HACE TIEMPO LEI un planteamiento de Pierre Bourdieu que hoy encuentro apropiado para analizar el momento político de la oposición: el sociólogo francés decía que un objeto de estudio se conquista y se construye, es decir, que no se encuentra en la calle, a la luz del día y observable para todo el mundo; que era necesario construirlo y conquistarlo. Ello supone un esfuerzo de elaboración e imaginación para crear algo que no existe del todo, pero que es factible realizar, no de la nada, sino de una nueva visión de las cosas. Es posible que el proceso de negociación para concretar la "Alianza por México" tenga ingredientes similares a esa conquista.
La idea de hacer una alianza de la oposición para el 2000, que hace unos cuantos meses era algo prácticamente imposible de realizar, hoy empieza a tomar forma en acuerdos, documentos, estatutos, planes de gobierno, paquete de reformas legislativas y fechas. Poco a poco el proceso ha ganado su espacio, y a pesar de que todavía faltan acuerdos sustantivos que en cualquier momento se pueden caer, es imposible desconocer que ya hay un buen trecho andado. Quizá la hipótesis de que un proyecto político primero necesita ganar el terreno del debate sea aplicable en este caso. Según reportan algunas encuestas existe una parte cada vez más amplia de la sociedad que quiere una alianza de la oposición.
La revista Milenio (número 102) presenta una encuesta realizada en el área metropolitana de la ciudad de México, en la cual se anota que hay 44 por ciento de la ciudadanía a favor de la alianza y 29 por ciento en contra; de la misma forma, entre 45 y 46 por ciento piensa que el PRD y el PAN van a aceptar hacer la alianza, y 55 por ciento considera que una alianza puede derrotar al PRI. Al mismo tiempo que la alianza gana aceptación en la sociedad y se perfila como un proyecto factible y con éxito, los ocho partidos políticos que quieren formarla (PAN, PRD, PT, PVEM, PCD, PSN, PAS y Convergencia) avanzan, con dificultad, hacia un acuerdo.
Ya se sabe que el camino de la alianza está lleno de obstáculos de todo tipo: legales, por las restricciones en las reglas del juego; políticos, por las diferencias institucionales; ideológicos, por los orígenes y los discursos. Sin embargo, a pesar de la idea de que es preferible superar las diferencias y hacer una alianza, en lugar de que la mayoría de la sociedad se tenga que dividir entre dos grandes opciones de oposición, gana espacio; el problema mayor está en las cúpulas de los partidos.
Los argumentos de que una mayoría social rechazaría la alianza se ha derrumbado; hoy los únicos que se oponen a este proyecto son, por supuesto, los priístas, que la ven como una seria amenaza, y los sectores más duros del PAN y el PRD, ésos que creen que la política es ante todo ideología y que es mejor morir defendiendo los principios antes que traicionarlos frente a una aventura temporal.
Si en algún momento la alianza se llega a caer es porque esos grupos duros ganaron la batalla. Los panistas que rechazan la alianza perdieron dos a uno frente a los que sí la quieren. En el perredismo las cosas están más complicadas, porque además de las posiciones en contra, que al parecer son las menos, hay dos grupos que no se terminan de poner de acuerdo: los que insisten en la elección primaria y universal como requisito irrenunciable, y los más flexibles, que aceptan otras modalidades de elección.
El Instituto Federal Electoral, hoy blanco de una nueva agresión del PRI a su autonomía y autoridad moral, ya dio a conocer el instructivo que debe seguir la alianza para registrarse y tener legalidad plena.
Por otra parte, los negociadores están encontrando el método para elegir al candidato, puede ser una elección primaria acotada a unos 5 mil centros de votación, con cinco casillas en promedio por cada uno, es decir, unas 25 mil casillas para recibir el sufragio de unos 5 millones de electores. Una solución que puede satisfacer al PAN y al PRD, primarias, pero con un universo controlado. ƑConstrucción y conquista?