Astillero Ť Julio Hernández López
El presidente Zedillo recibió ayer, en Villahermosa, una sonora réplica a su vocación, acentuada en fechas recientes, de contraponer referencias retóricas desafortunadas a percepciones políticas generalizadas.
El verbo contra los hechos
Distante de manera expresa, marcada, de los gobiernos no priístas de Zacatecas y de Baja California Sur, cuyos territorios no pisaba, y a cuyos mandatarios no atendía plenamente, el Presidente creyó posible demeritar las naturales críticas que sus desapegos generan, atribuyéndolas a equívocos interesados, a tontas entendederas.
Así, al decidirse por fin a visitar entidades en las que los ahora gobernadores se escindieron del PRI y se postularon por partidos de oposición, el Presidente se encomendó a la oratoria de tono elevado para negar las públicas evidencias de que durante largo tiempo se había abstenido de visitar entidades cuyos gobernantes no le eran personalmente gratos.
Ayer, sin embargo, su pretensión de refugiarse en las palabras fáciles no le dio pleno resultado en la capital del estado que gobernaba Roberto Madrazo Pintado, quien hoy es su segundo principal adversario político (el primero es Carlos Salinas de Gortari).
Decidido a formalizar el hecho de que en Tabasco sigue habiendo una gran pobreza, rezagos y carencias (es decir, que los mensajes madracistas de prosperidad y progreso son falsos), el doctor Zedillo quiso repetir el número de teatralidad hecho años atrás cuando, para acallar las versiones de enfrentamientos y enconos, aseguró en público, con voces agitadas, que él, el Presidente de México, seguiría trabajando con el gobernador Madrazo hasta el 2000.
Con tal escenificación, el presidente Zedillo quiso poner punto final a las graves especulaciones derivadas del episodio en el que Los Pinos, mediante los oficios del entonces secretario de Gobernación, Esteban Moctezuma, pretendió deponer a Madrazo de la gubernatura, ofreciéndole a cambio la Secretaría de Educación, para abrir paso a una negociación con el PRD que había postulado como candidato a gobernador a Andrés Manuel López Obrador.
Como suele suceder en la política, pocos creyeron en lo dicho, en lo expresado oficialmente, y sí, en cambio, supusieron que tales planteamientos eran en realidad una mera tregua, como sucedió durante largo tiempo, hasta que el tabasqueño se atravesó en el camino del dedazo a plazos con el que se pretendía imponer a Francisco Labastida Ochoa como candidato presidencial priísta.
Ayer, sin embargo, el presidente Zedillo cedió a la tentación de las segundas partes. Dijo que trabajaría con el interino de Madrazo, Víctor Manuel Barceló, hasta el 2000, tal como cuatro años atrás lo había hecho con el hoy precandidato presidencial.
Los coros incómodos
Las palabras del doctor Zedillo no surcaron con impunidad el aire. Por el contrario, impulsaron la repetición en coro de los estribillos madracistas que causan malestar en el zedillismo: ``quién dice que no se puede'', y ``sí se puede'', fueron las frases con las que un grupo de tabasqueños mostró al doctor Zedillo que el madracismo está en pie de lucha y que ya no hay tregua que valga.
No es necesaria una gran maestría en el análisis político para suponer el enojo íntimo que al Presidente en funciones generó el montaje coral de uno de los aspirantes a sucederlo. Tampoco se requiere gran visión para entender que los estribillos de ayer son un adelanto de las tormentas verbales que para el futuro le preparan las fuerzas madracistas-salinistas coaligadas.
El riesgo de las palabras sin congruencia
Mientras los oídos presidenciales escuchaban la sinfonía madracista, el precandidato de la oficialidad, Francisco Labastida Ochoa, continuaba por Tamaulipas (nada más y nada menos que en Matamoros) su gira de proselitismo en la que volvió a tocar el difícil tema del narcotráfico.
Ya antes se indicaban aquí los riesgos que el escepticismo apunta en caso de que la valentía declarativa del sinaloense sea más bien valentonada de ocasión. Pero ayer, por ejemplo, el discurso labastidista mostró otra clara incongruencia: hablando en público de que el ex presidente Carlos Salinas debe respetar las normas del sistema y no intervenir en política, el ex secretario de Gobernación se dejaba ver en mesas de honor con Hugo Andrés Araujo, salinista irrenunciable.
El gran descubrimiento
Muchas semanas después de que Jesús Silva Herzog se había decidido a ser precandidato al gobierno de la capital del país por el PRI, luego de aparecer de manera simbólica junto a Francisco Labastida Ochoa, en el balcón de la casa de campaña de éste, Roberto Campa Cifrián ha llegado a la sesuda conclusión de que hay una ``cargada institucional'' en favor del ex secretario de Hacienda.
Desde aquella ocasión, en la que claramente se enfiló la candidatura oficialista de Silva Herzog, se dijo en múltiples foros que habría candidaturas de relleno para legitimar la decisión tomada en favor del hombre de los famosos apellidos heredados.
Hasta ayer, el ex defensor de los consumidores se enteró de que había truco, engaño, falsedad. Lo bueno para él es que hay premios de consolación, más jugosos entre mejor se aparente la crítica interna, la oposición institucional.
Astillas: Las garras de los halcones siguen revoloteando sobre Chiapas. El gobernador Roberto Albores continúa suelto, sin control, amenazando a diestra y siniestra, anunciando su impaciencia, jugueteando con las órdenes de aprehensión contra los mexicanos que osan impugnar sus órdenes de reyezuelo. Así, lo mismo pretende encarcelar a estudiantes que a Ofelia Medina, ciudadana siempre comprometida con la causa indígena. ¿Quién manda en México? ¿Qué es lo que se pretende? ¿Hasta dónde se busca llegar?... En Ciudad Victoria, perredistas piden que se castigue a Joaquín Hernández Correa, hijo de La Quina, que es diputado federal presuntamente perredista, por haber participado en un acto de apoyo a Labastida Ochoa... José Angel Gurría ha ofendido a los mexicanos de obra (en los diversos cargos que ha tenido, entregado al gran capital, obediente a los dictados extranjeros) y ahora de palabra, con esas ridículas afirmaciones de que el salario de los mexicanos cada vez alcanza para comprar más.
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