Ť Reunión con jornaleros en el valle de San Quintín
Fin a represión de mayordomos y patrones, piden a Zedillo en BC
Roberto Garduño, enviado, y Jorge Cornejo, corresponsal, valle de San Quintín, BC, 17 de agosto Ť En este sitio, por donde se mire, se asoman los dos rostros de México: el de la pobreza extrema de miles de campesinos, y el de la riqueza de los propietarios, que pagan entre 60 y 80 pesos por jornada de doce horas, a niños, mujeres y hombres.
En las tierras semidesérticas de Baja California, los jornaleros exigieron al presidente Ernesto Zedillo acabar "con la represión que patrones y mayordomos ejercen contra los trabajadores. šNo retrocedamos al esclavismo!".
A más de 25 años, cuando Luis Echeverría inauguró la carretera Transpeninsular, ningún otro presidente de la República pisaba el valle. Ernesto Zedillo lo recorrió ayer y encontró pobreza, marginación y hacinamiento entre los indígenas originarios de Oaxaca, Guerrero y Sinaloa, que extraen de la tierra las hortalizas de mayor calidad en el mercado estadunidense.
La respuesta presidencial a tal escenario fue concreta. Una vez que el pasado 8 de agosto más de 400 indígenas y campesinos bloqueron el rancho San Miguel, para protestar por una más de las arbitrariedades de sus patrones, pues éstos les retuvieron su sueldo semanal, el mandatario expresó:
"Tenemos que asegurar que los trabajadores que llegan aquí cada año, o que están establecidos, sean trabajadores cuyos derechos sean respetados, aquí en San Quintín, como deben ser respetados en toda la República. Y esto lo debemos aceptar y lo debemos honrar todos: el gobierno, que tiene la obligación de hacer valer la ley; esto lo tienen que respetar los productores, y este derecho lo tienen que reclamar los trabajadores... Me uno al exhorto para que cuidemos más y seamos más enérgicos en el respeto de los derechos laborales de los jornaleros".
La migración de indígenas a estas tierras y la falta de apoyos gubernamentales ųproblema que se arrastra desde hace décadasų en materia de salud y educación, resultan en el empleo de miles de niños, que desde los siete años comienzan a ser contratados como jornaleros por un sueldo de 60 pesos. Este reclamo permanente lo recibió la campesina y maestra bilingüe Patricia Delgado. También el mandatario le dio respuesta.
"Los niños deben ir a la escuela"
"El otro aspecto que me preocupa mucho es el de los niños. Aquí en San Quintín, como en otras partes de la República, lamentablemente es frecuente que los niños sean utilizados en el trabajo de campo. šEso es inaceptable! Eso no puede ocurrir. Los niños deben ir a la escuela, los niños deben ser cuidados, los niños no deben trabajar".
Así comenzó la gira de trabajo por el municipio más grande del país, Ensenada. En el valle de San Quintín, habitado por 60 mil mexicanos, en su mayoría migrantes de otros estados, las diferencias entre los jornaleros y los grandes propietarios de los ranchos horticultores se han polarizado, por los abusos y retención de salarios en que han incurrido los empresarios agrícolas.
El pasado 8 de agosto, en el rancho San Miguel, más de 400 jornaleros bloquearon sus instalaciones, pues el propietario simplemente decidió no pagarles cuando les correspondía. Esta violación fue abordada por Zedillo.
"La gente que vive, la gente que viene a San Quintín, tiene, como todos los mexicanos, el derecho de tener una vida digna a partir de su propio esfuerzo. Y el gobierno tiene la obligación de apoyar para que esas oportunidades pasen, de ser una esperanza, a un hecho".
Este martes en los mayúsculos campos de cultivo de jitomate del rancho Los Pinos, mujeres, niños y hombres que ahí laboran, desde las seis de la mañana, observaban a los grandes productores pedir al presidente Zedillo mayores apoyos para sus tierras. Pero éste advirtió que en México no hay ciudadanos de primera ni de segunda, y se refirió a la dignidad como la divisa de todas las familias del país.
