POBREZA: LOS PROPOSITOS Y EL MODELO
Ayer, al visitar el Valle de San Quintín, en Baja California, el presidente Ernesto Zedillo abordó, por primera vez en su mandato, algunos aspectos del panorama de marginación, sobrexplotación y miseria en que se desarrollan las prósperas agroindustrias exportadoras de esa región. En especial, el mandatario condenó la situación de miles de niños jornaleros que trabajan allí y a quienes las faenas agrícolas les impiden estudiar. Asimismo, Zedillo recordó el derecho de todos los habitantes a una vida digna y admitió que la lucha contra la pobreza no ha terminado.
Estas expresiones de sensibilidad social son positivas, plausibles y merecedoras de respaldo. Pero no puede pasarse por alto el contraste entre los propósitos presidenciales y una política económica que propicia e incrementa circunstancias humanas como las que padecen los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín.
Este no es, por desgracia, el único punto del territorio nacional en el que se presentan condiciones intolerables e indignantes de miseria, hacinamiento, insalubridad y trabajo infantil sobrexplotado. Las decenas de millones de pobres o extremadamente pobres del país se encuentran repartidos en extensas y diversas regiones urbanas y rurales, así como en diversas áreas de Estados Unidos.
Entre los principales factores que, a lo largo de los últimos tres lustros, han generado esta pobreza exasperante y casi omnipresente, cabe mencionar, además de las torpezas financieras y las relaciones corruptas entre el poder político y el económico, las estrategias de contención salarial ųorientadas a combatir la inflación y a impulsar las exportacionesų, el desmantelamiento del sector público ųemprendido y mantenido con el argumento de que es necesario para atraer inversiones extranjeras, reducir el déficit fiscal y hacer más eficiente la planta productiva del paísų, la apertura comercial brutal ųpara estar a tono con la modernidad globalizadaų, el severo recorte de los presupuestos sociales ųporque los subsidios indiscriminados son intrínsecamente perversosų y el abandono del campo y de los campesinos por parte del gobierno, abandono que se presenta como una determinación de superar el populismo y el paternalismo.
Todos estos factores han sido determinantes en la conformación de enclaves exportadores como San Quintín ųy de muchas otras áreas de miseria humana convertida en rentabilidad económicaų, los cuales resultan necesarios para la consecución de los objetivos explícitos de las autoridades económicas desde el sexenio antepasado hasta el presente. En la lógica neoliberal, el incremento de las exportaciones tiene prioridad sobre el nivel de vida, la salud financiera del Estado resulta más importante que la salud de la población y la consecución de la solidez financiera obliga a postergar el fortalecimiento de la educación pública: de hecho, el gobierno actual destina mucho más dinero a rescatar de la quiebra a un sistema bancario ineficaz y corrupto que a respaldar a las universidades.
En ese esquema de prioridades, las buenas noticias emitidas ayer por las secretarías de Hacienda y de Comercio ų3.2 por ciento de crecimiento del producto interno bruto durante el primer semestre de este año, y 5 mil millones de dólares de inversión extranjera en el mismo periodoų no modificarán en un ápice la situación de los niños jornaleros de San Quintín, ni alterarán los planes de millones de campesinos que arriesgan la vida en el intento por internarse en territorio estadunidense en busca de empleo, ni se traducirán en leche, escuelas o centros de salud para las comunidades rurales de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y otras entidades; pese a lo ofrecido, en la presente administración el manejo económico está al servicio de sus propios indicadores ųes decir, al servicio de los intereses de financieros y de altos funcionariosų y no de la población y de su bienestar.
Si realmente se desea aliviar la miseria, la pobreza y la marginación en el país, no basta con lamentar sus manifestaciones más evidentes; se requiere, además, de un cambio de orientación, de mentalidad y de rumbo en el manejo de la economía.