Por iniciativa de Lázaro Cárdenas, hace 62 años se creó la Comisión Federal de Electricidad, nuestra querida CFE. Se la concibió como instrumento del desarrollo y del bienestar de todos los mexicanos, merced a la producción de un bien público, fundamental y estratégico, la electricidad.
Tres grandes objetivos se postularon con su creación, en 1937: 1) que todos los mexicanos, sin distinción de clase, nivel socioeconómico, nivel educativo o cultural y ubicación geográfica, dispusiera en su vida diaria del fluido eléctrico, con la calidad máxima y el costo mínimo; 2) que el aparato productivo en desarrollo y evolución contara con este fluido para impulsar su cambio técnico y su productividad, para producir cualquier otro bien y, con ello, alentar al máximo el desarrollo económico; 3) que la Nación controlara este proceso y los recursos naturales utilizados para ello, para que tanto su usufructo como la introducción de nuevas tecnologías de generación, transmisión, transformación, control, distribución y comercialización, se tradujeran en beneficios para la sociedad y no sólo para los particulares.
Esta visión estratégica se entrelazó ųindisolublementeų con la nacionalización del petróleo y el impulso irreversible a la consolidación de Petróleos Mexicanos (Pemex), primero, y con la nacionalización de la industria eléctrica y el fortalecimiento de la CFE, después. La mayoría de los mexicanos se ha movilizado en apoyo y defensa de este proyecto; respalda y defiende el carácter nacional de las industrias eléctricas y petrolera; su propiedad y explotación nacionales. Y se tiene la persuasión de que controlar la energía es controlar una de las fuentes esenciales del poder y un recurso indispensable para garantizar la autonomía nacional. Así se ha creído durante más de sesenta años, y así lo ha confirmado la historia de violencia y agresiones, conflictos y guerras, vinculada al ánimo de controlar las industrias estratégicas de muchas naciones en desarrollo. Nunca hay que olvidarlo. Menos aún los esfuerzos y las vidas que muchos mexicanos han entregado por este proyecto. Y hoy más que nunca, en un mundo en creciente nivel de internacionalización e interdependencia, frente a las cuales los sectores que dominan la movilidad internacional de dinero, tecnología y productos y, acaso por ello, gobiernos, impulsan un proyecto de globalización subordinante, para el que resulta sustancial retomar el control de las industrias estratégicas, como la petrolera y la eléctrica de países como el nuestro.
Por eso, hay que decirlo de nuevo: el proyecto nacional no sólo está en garantizar el bienestar social, sino en lograrlo con máxima autonomía política. Sólo esto explica la afortunada intuición del Constituyente, de considerar que la construcción de la Nación exigía la propiedad nacional de los recursos naturales, sus beneficios y rentas. Asimismo, la asignación de la responsabilidad al Estado de las áreas estratégicas, como el petróleo primero y, luego, la electricidad. En consecuencia, salvo una determinación nacional explícita alternativa, la CFE deberá seguir como compañía responsable de este proyecto, en ese horizonte y en esa perspectiva de máximo bienestar con máxima autonomía política. No se vale, entonces, so pretexto de una visión manipulada de la astringencia de recursos fiscales, poco razonado y, en ocasiones, argumentada con falacias y engaños desde la cúpula, entregar el poder que confiere el control de la industria eléctrica a manos privadas por más que parece razonable le participación coadyuvante del capital privado en su modernización.
No pueden ni deben ocultarse los vicios de las empresas públicas, la más de las veces derivados de la estructura y las prácticas de un Estado corporativo, presidencialista y con partido de Estado. Pero tampoco dejar de reconocer y valorar sus virtudes, para diseñar una manera inteligente, razonada y razonable, con respaldo social incuestionable, de modernización no sólo de la industria eléctrica, sino de todo el país, luchando por una mayor autonomía social y por un mayor poder social.
La CFE ha sido y puede seguir siendo puntal de este proyecto y, todavía por muchos años, base de nuestro desarrollo nacional. A esto tampoco hay que darle vueltas.