EL INMENSO ESFUERZO que han venido realizando los ocho profesores eméritos de la Universidad Nacional Autónoma de México que firman la propuesta del 28 de julio, para superar el conflicto en la máxima casa de estudios del país, es con seguridad la última oportunidad para hallar una salida construida desde dentro mismo del movimiento de huelga, decidida por sus propios actores.
Ese esfuerzo ha venido alcanzando el más amplio consenso en una vasta pluralidad de grupos, corrientes y personas relevantes de dentro y de fuera de la universidad y, puede darse por descontado, es extremadamente remoto que otra propuesta vuelva a concitar el extenso acuerdo que ha alcanzado la formulada por esos destacados académicos.
Los grupos y corrientes de paristas con disposición al diálogo plural y a la búsqueda de soluciones para la reconstrucción de la universidad, están ahora protegidos social y políticamente por la amplia solidaridad que viene creciendo en torno a la propuesta de esos profesores. Pueden sacudirse las amenazas, las advertencias, las intimidaciones que han recibido de los grupos más extremistas, a quienes la universidad, evidentemente, les importa un bledo.
Es ahora que pueden construir esa salida. De no ocurrir, es evidente, volverán al aislamiento y a quedar nuevamente a expensas de la ultra. Una salida hacia la crea-ción de espacios de reflexión y discusión universitarios estará acompañada al menos de la disposición, el acuerdo o la solidaridad de quienes ahora se expresan a favor de la propuesta de los profesores eméritos.
Si esa salida no se construye así y ahora, malos tiempos sobrevendrán. O bien sectores crecientes de la propia sociedad, que ya están en la escena, comienzan a movilizarse a fondo a favor de un desalojo policiaco ųque, es necesario insistir en ello, estaría en un marco de derechoų, o bien la decisión política del gobierno es dejar que el paro se pudra, sin importar el costo.
No hay duda de que ese costo consiste en el pudrimiento de la propia institución. Pierde la universidad, pierden los paristas: perdemos todos. El gobierno también pierde, por supuesto. Una descomposición con esa nefasta secuela, desde luego, es justamente lo que busca la ultra: "entre peor, mejor", ya sabemos.
En una reciente asamblea del Consejo General de Huelga, el profesor Alejandro Alvarez dijo a los paristas, con razón, que si los puntos de su pliego petitorio eran innegociables, no tenía sentido que continuaran demandando diálogo. Más allá del autoritarismo extremo implicado en la posición maximalista de que me cumplen todo porque yo lo digo, la denuncia del CGH de una supuesta "ruptura del diálogo por las autoridades universitarias" resulta, en efecto, incoherente.
Si, por el contrario, la universidad es para la mayor parte del CGH una preocupación genuina, entonces su pliego petitorio, que prefigura la idea de un modelo propio de universidad, debe ser entendido forzosamente como una propuesta a ser discutida frente a los juicios, criterios y veredictos de otros muchos universitarios, en un espacio democrático de discusión académica.
Dos precisiones son necesarias. La primera es que la democracia, en un espacio académico, no puede consistir sino en la unión permanente de participación más conocimiento. Se trata, en ese espacio, del saber y del saber hacer, del contenido del conocimiento en todas las ramas, de las formas apropiadas de generar y transmitir conocimientos: ésa es la academia.
La segunda precisión: la organización de un espacio académico de discusión democrática no puede darse en un contexto de anomia general y de repudio por la ley. La UNAM está sometida a unas normas jurídicas que no pueden de ninguna manera ser violentadas. Es indispensable resolver el modo en que la máxima autoridad colegiada universitaria puede dialogar y decidir las reformas que urgen hoy más que nunca en la universidad, en coordinación racional con ese espacio de deliberación académica democrática.
Muchos problemas se agravan; el país se vuelve más y más complejo en todos los órdenes. Todo podrá ser de mejor manera corregido, zanjado, solventado y superado, con una sociedad altamente educada. El mayor esfuerzo de calidad y de cantidad nos espera