A diferencia del PRI-DF, que quiere "recuperar la ciudad" para su partido, lo que busca el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD es recuperarla para la gente, hacerla habitable para todos sus habitantes; sentar las bases de la reconstrucción de la ciudad en crisis que le dejaron los gobiernos priístas en 1997.
Como señaló Cárdenas en Una ciudad para todos, su propuesta de campaña en 1997, esta tarea es de largo plazo, y los tres años de su gobierno --han transcurrido sólo 20 meses-- apenas permitirían sentar las bases del cambio. Además, su trabajo ha enfrentado duras resistencias y escollos puestos por la alianza de facto PRI- PAN, los sectores empresariales más atrasados, los sindicatos corporativizados al partido de Estado, y aun por las prácticas clientelares, corporativas y grupales de su propio partido.
Cárdenas dejó de lado el control férreo de los medios de comunicación que ejercía el PRI mediante los privilegios y el dinero, para permitir una relación abierta y crítica con los ciudadanos; la respuesta de la mayoría de los medios --sobre todo Televisa, TV Azteca y Multivisión--, atados al PRI-gobierno federal y portavoces de sectores empresariales ultraconservadores, ha sido una permanente campaña de ataques, calumnias y desinformación. Por otra parte, su objetivo de sanear la administración pública y eliminar su corrupción ha enfrentado la resistencia del Sindicato de Trabajadores del DF --controlado por el PRI--, que defiende agresivamente los espurios intereses de sus líderes y la corrupción mediante la cual se mantenía su control.
El gobierno cardenista ha impuesto a sus funcionarios medios y altos un criterio de honestidad rigurosa; pero en el resto de la estructura administrativa permanecen muchos vicios de corrupción e ineficiencia heredados del pasado priísta. En particular, la complicidad con el delito, la corrupción e impunidad en las policías y el aparato judicial, que trata de eliminar por todos los medios, dificultan la lucha contra la delincuencia individual u organizada. A pesar de esto, ha logrado frenar el crecimiento incontrolado de la violencia que encontró en la calle. El notorio avance en el mejoramiento del sistema fiscal capitalino y la orientación del gasto hacia la satisfacción de las necesidades más urgentes de la gente, fue anulado, en parte, por el anticiudadano recorte del presupuesto y la capacidad de endeudamiento para 1999, impuesto por la alianza PRI-PAN en la Cámara de Diputados.
Los logros en términos de liberación de las calles de manifestaciones y bloqueos han tenido como contraparte la acción de movimientos manejados por el PRI como Antorcha Popular, o los causados por la política federal privatizadora y excluyente como el de la UNAM, los electricistas y El Barzón. Mas en general, sus acciones para revitalizar la economía capitalina y mejorar las condiciones de vida de los sectores populares, marchan a contracorriente de lo que produce el neoliberalismo zedillista y la crisis de su modelo: desempleo masivo, informalidad, reducción del salario real, empobrecimiento, abandono de la responsabilidad social del Estado, privatización de servicios públicos, etcétera. Las propuestas de completar la reforma política para el DF, y mejorar y modernizar las leyes y normas urbanas han chocado contra la cerrazón del PRI y el PAN, y la debilidad e inexperiencia de los legisladores perredistas en la ALDF. La falta de consensos políticos amplios y profundos y el impacto de las diferencias de intereses de grupo dentro del PRD local y nacional, han afectado desde fuera y desde dentro la labor del gobierno y lesionado su imagen.
El balance preliminar es positivo, aunque insuficiente dada la magnitud de la crisis a resolver y las necesidades y expectativas de la gente. En septiembre, habrá que evaluar con objetividad crítica el segundo informe de la gestión de gobierno. Seguramente, tendrá que elevar su eficacia en lo que le resta de tiempo, a pesar del impacto de la campaña electoral. No hay duda sobre la necesidad de que el próximo gobierno capitalino continúe, amplíe y profundice lo iniciado por el gobierno cardenista, con base en un proyecto integrado de largo plazo. Por ello, la recuperación de la ciudad para la gente va en sentido contrario a su recuperación para el PRI.