n Henestrosa habló de Orígenes de nuestra ciudad


Siempre habrá algo nuevo bajo el sol en la historia del DF

n El libro incluye textos de Matos Moctezuma y Quirarte, entre otros

Arturo Jiménez n Todavía queda mucho por restablecer y retocar porque siempre habrá algo nuevo bajo el sol de la historia de la ciudad de México, dijo ayer el poeta Andrés Henestrosa durante la presentación de Orígenes de nuestra ciudad, libro que escribieron Eduardo Matos Moctezuma, Angeles González Gamio, Fernando Curiel, Luis Ortiz Macedo y Vicente Quirarte.

Editado por el Archivo General de la Nación (AGN) y el Gobierno del Distrito Federal, este cuadernillo pretende fortalecer la identidad de los mexicanos hacia ''una de las ciudades con más historia del mundo", la Gran Tenochtitlan, la urbe de los palacios, el asiento de la primera imprenta y de la primera universidad de América.

Los autores hablan de la fundación, las refundaciones y las rutas de la ciudad desde el origen -''que va aún más atrás de su propia leyenda", como dijo Henestrosa- hasta los tiempos de la megalópolis más poblada del mundo, pasando por la Colonia.

''Se ha dicho con mala intención: qué clase de pueblo era aquel que fundó su ciudad sobre el lodo, qué cosa encontraron aquí para no seguir su camino. Por qué la profecía (del águila sobre un nopal) se cumplió. Son cosas que están por establecerse", planteó el escritor oaxaqueño y agregó:

''Todos los que hemos vivido aquí somos cronistas de la ciudad porque ella nos crea y todos la vamos creando. Yo llegué en 1922 y la he visto hacerse y deshacerse muchas veces. Su historia es vieja, pero cada vez aparece como nueva."

Henestrosa, quien comentó el libro con Carlos Martínez Assad y Patricia Galeana, directora del AGN, dijo en el auditorio Fernando de Alva Ixtlixóchitl de ese archivo que la historia de la ciudad comenzó ''en la oscuridad de los tiempos" y que con los estudios y preocupaciones de todos se va creando cada día.

Luego de una disquisición sobre la palabra chilango -que al parecer viene de huachinango, ''que es colorado, como los del altiplano", y que devino en huachilango y por fin chilango-, el escritor afirmó que la ciudad de México sigue siendo ''la cabeza y el corazón" del país.

''Siempre que nos pasa algo corremos al Zócalo, a donde acudieron Iturbide, Juárez, Madero". Esta es una ciudad para vivir y para morir, aunque ''la tratamos con la punta de los pies", señaló, y habló de la amada urbe que acrecienta su mito y su fama.

Martínez Assad enlistó y habló de las diferentes ciudades: la industrial, la comercial, la marginada, la central, la metropolitana, la asediada, la legal, la ilegal, y de ''la ciudad de las nostalgias".

Al final advirtió sobre los riesgos de la modernidad y del peligro de perder la memoria de la gran urbe.