DESPUES DE 25 AÑOS de una educación sexual formal biologicista y reproductiva, somos testigos del reconocimiento que se hace a la salud sexual en los programas de la SEP al poner a disposición un libro de texto para el último grado de la primaria, al que accede cerca del 80 por ciento de la población. Más allá de la información, se da un paso histórico cuando por primera vez se enmarca la educación sexual como parte de una formación integral que busca legitimar los valores morales que sustenta toda democracia que se precie de serlo: tolerancia, respeto, equidad entre los sexos, solidaridad, afecto, responsabilidad e independencia personal. El avance no se da sin retrocesos, algunas máximas y omisiones del texto hacen perder una gran oportunidad que se abría para impulsar a niñas, niños y adolescentes a transitar hacia el compromiso ético que significa decidir con responsabilidad sobre su cuerpo y defender su derecho a una vida sexual sana.
Niños y niñas de once-doce años tendrán en sus manos un libro de texto que no sólo habla de la adolescencia (en su concepción más urbana y occidental del término) y de los cambios del aparato sexual en la pubertad, sino de las potencialidades placenteras y reproductivas del cuerpo de mujeres y varones; de los problemas de comunicación y conflicto familiar, machismo, violación, y consecuencias del embarazo adolescente; e introduce algunos aspectos muy puntuales de prevención de embarazos, cáncer de mamas y enfermedades de transmisión sexual (una breve referencia al condón), incluyendo el VIH/Sida. El valor simbólico que significa la inclusión de estos contenidos en un texto oficial tendrá seguramente un efecto sensibilizador sobre tales situaciones más que formativo.
La contradicción esencial está en el aterrizaje de los valores que llega a negar reconocimiento a los educandos como sujetos morales, se intentan regular con uniformidad los actos sexuales de la juventud, y se limita selectivamente la información más precisa y preventiva, justamente la principal demanda de los menores. El libro omite hablar de temas tan cotidianos como la masturbación, el noviazgo y las relaciones sexuales entre jóvenes, evade los diferentes métodos anticonceptivos y las prácticas de sexo más seguro; y nunca aborda problemas tan serios como el abuso sexual de menores por parte de familiares, ni la homofobia, de los cuales son víctimas cientos de niñas, niños y jóvenes de nuestro país. (En el Distrito Federal huyen del hogar por abuso sexual 32 por ciento de los menores, y en los últimos cuatro años se han asesinado en el país a 495 homosexuales por odio y homofobia.) El avance es declarativo, se renuncia a formar éticamente cuando se definen las relaciones sexuales como vivencias heterosexuales de los seres humanos adultos y al insistir (en cinco ocasiones) en posponer el inicio de las relaciones sexuales hasta la edad adulta como "la medida" principal para prevenir la salud sexual. El desconocimiento de los problemas sociales ligados a la sexualidad y de la diversidad de prácticas sexuales y preventivas que ejercen los grupos juveniles mexicanos es grande, y la confusión entre moral y derecho es grave.
Tomar la decisión de tener relaciones sexuales de manera personal, libre y responsable, o decidir si quieren o no recurrir a los anticonceptivos, es un derecho que el libro reproduce y que consagra el artículo 4Ɔ de nuestra Constitución; un derecho al que el texto renuncia cuando se considera ineptos a los jóvenes para tales actos. Lo que se está desconociendo es la categoría de persona a niñas, niños y jóvenes; al suspender su derecho a la información y a la libertad se está negando nada menos que la primera garantía constitucional que afirma la igualdad de todos.
ƑHasta dónde es una declaración de intención ficcional, una libertad que no cuenta con condiciones igualitarias mínimas? ƑQué opción ofrece la escuela a los jóvenes campesinos de Puebla, Michoacán y Tamaulipas que inician el noviazgo y las relaciones sexuales hacia los 12 y 15 años de edad? ƑPor qué la escuela reproduce las formas rígidas de control familiar sobre la conducta sexual de que se queja un 55 por ciento de adolescentes obreros y obreras del calzado en León, Guanajuato? ƑCómo promover una actitud ética consistente entre el 60 por ciento del total de los jóvenes mexicanos de 14 a 19 años que han usado el condón alguna vez? ƑCómo oponerse a la decisión de 120 adolescentes de Tijuana que de diez embarazos reportados, cuatro terminaron en aborto voluntario, tres en aborto espontáneo y tres ya son padres y madres? ƑCómo negar el derecho del 70 por ciento de adolescentes yucatecas que deciden unirse y ser madres antes de los 18 años?
Pese a la poca e imprecisa información que circula, y a que muchos no llegan a cursar ni la primaria completa, los niños y niñas mexicanos saben más sobre los anticonceptivos y sobre el condón de lo que llegó a incluirse en el nuevo libro de sexto grado. Esta vez la audacia fue superada por el miedo de docentes y padres de familia, y es que atrás de la división lógica entre jóvenes y adultos está la cuestión del poder, se trata de formas de exclusión de la voz de los menores para poder imponer límites y producir un orden en el cual cada quien debe mantenerse y ocupar su lugar.