Masiosare, domingo 15 de agosto de 1999
En el Circuito Interior, a la altura de Chapultepec, el Partido Centro Democrático instaló un eufórico anuncio, de los llamados espectaculares, con sólo unas palabras: ``¡Alianza! Vamos con todo''.
El viernes, el entusiasmo de Manuel Camacho sufrió un revés, cuando el borrador de programa de la alianza que presentó en la casa de Diego Fernández de Cevallos fue rechazado por todos los representantes de los partidos, incluido el anfitrión.
Las objeciones fueron varias: Es demasiado vago, se acordó un documento para la gente común y tiene términos inadecuados, no precisa nada en temas que generan polémica entre los principales partidos (PAN y PRD)...
Tras el rechazo, se formó una comisión para redactar un nuevo guión programático y otros documentos básicos, y tres grupos más: uno para analizar posibles escollos legales a la alianza, otro para seguir el análisis de los mecanismos para seleccionar candidato y uno más para analizar las candidaturas distintas de la presidencial.
Es decir, la alianza va. O por lo menos lo que es hasta ahora: un grupo de intercambio de fichas entre los partidos, que ha despertado grandes expectativas y ha propiciado que la atención nacional no se concentre sólo en la contienda interna del PRI.
En el grupo negociador ya se avizoran otros atorones.
Aunque se consensuara el método para elegir candidato, dicen, se tensarían otros expedientes: la plataforma común, la integración del gobierno, la agenda legislativa.
No se trata de proyecciones para después de los comicios del 2000. Panistas y perredistas se preguntan si con la alianza habría cambios en la agenda legislativa pendiente: ¿con quién votaría el PAN el presupuesto el próximo mes de diciembre, por ejemplo?
Las dudas y las resistencias se han multiplicado a tal punto que algunos de los negociadores ya se hacen la pregunta de quién pagará el precio de la ruptura y otros más sugieren la salida de un pacto político (un compromiso de defensa del voto y otros puntos), para que un eventual fracaso de la alianza no favorezca al PRI.
¿Se quedará sólo en un borrador de Manuel Camacho el objetivo esencial de la alianza?
Que se sepa, nadie puso objeciones al párrafo que se transcribe: ``Nuestro propósito es vencer al actual régimen del PRI-gobierno, como medio para que un gobierno de transición pueda convocar a un nuevo pacto nacional que reconstruya las instituciones, ponga fin a la gran corrupción y abra oportunidades a los millones de ciudadanos que hoy carecen de ellas''.
Si se acuerda una alianza, el candidato presidencial debe surgir de una elección primaria, resolvió el recién instalado Consejo Nacional del PRD, la semana pasada.
A media semana, Amalia García, nueva presidenta perredista, enlistó los argumentos de su partido en favor de una elección primaria:
1. Los partidos necesitan que el candidato ``tenga una gran autoridad y ésta la dan los votos ciudadanos''.
2. Una participación de miles de ciudadanos hace que el asunto ya no sea de pequeños grupos. Una coalición se tiene que construir en todo el país, no sólo entre las directivas de los partidos políticos.
3. Ante la primaria del PRI, es necesario dar una muestra de fuerza política.
¿Hay nueva coadyuvancia para el diálogo en Chiapas? ¿Tiene la secretaría de Gobernación nuevo vocero? Todo indica que la respuesta a ambas preguntas es afirmativa.
Esta semana, el obispo Luis Morales Reyes, presidente la Conferencia del Episcopado Mexicano, y otros prelados, fueron a Chiapas a elogiar la labor pacifista del gobernador Roberto Albores y reconocer que ``existe buena disposición para solucionar el estancamiento del diálogo''
El obispo de Torreón dio recomendaciones a las partes para reconstruir el clima de confianza y consideró que la remunicipalización y la nueva ley indígena estatal -que han sido criticadas por el EZLN- son verdaderos aportes a la paz que comparte el gobierno federal.
Puesto el escenario por el obispo, el coordinador para el diálogo Emilio Rabasa dijo que ya se prepara una nueva iniciativa para ``tratar de acercarnos a retomar el diálogo'' con los zapatistas.
¿Alguien recuerda la existencia de la Cocopa?
El PAN quiere una Consulta Nacional Representativa, que implicaría el despliegue de urnas itinerantes para pedir la opinión de 270 mil ciudadanos.
Este método funcionaría tal y como sucedió en Coahuila, dice Luis Felipe Bravo Mena, presidente nacional panista.
En aquella entidad, el método escogido por los partidos que participan en la alianza que postuló al panista Juan Antonio García Villa fue ``ecléctico'':
Se tomaron en cuenta los resultados electorales de cada partido en los últimos comicios locales y federales, y se efectuaron cinco asambleas -con delegaciones de todos los partidos y ciudadanos en general- en las principales ciudades del estado.
La parte decisiva consistió en la aplicación de mil 500 encuestas en 20 municipios de la entidad.
Los encuestadores fueron uniformados y armados de morrales, cada uno de los cuales era una urna itinerante o virtual.
Así, además de hacer algunas preguntas para conocer las preferencias políticas de los coahuilenses, se cumplía de algún modo con el requisito de la votación directa, que pedía el PRD.
¿Cómo?
Al final de los cuestionarios había una parte desprendible -tamaño media carta- en la que aparecían las efigies de los candidatos del PAN y del PRD. Los encuestados cruzaban a su candidato preferido y depositaban la miniboleta en la urna-morral.