Ť Exhibe Espacios en construcción en el Carrillo Gil
La plástica de Castro Leñero, del gris a la necesidad del color
Ť La muestra incluye trabajos de diversos periodos creativos
Merry Mac Masters Ť En México suele pasar una cosa curiosa. En muchos casos la misma juventud del artista plástico lo hace objeto de todo tipo de apoyos y atenciones, a veces merecidas, a veces precipitadas.
La juventud del "nuevo valor" no tiene una fecha determinada para acabarse, porque en las artes plásticas el concepto "joven" es elástico. Se acaba cuando de repente se pierde de vista al pintor, escultor o grabador, por mencionar las categorías tradicionales del arte. Es el momento en que ya no se acuerdan de él. Las personas llegan a preguntar: ƑQué estará haciendo fulanito? ƑTodavía se dedica al arte?
El ausente reaparece cuando alcanza una edad respetable, por ejemplo 60 años, y los demás se dan cuenta de que mengano o sutano, con una carrera de cuatro décadas, ya es un valor establecido del arte mexicano.
Consciente de este hueco, el Museo de Arte Carrillo Gil se ha preocupado por "presentar la obra de artistas que tienen una carrera sólida, pero que no han podido destacar a manera de ensayo sus propuestas específicas", explica su director, Osvaldo Sánchez. El primero en participar en este proyecto de una exposición a "media carrera", cuando se han seleccionado "momentos claves" de la trayectoria, es el pintor Francisco Castro Leñero (Ciudad de México, 1954), con la muestra Espacio en construcción. 1979-1919.
Acostumbrado a exhibir lo más reciente de su producción, a Castro Leñero primero le sorprendió y luego le entusiasmó la invitación del MACG. En entrevista, el miembro del Sistema Nacional de Creadores se refiere a la propuesta curatorial de Paloma Porraz, quien seleccionó la obra con base en el manejo de constantes, como la construcción y el espacio, de allí el título.
La visión personal y la búsqueda de la realidad
Castro Leñero, para quien la revisión también pudo haber sido por "formatos grandes", habla de las diferentes etapas de su obra.
El "gran periodo inicial" comprende obras con una "visión personal", en una "expresión abstracta ligada al paisaje de la ciudad, a la textura, incluso de la calle, a ciertas estructuras mínimas como las banquetas, los espacios grises que conformaban el entorno urbano", dice. La voluntad era de expresar con cierta nostalgia, cierta admiración, el entorno urbano. También había un reconocimiento por la pintura "prestigiada" del momento, como las de Tàpies, Vicente Rojo o Fernando García Ponce.
El entrevistado considera que ese periodo incluso alcanza a ser narrativo, porque hay momentos cuando se siente mucho la referencia a la realidad de ciertas construcciones, como los andamiajes, las casas pobres, aunque siempre pretenden ser composiciones abstractas, independientes de una idea de representación. Este periodo termina, continúa, más o menos por el 86 y coincide con el "tremendo temblor" del año anterior, en donde "se me cae un poco esta idea nostálgica de la ciudad".
Empieza, entonces, un periodo que busca entender la propia dinámica de las estructuras planteada por sí misma, independientemente de esas referencias. Queda atrás la textura en pro de la búsqueda de la pura pintura. También se introduce más el color.
Lo que Paloma Porraz llama una búsqueda de la luz, se trata de un fondo blanco en donde se plantean estructuras relacionadas con la madera. Para Castro Leñero esta etapa "transicional" buscaba un tipo de materialidad que "se aclaró" cuando trabajó para la exposición celebrada en el Museo de Arte Moderno, en 1994. Era la búsqueda de una realidad más propia del material con que siempre ha trabajado: el acrílico, tratando de usarlo de una manera más transparente, con menos pigmento y más resina. Eso coincide, agrega, con un interés hacia las estructuras urbanas más efímeras, como los puestos en los mercados, cosas que tenían que ver también con materiales translúcidos y las sombras y manchas planteadas en sus estructuras.
El siguiente cambio consistió en encontrar más la propia dinámica. Es decir, el cuadrado no tenía que representar forzosamente una relación con el paisaje urbano, sino que ya tenía un valor expresivo en sí, como las tensiones que producen las líneas. Así, el lenguaje que Castro Leñero ha planteado ya sugería posibilidades expresivas que el artista ha tratado de continuar.
A través de los años se han abierto distintos caminos. En su obra más reciente, apunta, las ideas vienen de la influencia de la pintura, de la música o de otros lados. De su última producción se exhibirán cuatro cuadros de la serie Casas reales, de idéntica composición ųsu forma es una puertaų, cuya referencia es un "discreto" homenaje a la pintura de Velázquez.
En relación con el color, si el primer periodo de Castro Leñero era de "grises totales", su paleta ha experimentado una apertura. En ese "descaro", ahora hay cuadros rojos. Sobre esta explosión de color, el entrevistado comenta que con la edad ha necesitado acercarse más al color, ''como si fuera realmente una parte esencial de nuestras vidas, que nos da apoyos importantes, no sólo en la cuestión visual, sino también en la emocional".
(La exposición Francisco Castro Leñero. Espacio en construcción. 1979-1999, integrada por 40 obras, será inaugurada el día 18, a las 20:00 horas, en el Museo de Arte Carrillo Gil, Revolución 1608, San Angel.)