madrugada en una carrera contra el tiempo para salvar a las 35 mil personas que se estima se encuentran atrapadas bajo los escombros, mientras las autoridades de Turquía cifraron en 7 mil 85 el número de muertos y en 33 mil los heridos a consecuencia del terremoto que estremeció la región centro-occidental de este país el martes pasado.
Millones de personas pernoctaban al aire libre, presas de pánico, luego que la tierra fue sacudida el jueves nuevamente por dos remezones: el primero tuvo una intensidad de 4.8 grados en la escala de Ritcher, y dos horas después hubo otro de 5 grados.
El respetado profesor Ahmet Mete Isikara, del Instituto de Sismología y Observatorio de Kandilli, llamó a la población a permanecer alerta pero en calma, y dijo que existe la posibilidad de que se produzca otro gran terremoto, tras señalar que en un lapso de tres horas observó 210 réplicas.
La advertencia de Isikara fue tomada en serio por la población, ya que el científico había sostenido siempre que nunca se puede anticipar un sismo.
Pero ahora, consideró que las réplicas pueden ser consideradas como "una tormenta de temblores. (Pueden ser) réplicas consecutivas del punto más al sur de la línea de la falla de Anatolia Norte o puede ser el comienzo de un nuevo terremoto".
Por lo pronto, Orhan Tasanlar, gobernador de Bursa, la capital textilera del país, pidió a los residentes de su provincia --de 2 millones de habitantes-- que pasaran la noche al aire libre.
Más tarde Isikara reconoció en declaraciones a la prensa que podría haber guardado silencio para no provocar pánico.
"Estaba bajo presión. No podía actuar como si no hubieran réplicas. Nuestra gente debe permanecer en calma. Estoy muy apenado porque la gente entró en pánico", dijo el sismólogo.
Las localidades más castigadas por el terremoto del martes pasado --estimado por las autoridades turcas en 7.4 grados Ritcher, aunque en 7.8 por el observatorio sismográfico de Estados Unidos-- fueron Izmit, en donde se ha producido el mayor número de víctimas, seguida por Sakarya, Estambul, Yalova, Bolu, Bursa, Eskinsehir, Zonguldak, Golcuk y Adapazari.
El último balance oficial emitido la madrugada local de este viernes (22:45 GMT del jueves) ubicaba en 7 mil 85 el número de muertos, y en más de 33 mil el de heridos, indicó la agencia estatal Anatolia, que citó a funcionarios del centro de manejo de la crisis en Ankara.
En la sede neoyorquina de la Organización de Naciones Unidas, el vocero del organismo, Manoel de Almeida e Silva, dijo que unas 35 mil personas podrían estar atrapadas entre los escombros.
Especialistas destacaron que el máximo de supervivencia bajo los escombros es de 72 horas, por lo que cientos de cuadrillas integradas por soldados y rescatistas llegados de diversas partes del mundo, así como voluntarios turcos, se encontraban esta madrugada en una carrera contra reloj para lograr salvar a más personas.
Al calor veraniego, con temperaturas de hasta 30 grados centígrados, comenzó a sumarse el olor a putrefacción en todas las zonas devastadas. No pocos rescatistas tuvieron que empezar a usar tapabocas o bufandas para evitar un poco el hedor.
El primer ministro turco, Bulent Encevit, ordenó que se tomaran fotografías a miles de cadáveres insepultos que no han sido reclamados por familiares y amigos, para enterrarlos rápidamente a fin de evitar el riesgo de epidemias.
Los militares turcos utilizan camiones de refrigeración para conservar muchos de los cadáveres en espera de ser identificados, pero lo caótico de la situación hace temer que pronto aparezcan brotes de epidemias, en especial de diarreas y de infecciones respiratorias.
Del cuartel de la marina de Golcuk fueron rescatados con vida unos cien uniformados, pero se estima que no correrán la misma suerte otros 89.
"Hay pocas esperanzas de encontrar más militares con vida. Se está notando ya el hedor de la descomposición", dijo Tolga Berk, administrador del pabellón de visita de esa unidad naval.
Una cuadrilla austriaca pasaba de un edificio a otro en Izmit en su búsqueda de sobrevivientes con perros amaestrados, pero no encontró a nadie con vida, y su jefe dijo temer que la mayoría de las personas atrapadas en los escombros hayan fallecido por falta de agua.
También en Izmit, como en muchas otras localidades golpeadas por el terremoto, hombres y mujeres lloraban, incapaces de hacer nada por su cuenta para remover las toneladas de escombros que soterraban a sus seres queridos.
