Ť Autoridades del municipio Ricardo Flores Magón


Sitiadas por militares, al menos 30 comunidades chiapanecas

Juan Balboa, corresponsal, Valle de Santo Domingo, Chis., 14 de agosto Ť Con un cerco formado aproximadamente por diez mil soldados, media centena de campamentos y el control absoluto de las carreteras con 15 retenes, el Ejército Mexicano intensificó la militarización de valles y cañadas del noreste de la Selva Lacandona, y penetró, por primera vez desde la aparición de los zapatistas, a las comunidades de la reserva de la biosfera de Montes Azules.

En lo que se considera la segunda movilización masiva de tropas en esa región desde 1995, cuando llegaron cinco mil soldados --a los que se sumaron los cinco mil que se incorporaron en julio al noreste de la selva para una supuesta campaña de reforestación--, los militares mantienen en un virtual estado de sitio a por lo menos 30 comunidades habitadas por simpatizantes zapatistas de los valles del Tulijá y Santo Domingo, en la Cañada de Taniperla, y dentro de la reserva, señalan, en entrevista, las autoridades del municipio autónomo Ricardo Flores Magón.

ejercito-2-jpg Paralelamente, el instituto armado incrementó su presencia en la carretera que comunica a Palenque con la región fronteriza conocida como Marqués de Comillas. En más de 200 kilómetros de esta vía de comunicación estratégica, construida de forma paralela a su similar en Guatemala, se encuentran asentados 20 campamentos, y cerca de ocho retenes controlan el paso de cualquier transporte.

Bajo el pretexto de reforestar la biosfera de Montes Azules y de combatir el narcotráfico, los militares trazaron tres nuevos frentes para patrullar e instalar campamentos alrededor y dentro de ella.

Los mandos de los nuevos asentamientos están en los poblados de Cintalapa, Palestina y Taniperla. Desde ahí se planifica la invasión de una de las zonas de la Selva Lacandona de la que había estado ausente el Ejército Mexicano.

El nuevo mosaico castrense en la Selva Lacandona

''Eran como 50 soldados armados hasta los dientes. Llegaron de noche y se quedaron alrededor de la comunidad. No traían arbolitos para sembrar, sólo sus armas para asustar'', recuerda Juan López, un campesino que vive dentro de la zona, entre la laguna El Suspiro y el poblado de Palestina.

Según las autoridades del municipio autónomo Ricardo Flores Magón, a mediados de julio pasado decenas de camiones militares transportaron hacia la carretera fronteriza a cerca de 5 mil elementos que, a decir de la séptima Región Militar, pertenecían a un programa de reforestación. La mayoría de ellos pasó a formar parte de los campamentos ya establecidos; se instalaron otros más, y unos mil 500 se internaron en las montañas y la selva.

En menos de 15 días, los militares consolidaron una nueva red de campamentos en el norte y noreste de la Selva Lacandona, controlaron los principales accesos con retenes en poblados y cruceros, y al mismo tiempo formaron comandos para patrullar comunidades y poner asentamientos temporales en las montañas, según la descripción que dan los representantes del municipio autónomo.

Los campamentos establecidos en Crucero Corozal, Boca Lacantún, Crucero Real, Monte Líbano, Ocotalito, Taniperla, Crucero Palestina, San Quintín, Chancalá, Pico de Oro, San Gerónimo Tulijá, entre otros, fueron reforzados con decenas de efectivos.

Una parte de los cinco mil militares que llegaron el mes pasado a poblados que están cerca de la carretera fronteriza. Por ejemplo, a pocos kilómetros de Frontera Corozal hay tres denominados Campamentos de Reforestación de los Montes Azules, e igual número se encuentran a pocos kilómetros del crucero Bonampak.

Los militares se dirigieron hacia el valle de Santo Domingo y poblados ubicados alrededor y dentro de Montes Azules. De un día para otro, cerca de mil 500 elementos arribaron a los poblados de Cintalapa y Palestina, dos de las principales entradas a la reserva ecológica. Pero ello no fue suficiente, y colocaron instalaciones en La Arena, Laguna Suspiro y las montañas cercanas a La Culebra y Santa Rita.

En su paso por los valles y cañadas de la Selva Lacandona asientan retenes (la mayoría intermitentes) en comunidades indígenas como El Limonar, Cintalapa, La Culebra, Arroyo Granizo, El Paraíso, Crucero Palestina, Ocotalito, Sibal, Santo Domingo, Obidio García, La Arena, Calvario, San José Pathuiz, Lindavista, Jardín, Laguna Ocotal, San Gerónimo Tulijá, Monte Líbano y Taniperla. Todas estas comunidades son patrulladas de día y de noche. Los indígenas se encuentran a los militares en todas partes: en los caminos de vereda, en sus trabajos, en los ríos, dentro del poblado y en sus casas. ''Es como una pesadilla que nunca acaba'', aseguran Manuel y Rosa, dos simpatizantes del Ejército Zapatista de la comunidad de El Limonar.

Montes Azules era refugio para agredidos

La región de los Montes Azules se había convertido en un refugio seguro para familias zapatistas que habían sido agredidas o desplazadas por paramilitares o que huyeron al llegar el Ejército Mexicano a sus comunidades. Era un territorio neutral que ahora ha sido invadido.

Familias enteras de poblados del municipio de Las Margaritas --entre ellas de Guadalupe Tepeyac--, de las cañadas de Patihuitz y de Taniperla o del valle de Santo Domingo se trasladaron hacia esta zona de la Selva Lacandona.

La Red Civil de Observación, integrada por una docena de organismos no gubernamentales, ha expresado su preocupación por la invasión del Ejército en la reserva ecológica. Reconoce que desde la embestida militar de febrero de 1995, simpatizantes del EZLN se replegaron hacia los Montes Azules ''para evitar una confrontación''.

Y se pregunta: ''ƑPor qué el gobierno federal envía a sus soldados a dizque plantar arbolitos en una zona donde sabe que se encontrará con los insurgentes del EZLN?'', y ella misma responde: ''Parece ser claramente parte de una estrategia militar para dar un golpe rápido y letal en contra de las fuerzas insurgentes del EZLN''.