Esa demanda de los dueños de estas tierras ųentre ellos las familias Magaña, Ramírez y los Garcíaų contrastó con la postura de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), que en un documento entregado al jefe del Ejecutivo demanda acciones concretas para beneficiar a los indígenas y campesinos del valle de San Quintín.
Esta organización, a la que se le ha querido vincular con el Frente Obrero Primero de Mayo, de probable filiación eperrista, según reportes del Cisen, primero descartó cualquier relación con ese movimiento armado, y luego exigió la abolición de los llamados salarios compactados o integrados, que colocan en un estado de indefensión a indígenas y campesinos:
"Que se paguen todas las prestaciones y se acabe con la represión que patrones y mayordomos ejercen contra los trabajadores. šNo retrocedamos al esclavismo!
También solicitaron apoyo a la producción del tomate, porque de nada sirve, refiere el documento, que el valle de San Quintín tenga el primer lugar en la producción de ese producto, 44.6 toneladas por hectárea, cuando se introducen a México 400 mil cajas del fruto procedentes de Estados Unidos, promoviendo la competencia desleal y la quiebra de la producción nacional.
Durante su estancia por el municipio de Ensenada, el presidente Zedillo insistió en fortalecer los niveles de educación y salud de los habitantes de este lugar.
En la comunidad Vicente Guerrero el primer mandatario, acompañado del director general del IMSS, Genaro Borrego, supervisó las obras del hospital de ese instituto, que en dos meses dará atención a la mayoría de los habitantes pobres de San Quintín. En ese sitio el titular del Seguro Social informó que el nosocomio será equipado con tecnología de punta.
Fue tal la situación de pobreza y marginación que encontró el primer mandatario, que pidió al director de la Comisión Nacional del Agua, Guillermo Guerrero Villalobos, y al mismo Borrego Estrada, que supervisen y estén atentos al pago puntual de las cuotas patronales, para dar un impulso a los programas sociales en ese lugar.
Antes de dirigirse al rancho Los Pinos, las mujeres indígenas se acercaron al mandatario con una lluvia de solicitudes, entre ellas nuevas escuelas y más dinero para sembrar sus parcelas. Pero además le hicieron regalos: le entregaron un peluche para él y una muñeca musical para su esposa. Una viejita, la señora María Gálvez, le dio una pluma fuente y le pidió:
ųSeñor Presidente, ayúdeme a salir de aquí. Tengo cuatro hijos y llevó once años en el valle, pero no puedo regresar a mi pueblo, allá en Tlapa, Guerrero.
En el rancho Los Pinos Ernesto Zedillo inauguró las nuevas viviendas para los trabajadores agrícolas, que consisten en pequeños cuartos de cuatro metros por seis. También puso en marcha la modernísima planta de empaques de hortalizas, que por su magnitud simboliza la proporción de la riqueza en este lugar. "šEso es una mentadaš", repetían los niños indígenas que deambulaban chupando paletas de caramelo.
Más tarde el avión Hércules, que trasladó al Presidente por estas tierras, de nuevo tomó pista y se dirigió a Ensenada. En pleno aire, Ernesto Zedillo subió a la cabina de mando y desde ahí acompañó a los pilotos encargados del traslado.
En Ensenada inauguró la obra social más grande que hasta ahora se haya construido: el Sistema de Tratamiento de Aguas Residuales para el Saneamiento de la Bahía de Ensenada. En ese sitio, decenas de personas que viven en la periferia del puerto, y quienes no fueron autorizadas para participar en el acto oficial, desplegaron mantas que revelaron los graves problemas de abastecimiento de agua e instalación de drenaje y energía eléctrica: "Señor Presidente, ayúdenos porque nuestras necesidades ya fueron archivadas".