Ť Análisis de Serbo advierte de los peligros de la colonización


En riesgo, la diversidad genética de mamíferos en Los Chimalapas

Matilde Pérez U., enviada, Víctor Ruiz Arrazola y Guadalupe Ríos, corresponsales/ IV, Santa María Chimalapa, Oax. Ť Sus 13 mil habitantes, indígenas zoques, no conocen aún todos sus rincones y quienes han recorrido porciones de sus 594 mil hectáreas quedan admirados por lo que alcanzan a ver y escuchar: es la vida de la selva tropical húmeda más importante del país, en cuyos caminos rurales, y sólo a manera de ejemplo, se observan parvadas de tucanes, armadillos, alguno que otro gato montés con una ardilla en el hocico, y entre las ramas de los árboles, familias de monos araña.

Es la riqueza biológica de selva de Los Chimalapas; es la casa del jaguar, el tapir y el mono aullador, entre otras 351 especies de vertebrados, 40 de aves y 51 de peces, del mayor número de mariposas diurnas y de cientos de especies endémicas y amenazadas. Es una región que los expertos no han terminado de estudiar; un territorio donde también existen vestigios de la cultura Olmeca, petroglifos y huellas fósiles de los primeros pobladores. Es la Jícara de Oro (significado de Chimalapa), motivo de interés desde la Colonia.

Las 463 mil hectáreas de selva que se conservan podrían dividirse y perder la diversidad genética de poblaciones de grandes mamíferos debido al "proceso de colonización y explotación ilegal fomentado por el gobierno de Chiapas", advierte la Sociedad para el Estudio de los Recursos Bióticos de Oaxaca (Serbo) en su Análisis de la vegetación y uso actual del suelo en Chimalapas que terminó en 1997 y en el cual no incluyó a las zonas sur y oriente porque "no pudieron ser visitadas por razones de seguridad, debido a los conflictos agrarios y de narcotráfico".

Los 68 incendios forestales de 1998 dañaron un tercio de dicha región que al norte limita con Veracruz, al este con Chiapas, al sur con la planicie costera del Istmo de Tehuantepec y al oeste con la planicie y el lomerío de la región mixe baja, Oaxaca. Las conflagraciones destruyeron totalmente 25 mil hectáreas y fueron causa de la fragmentación del corredor biológico que comunica a Los Chimalapas con la selva del Ocote, Chiapas, y el Uxpanapa.

Serbo lamenta que las autoridades gubernamentales no hayan comprendido la trascendencia ecológica y biológica de Los Chimalapas; la han visto como área propicia para fomentar procesos de colonización y sin interesarles su deterioro, el cual se ha agudizado en la última década sobre todo en la porción oriente de Santa María.

En la década de los 80 la superficie de pastos inducidos o cultivados pasó de 6 mil 182 a 10 mil 604 hectáreas; la pérdida de suelo se calculó en 453 mil 980 hectáreas y la tasa de deforestación anual era de 3.5 por ciento, que a la fecha se mantiene. En poco menos de dos décadas se destruyeron 17 mil 600 hectáreas de selva. De continuar ese proceso, los volúmenes de los ríos Uxpanapa, Coatzacoalcos ųlos más caudalosos de la zonaų, el Portamonedas o Negro, Cintalapa, Chicapa y Ostuta podrían disminuir drásticamente.

La erosión, la pérdida de áreas forestales, de hábitats y especies, de un valor ecológico mundial, la agudización de conflictos sociales y la miseria de miles de campesinos, será el saldo de la miopía gubernamental, destaca Serbo, y alienta la propuesta de los indígenas zoques de crear una reserva ecológica campesina basada en el desarrollo sustentable, conservación ecológica y autonomía social, en lugar de decretar una reserva de la biósfera, como ha sido la intención de la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap).

El acuerdo firmado el 2 de agosto por los gobiernos de Chiapas, Oaxaca y el federal establece como primera acción para proteger la selva, declarar un polígono de restauración en 264 mil hectáreas, establecer un programa integral de ordenamiento territorial y desarrollo sustentable, además de un sistema de áreas naturales protegidas para la conservación de la selva zoque.