Una adolescente daba de gritos, repetidamente, de pie sobre el sitio donde su madre estaba enterrada, sin saber si estaba viva o muerta. "šPor favor, mamita! šPor favor, no me dejes!", exclamaba
Encevit reconoció que continúan los problemas de organización para distribuir ayuda humanitaria, y señaló en que en lugar de entregar a los damnificados tiendas de campañas, quienes quedaron sin casa podrán instalarse en campamentos-ciudades que estarán armadas a más tardar este viernes en Izmit y Sarkaya.
Un campamento de casas prefabricadas en Gaziosmanpasa, que alberga aún a unos 200 refugiados de Kosovo, será abierto también para los damnificados.
Pero las protestas por la mala organización continúan, y el propio primer ministro escuchó gritos de reclamo mientras visitaba el puerto de Izmit.
Asimismo, una turba atacó el jueves una caravana de camiones que transportaba pan, cuando ingresaba a Izmit.
El diario Estambul Radikal denunció la incapacidad de las autoridades al encabezar su primera plana con el titular "Labores de rescate se ha convertido en un verdadero fiasco", en tanto que el rotativo Finansal Forum estimó las pérdidas en 25 mil millones de dólares, aunque otros cálculos dan un costo más elevado.
"Desamparo", fue el titular del periódico Sabah, que refirió en un sumario: "El pueblo está desamparado, el Estado está desamparado, y ni siquiera podemos encontrar un sitio para enterrar a los muertos".
En lo que fue una buena noticia, el incendio en la refinería de Izmit fue controlado por los bomberos, pero las llamas tardarán dos días más en apagarse.
La ayuda internacional y las promesas de la misma continúan, así como mensajes de solidaridad: el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se manifestó "conmovido" por esta tragedia, mientras barcos de guerra estadunidenses se dirigían a la zona del desastre telúrico para ayudar a las labores de rescate.
En tanto, el Fondo Monetario Internacional liberó 325 millones de dólares de ayuda de urgencia e Irak anunció que donará petróleo a Turquía, y aunque no especificó la cantidad destacó que "excederá el valor de la ayuda prevista por Estados Unidos"
Sólo escombros en Adapazari
Una de las calles del centro de Adapazari, una ciudad media de la región de Sakarya, al este de Estambul, se asemeja a varias capitales europeas después de los bombardeos aliados de 1945: un caos de cemento, acero y muertos.
Sobre los 500 metros de esa calle estrecha, una decena de excavadoras se activan el jueves al mediodía para intentar remover pedazos de muros, abrir brechas y avanzar entre los escombros para encontrar sobrevivientes.
Los inmuebles tenían en promedio seis pisos, y sólo dos o tres están en pie: los primeros niveles están aplastados. Por los intersticios y las ventanas reventadas se ven cortinas, instrumentos de cocina y muebles diversos.
Un grupo intenta arrancarle a los escombros cuerpos de niños, pero las masas de cemento que los retienen no lo permiten. Sólo un pie es visible y crea angustia entre los que lo ven.
Quienes habitaron en esos edificios con aldabas de cobre y balcones redondeados, dotados de elevadores, tratan de entrar por última vez en sus casas.
Como acróbatas se agarran a las varillas sobresalientes, se sostienen de las armazones de cemento y tratan de no cortarse con los vidrios o las tejas quebradas, para intentar recuperar un tapete o un televisor.
Sus esfuerzos pertuban aún a quienes buscan a miembros de sus familias y tienen la esperanza de encontrarlos con vida. "Una niña y un hombre gritaron todo el día de ayer, pero hoy ya no oímos nada", dice un hombre.
Por un hueco, algunas personas se deslizaron entre muebles, hierros y ladrillos, pero sólo avanzaron unos metros sin lograr ir más lejos.
Marc Gullen, otro habitante de la calle, perdió las esperanzas: su mujer y sus hijos están bajos los escombros. Mira al vacío, y respecto de su apartamento dice: "Los que construyeron esto son unos ladrones".
Hacia el mediodía el presidente de Turquía, Suleyman Demirel, llegó al lugar en un gran cortejo de jeeps y de automóviles blindados. La caótica circulación de ambulancias, carros de policía y camiones fue totalmente interrumpida.
En las calles pocos prestaron atención. Tres días después del terremoto se diría que todo pasó anoche. Las mujeres están sentadas en las aceras, sin moverse, postradas. Los hombres, con palas y picas, tratan de ayudar.
Pero las esperanzas se esfuman. "Todos están muertos, eso se siente ya", comenta un hombre en voz baja. (Afp)